-¿Líder?- preguntó incrédulo el chico moreno.- ¿Qué mierda quiere decir eso? ¿Por qué necesitamos un líder?
Todos los allí presentes se preguntaban lo mismo, había tantas preguntas en sus cabezas que parecían que iban a explotar.
-Yo sólo quiero irme a casa.- susurró una dulce voz proveniente de un niña pequeña de unos 10 años, rubia de ojos azules que estaba sentada en la litera superior pegada a la esquina.
Brie la podía observar aunque sus literas estaban bastante separadas. Tenía su pelo recogido en una coleta baja y el uniforme le quedaba un poco grande. Estaba temblando levemente y se intentaba quitar sin mucho éxito las lágrimas que descendían sin control por su rostro.
-¡Deja de decir eso, todos nos queremos ir de aquí!- exclamó de nuevo el chico moreno que no paraba de andar de un lado a otro de la cabaña.
Brie sintió unas intensas ganas de pegarle un puñetazo, por hablarle así a la niña y también por no parar de moverse.
-El cachas nos dijo que pronto nos explicarían todo, así que calmaos.
Esta vez fue un chico que estaba debajo de la cama Brie el que habló. Se puso de pie y abrió una de las tres ventanas de la cabaña .
Era bastante alto, su pelo era rubio y estaba muy desordenado. Parecía el más calmado de todos los que estaban allí.
-¡Y una mierda!-gritó furioso el chico moreno.- Yo me largo de aquí.
Caminó decidido hasta la puerta y en cuanto la abrió apareció detrás de ésta el hombre que había llevado a Brie hasta ahí, o como ellos lo habían llamado, "el cachas".
Le empujó de nuevo hasta el medio de la cabaña sin mucho esfuerzo a pesar de tener casi la misma altura.
Después entró en la cabaña con paso decidido un chico de pelo castaño con su mismo uniforme.
Echó una rápida mirada a todos y Brie notó que los ojos avellana del chico se detuvieron en ella más de la cuenta. Como si la hubiera reconocido.
Una cicatriz cruzaba el pómulo derecho de su cara. Un pequeño escalofrío cruzó el cuerpo de Brie. Aquel chico no parecía muy pacífico.
-No podéis salir de aquí hasta que os avise, ¿entendido?- dijo el cachas mirando directamente al chico moreno cuyo plan se había ido al traste.
Dicho esto el hombre salió de la cabaña y volvió a cerrar la puerta más fuerte esta vez.
Muy seguro de sí mismo el chico que acababa de entrar se acercó a la única litera que quedaba libre. La que estaba pegada a la de Brie, tan pegada que más bien parecía una litera de matrimonio.
Ella se sintió extrañamente incómoda, ¿por qué tenían que estar esas literas juntas?
Dejó una toalla en la cama igual a la que le habían dado a Brie en la enfermería y se subió con mucha facilidad a la litera.
-¿Así que tú eres el líder?- preguntó más enfadado el chico moreno que a Brie cada vez la recordaba más a un armario empotrado.
-Eso me han dicho.
-¿Por qué?- rugió furioso.
-Llevo aquí varias semanas y tú acabas de llegar. ¿De verdad quieres que nos cambiemos los puestos?
Al escuchar eso Brie tuvo la gran necesidad de agarrarle por la camisa del uniforme y obligarle a que le dijera dónde estaban y por qué, pero en vez de eso permaneció quieta en la cama sin dejar de mirarle.
ESTÁS LEYENDO
Renegados
Teen FictionHay ciertas decisiones que lo cambian todo. Brielle no puede parar de preguntarse por qué no se quedó en casa aquel día. ¿Por qué decidió salir? ¿Por qué no vio a ese hombre detrás suyo? ¿O por qué no se quedó con sus amigos más tiempo? Decisiones i...