Pokémon II: Las maravillas de Johto

Capítulo 7: "Malas vibras"

DENNIS

El tiempo se pasó volando. Tanto así que ya me encontraba en Ruins of Alph, con la medalla del gimnasio de Violet City en mi poder.

Me metí en las ruinas y una señorita me mencionó que frente a mi había un puzzle que nadie había podido resolver. Sonreí, me encantan estas cosas.

—No se preocupe, yo me encargo.

Me acerqué a la roca que contenía el rompecabezas para empezar a resolverlo. Comencé por las esquinas, y pude divisar una figura muy familiar. ¿No era este un Aerodactyl? Pues si es que lo era, lo iba a lograr.

No se cuánto estuve metido en el puzzle, sin embargo había algo que no me dejaba terminarlo.

—Puede dar vuelta las piezas, señor.

Ahí todo calzó. Di vuelta la única pieza que no me calzaba dentro del rompecabezas y al ver la forma del Pokémon ancestral sonreí para mí mismo, y al mismo tiempo una luz invadió la pieza construida. Miré a Crobat, que se veía dispuesto a luchar, y el piso debajo mío se desvaneció.

¡Adivinad!

Sí, me caí en él.

Y hubiese sido peor si no tuviese un Pokémon volador conmigo todo el tiempo. Crobat logró agarrarme antes de caer y pude ver un espectáculo maravilloso.

Miles de Pokémon danzaban y jugaban dentro de las ruinas. Los checkeé con la Pokédex y resultaron ser Unown, una especie de abecedario Pokémon. Fue un espectáculo maravilloso.

Continué caminando por el lugar, tratando de buscar algunas escaleras. Los pequeños amiguitos jugaban con Crobat y yo sonreí. Le hacía bien a mi amigo un momento de tranquilidad.

—¿Así que tú eres Dennis? —una voz se escuchó dentro del lugar. Yo estaba solo, ¿verdad?

—¿Quién es? —dije sin moverme. Crobat se colocó en posición de pelea.

Un Pokémon de la región de Johto se aproximó: Feraligart. Seguido por Kingdra, un Gyarados, un Weavile, y un Rhyperior. Entre ellos apareció un joven de cabellera roja y ojos grises.

Grey, me recordó.

—Tu estás buscando a Grey. ¿Me equivoco?

¿Qué?

—¡¿Qué le hiciste?! —gruñí y Crobat preparó sus alas para lanzar un ataque.

El joven suspiró.

—Hey, tranquilo. —dijo calmado, pero con la misma seriedad de hace un instante—. No puedo hacerle nada, sería tonto. Es mi hermanita después de todo.

Oh no, no era él.

—Silver... —susurré. El asintió.

—Solo quiero advertirte de algo, Dennis. —se acercó aún más, me estaba empezando a poner nervioso—. Tú y mi hermana no tienen que verse.

Sabía a lo que se refería. No me costó mucho adivinarlo.

—¿Acaso no quieres que se entere de que su padre es un criminal? —lo desafié.

Le di al clavo. Frunció el seño.

—No voy a permitir que te le acerques, es todo.

Suspiré, era obvio su plan. ¡Por algo me conocía! No había tenido encuentro alguno con este tipo, solo sabía de él porque el Profesor Elm me había contado un poco sobre el chico que había robado un Totodile del laboratorio.