Brie caminó a la parte de atrás seguida de los perros que no paraban de ladrar a su espalda.
Vio un gran saco y supuso que allí se encontraría el pienso del que John hablaba.
Era un saco enorme así que cogió un buen puñado y volvió a la verja. Abrió como pudo la puerta y justo en ese instante el pastor alemán se abalanzó sobre ella haciendo que Brie pegara una patada a la puerta para cerrarla.
No iba a ser nada fácil.
Además el cuenco para dejar el pienso estaba en la esquina opuesta del patio.
El problema era el pastor alemán, él era el cabecilla y el más peligroso.
Tenía que pensar algo para distraerlo.
Brie miró a su alrededor buscando algo que pudiera interesar a un perro.
Un palo.
Sí, eso era perfecto. O por lo menos lo era si se tratase de Toby.
Brie lo cogió decidida y lo lanzó por encima de la verja. Inmediatamente, el labrador y el husky fueron directos a por el palo; pero el pastor alemán ni se inmutó, continuó ladrando a Brie.
Decidió descansar un rato pues estaba exhausta por todo el entrenamiento, así que se sentó en un piedra cercana observando atentamente a los perros.
Por supuesto, el pastor alemán seguía ladrándola, y los otros dos estaban peleándose por el palo, así como cualquier perro hubiera hecho. Cualquiera menos el maldito pastor alemán.
Al final, el labrador se quedó con el palo que decidió morder hasta convertirlo en un montón de astillas.
El husky estaba tumbado mirándole fijamente como si le estuviera rogando para que le dejase un poco del palo.
A Brie le recordaba a un lobo, un lobo que había visto cuando fue con su familia de excursión a la montaña. Su hermano Luke fue el primero que vio al lobo, era de pelaje grisáceo y ojos extremadamente negros. Luke corrió hasta esconderse detrás de su padre, pero el lobo sólo les observó por unos cuantos segundos y después se perdió entre los árboles de la montaña.
Brie había quedado impresionada por el tamaño y la belleza de ese lobo.
Lobo.
Palo.
Lobo y Palo.
Eran buenos nombres.
Se quedó mirando a los perros.
Palo se había puesto a perseguir su propia cola y Lobo estaba revolcándose entre la arena.
Luego estaba el pastor alemán que no paraba de ladrar descontrolado.
De repente, Palo y Lobo se acercaron a la verja y comenzaron a ladrar. Por eso, Brie se dio cuenta que venía alguien.
-Yo que tú ni siquiera lo intentaría.- dijo una voz detrás suya.
Brie se giró para encontrarse un chico vestido con el uniforme granate. Estaba sentada pero incluso de pie estaba segura que le llegaría por el hombro como mucho.
Se quedó unos segundos mirando a sus ojos de un avellana intenso y su pelo moreno despeinado.
-Ya lo he intentado.
El chico sonrió antes de echar una mirada a los perros y sentarse junto a Brie.
-John me ha mandado para ver si ya habías cumplido tu castigo. En mi opinión es un castigo muy poco original.
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Renegados
JugendliteraturHay ciertas decisiones que lo cambian todo. Brielle no puede parar de preguntarse por qué no se quedó en casa aquel día. ¿Por qué decidió salir? ¿Por qué no vio a ese hombre detrás suyo? ¿O por qué no se quedó con sus amigos más tiempo? Decisiones i...