•°•~SESENTA~•°•

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No estaba acostumbrado a las luces apagadas.

Se atrevía a decir que no le gustaba el ambiente de la habitación. La luz proveniente de la ventana abierta, cuyas cortinas se movían levemente por el viento, le daba un aspecto gélido.

Cerró la puerta tras de sí, viendo en el suelo como la línea amarilla de la luz del pasillo desaparecía acompañada del crujido de sus pisadas. Levantó la vista poco antes de que sus ojos se acostumbraran a las penumbras y observó la silueta encorvada de otra persona sentada en la cama.

Detestaba como el piso de madera crujía bajo sus pies, como si eso hiciera de su presencia algo molesto. Pero a pesar del ruido que ya había causado, la otra persona ni siquiera se giró para verlo, y estaba más que seguro de que no lo haría.

Se acercó a la cama sin decir palabra, se llevó una mano atrás, encontrándose con las sábanas desordenadas, y se sentó despacio al borde de la cama a la derecha del chico.

Cole tenía los codos apoyados en las rodillas y la cabeza gacha. Zane evitó mirarlo demasiado y también bajó la cabeza compartiendo su mirada en ese punto inexacto del suelo.

Zane giró un poco su cabeza, mantuvo las manos pegadas al borde de la cama, tratando de no invadir el espacio del otro. Podía ver cómo sus sentimientos estaban prendiendo de un hilo; tenía miedo de que, como todo hombre normal en la faz de la tierra y más en él con su naturaleza, de un segundo a otro se llenara de ira, se alterase.

Quería tocarlo, aunque fuera rozar su mano libre con la suya.

Cole rompió el silencio inesperadamente.

-¿Por qué sigues aquí? -le preguntó con tristeza.

-Por qué prometí que siempre estaría a tu lado.

Porque quería permanecer ahí, a su lado, deseando que el silencio no se volviera incómodo.

-No -murmuró con dificultad.

-¿No?

-No -repitió más fuerte -No, Zane. No.

-Tú no eres quien para decidir si me voy o me quedo -le regañó -Yo tomé la decisión de apoyarte, nadie me obligó, ni siquiera tú.

-¿Por qué no te das cuenta de que por mi culpa está pasando todo esto? -bramó. Se notaba que estaba tratando de mantener la calma.

Se llevó una mano a la cara, cubriéndose los ojos, como si se arrepintiera de lo que acababa de decir o se obligara a sí mismo a no ver a Zane.

-Es por mi culpa que todo está mal... -admitió -que tú estás mal.

-¿Y cómo se supone que estas tu entonces, Cole?

-¡¿Eso que importa?! -exclamó aun viendo a suelo.

Hubo una pausa, como esas que se forman cuando hay interferencia en la línea telefónica: difusas.

-Tal vez solo deberías... deberías buscarte algún otro novio por ahí.

Segundos atrás Zane sentía el corazón en la garganta, pero justo después de esas palabras el latido se detuvo.

Tragó, sin siquiera sentir algo en la lengua.

-¿Cómo puedes creer que me haces daño? -le preguntó.

Que no sintiese el corazón no significaba que estuviese herido, simplemente tenía más miedo que antes, lo cual no creyó posible. No temía por él, y jamás lo había hecho, temía por la cosa más hermosa que le había pasado en la vida.

Temía que Cole no lo supiera. Que no supiera cuanto lo amaba, cuanto lo necesitaba.

Y aún peor, si lo sabía tenía miedo de que fingiera que no le importaba.

Así, ninguno dijo nada. Pudieron pasar segundos, minutos tal vez. Y si el otro estaba llorando no creyeron que fueran lágrimas que debían secarse.

-Solo... hay que ver las cosas como son -dijo Zane después de un largo rato.

Cole se apartó el pelo del rostro para después restregarse las mejillas. Miró al chico rubio, concentrándose en su ojos azules, brillantes.

-No quiero a nadie más -le aseguró viéndolo -Te amo sólo a tí y quiero darte el lugar que mereces en mi vida.

-¿Sin importar lo que digan los demás?

Zane sonrió.

-Sin importar lo que digan los demás -finalmente tocó su mano y no tardaron en entrelazar sus dedos.

Sin embargo Cole aún tenía esa mirada de angustia en el rostro y Zane sabía que no había forma de quitarla instantáneamente. Cosas como esa se tratan, se calman con el tiempo.

-¿Cómo estás? -le preguntó de nueva cuenta a Cole.

El pelinegro le dio un apretón a su agarre, como si eso le recordará al otro que así eran las cosas.

-Estoy cansado.

Se dejó caer atrás suspirando y se acomodó en la cama boca arriba y cerró los ojos, de esa forma aparentaba estar relajado. Zane se acomodó a su lado, abrazándolo por la cintura, escondió su cabeza en su hombro, asegurándose de que su nariz rozara el cuello del otro.

Permanecieron juntos y compartieron el silencio.




~♥~
“El amor por alguien o algo es quizás lo único que te puede hacer más feliz y a su vez hacerte más daño.

Es eso lo que nos mantiene vivos.”
~♥~

Fragmentos | Glacier | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora