Parte 18

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Pase la primera parte de mi dolor en la naturaleza, en el silencio, rodeada de gente, con mi familia, pero con nadie a la vez. Mi corazón había estallado en mil pedazos, dolía tanto, no podía desahogarme porque mis cercanos sospecharían que algo pasaba.

Me fui unos días a la playa mientras mi familia pensaba que iba a ver una amiga, arrendé una pieza y no salí de ahí por dos días, lloré hasta el punto de vomitar, todo el día en la cama, mirando las fotos del celular, esperando quizás algún mensaje, pero el celular nunca sonó con su nombre.

Asumí que sería un dolor constante y que no superaría nunca hasta volverla a tener junto a mi.

Los días se me esfumaban, sin hacer nada productivo, sin ser yo.

Volví un mes antes de entrar a clases al departamento con la ilusión de que estaría allí. Pero no, la cama estaba intacta, en los cajones solo había ropa mía y un pijama de ella, estaba segura que lo había dejado ahí para sentirla. Las sabanas aun tenían su aroma, no las cambie por mas de un mes, durmiendo abrazada a su pijama.

No soportaba no tenerla, no sentirla, que estuviera lejos, ni siquiera sabía donde se estaba quedando y si estaba bien.

Luego de ese tormentoso final ya comenzaba a pensar lo sucedido, fui una imbécil con todas sus letras. Ella dijo que me esperaría y no me importó nada, no me importó su sufrimiento ni sus sacrificios, no me importó hacerla sentir mal, que idiota fui, no pensé.

Perdí la cuenta cuantos mensajes envié entre textos y voz, pero no respondía. Excepto uno que decía:

Fer, soy yo, estoy bien ya de vuelta. Necesito saber como estas, sé que no quieres responder esto, como no lo hiciste con los anteriores, pero hay un matiz diferente, me disculpo por todo lo dicho la última vez que hablamos, claramente hablé herida, espero me comprendas, necesito tus disculpas. Espérame por favor. Y sólo manda alguna señal de que estas bien, yo se que me quisiste y necesitabas saber que estaba bien, entiende, yo también lo necesito.

La incertidumbre es un sentimiento que no le deseo a nadie, el querer saber algo y no poder me mataba lenta y dolorosamente. Nunca fui tan celosa, confiaba en ella, hasta que nos separamos, no podía dormir de los celos de que quizás estuviera con otra persona.

Siempre arruino las cosas y esta ha sido la peor, ¿que más podía hacer?

Realmente era la persona con la que me sentía realizada, todo lo que quise y esperaba, estábamos destinadas, se suponía que lo estábamos, pero lo perdimos. Estoy segura que la conocí mejor que nadie en el mundo, es lindo saber que la tuve aquí, junto a mi, que lo tuvimos todo.

No sabía que hacer, volvían los días que parecían años, me enloquecía, antes siempre necesitaba estar sola, pero luego de su paso por mi vida la necesitaba en cada momento. Cuando despertaba miraba hacia su lado de la cama y sólo veía que estaba vacío, a veces colocaba una cabecera para sentir aunque fuese la ilusión de que estaba acurrucada durmiendo.

Claramente todo lo que hacía me recordaba a ella, hacía cosas que ella realizaba a diario como lavarse los dientes mientras preparaba el desayuno, lo encontraba tan contradictorio, lavarse los dientes antes de comer, pero ahora necesitaba hacerlo también.

El pijama que había dejado fue perdiendo su aroma noche tras noche, hasta que en un momento sólo tenía mi olor. La necesitaba tanto. A ratos cuando miraba nuestras fotos sentía que no podía respirar, le entregue mi corazón y ella no me lo devolvió.

Dos días después de enviar el mensaje; en la noche me respondió, el aire volvió por unos minutos a mis pulmones, aunque era un mensaje corto, era lo que necesitaba.

'Me alegro saber de ti, yo también estoy bien, conseguí una casa pequeña muy cómoda. Cuidate por favor'

Estaba bien, me alegraba que tuviera donde vivir, pero eso confirmaba que si volvía sería en mucho tiempo más.

Mi profesora, mi enamorada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora