Al escuchar esas palabras provenientes de un chico, giré mi cabeza para poder mirarlo.
-¿Seguro?-. Solté una pequeña risa al decir aquello. Admito que estaba bastante deprimida, pero yo nunca trato mal a los demás, aunque esté enojada, triste o algo más.
-Sólo si me lo piden-. Él subió ambas cejas y de igual manera rió.
-Mi nombre es DongHae, un gusto-. Me dijo enseguida de aquello, sonrió y estiró su mano para que pudiera estrecharla con la mía. Yo le devolví la sonrisa, traté de lucir feliz.
-Yo soy Jin Ri, y el gusto es mío-. Me senté de mejor manera y recorrí mi cuerpo unos centímetros hacia donde él estaba, para poder estrechar las manos. Después de unos segundos él me soltó.
-¿Qué haces aquí sola? Normalmente se viene con amigos-. Preguntó con una mueca en su rosto que reflejaba duda, mientras ladeaba su cabeza también.
-Mis amigos subieron a ese juego de ahí-. Señalé con mi dedo índice la gran atracción mecánica que estaba en su máximo esplendor.
-¿Y por qué tú no subiste?-. Me miró algo divertido, pude notar algo en sus ojos pero no logré descifrar con exactitud qué sentimiento era.
-Me da miedo-. Mentí, en realidad no me daban miedo, había superado mi fobia con ayuda de Heechul. Mentí simplemente porque no quería decirle que no estaba de ánimos, tendía que contarle todo y en realidad no quería aburrirlo con mi historia.
-¿Y tú por qué estás solo?-.
-Mis amigos acaban de irse, pero se me antojó un helado y como estabas aquí sola, decidí venir a invitarte por uno. ¿Quieres ir?-.
-Claro-. Era un desconocido, pero me transmitía confianza. Su rostro era demasiado tierno, pero guapo a la vez. Se veía muy inocente. Saqué mi celular para avisar a mis amigos que ya me iba a ir, luego le sonreí y me levanté de aquél banco.
-Vamos-.
-Vamos-. Asintió con su cabeza aún sonriendo, se levantó también y caminamos juntos hasta el puesto de helados. Luego de comprarlos caminamos un poco y después salimos del parque, para ir hasta un río que había cerca. Nos sentamos en el pasto, a observar el agua, ya estaba oscureciendo.
A cada segundo que pasaba él me caía mejor, ya nos conocíamos mucho en tan sólo un par de horas. Se ofreció a llevarme a casa, y cuando subimos a su auto se quedó mirando mi rostro fijamente, yo giré mi cabeza para poder verlo también. Sonreí.
-¿Qué tanto me ves, hm?
-Eres muy linda-.
Oh no.
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El precio de amar.
Romance¿Quién no se ha llevado una decepción con alguien que ama? ¿Quién no ha sido engañado alguna vez? ¿Quién no ha tenido que derramar lágrimas?, o lo que es peor derramarlas hacia dentro, sin que nadie lo sepa. Copyright: All Rights Reserved.0