[12] Nerviosismo

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 "- ¿Qué pasa con Ander, Raquel?"


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La chica me miró afligida.

- Se lo han llevado.

- ¿Qué? - quería ser paciente con ella, pero el nerviosismo se estaba implantando en mi estómago.

- Le ha dado un ataque... epiléptico...

Un segundo. ¿Qué acababa de decirme? Mis ojos se abrieron progresivamente hasta duplicar su tamaño, al procesar sus palabras.

- ¿Cuándo? - pregunté, sin saber por dónde empezar.

- Al empezar la clase - balbuceó -. Se encontraba mal, y de pronto... - se tapó la cara con las manos y rompió a llorar con más ahínco, recordando lo sucedido.

Algunos compañeros se giraron hacia nosotras y Conchi clavó su mirada en Raquel, mientras yo la abrazaba torpemente.

- Raquel, ¿Quieres ir al baño? - preguntó la profesora con delicadeza.

Ella asintió con el rostro aún oculto y se levantó, para abandonar el aula a paso ligero y con la mirada fija en el suelo.

- Bueno, chicos... veo que hoy no es el mejor día para dar clase - Conchi suspiró largamente antes de continuar -. Os dejo estudiar lo que nos queda de tiempo.

Siendo la primera hora de la jornada, todavía no nos podían haber mandado ninguna tarea, y tampoco era época de exámenes aún (por mucho que algunos se empeñaran en trabajar como si tal cosa), por lo que no había mucho que pudiéramos hacer. Seguramente la mujer dijo "estudiar" para no decir "hacer lo que os venga en gana", pero lo cierto era que nadie tenía ánimos para alborotar la clase.

Era mi oportunidad para terminar con los ejercicios de lengua que no había tenido tiempo de hacer el día anterior, puesto que Cris y yo nos habíamos retrasado en nuestro paseo para cambiar el camino de vuelta. Pero yo estaba más preocupada por Ander, Raquel y todo lo que me había perdido en lo que duraba media clase.

Las horas pasaban y yo repiqueteaba con los dedos en la mesa, aguardando impaciente la hora del descanso para ir a hablar con Jon. En dos ocasiones lo había buscado sin resultado, en los escasos minutos de intermedio entre una clase y otra. La primera vez, entre Dibujo y Literatura, había de decirse que no puse mucho empeño en mi búsqueda. Estaba algo afectada por lo que había pasado, recreando en mi imaginación la dura escena que me habían relatado tanto Raquel como un grupo de chicas, que me hablaron de los detalles de lo sucedido. Tras la clase de literatura, sin embargo, me aventuré por los pasillos esperando dar con el paradero de mi amigo, decidida a hacerlo en aquella ocasión. No obstante, el resultado fue el mismo: ni rastro de Jon. No teníamos asignaturas comunes en toda la mañana, y ya empezaba a desesperarme.

Cuando finalmente tuvimos un receso, mi decepción fue palpable al descubrir que Jon había acudido al hospital tan pronto como supo del ataque de su primo <<Tonta de mí, es lógico que le hayan dejado ir>>.

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Al llegar a mi casa tras una mañana de locos, tiré la mochila sobre el sofá y me apresuré en quitarme la sudadera, respirando pesadamente.

- No te vas a creer lo que ha pasado hoy en clase - me dirigí directamente a mi madre.

- Hablas de Ander, ¿Verdad?

Aquella respuesta hizo que me detuviera al instante. El desconcierto se pintó en mi rostro, mientras que en el de mi madre tan sólo se reflejaba agotamiento.

- ¿Cómo te has enterado? - Pregunté, con la sudadera cubriéndome aún un antebrazo.

- Lo hemos atendido esta mañana - dijo, desviando la mirada.

Sí, mi madre era enfermera. Sí, atendía a decenas de personas al día. Pero el hospital en el que trabajaba estaba en otra ciudad. Que yo supiera, la ley estipulaba que las ambulancias debían llevar a los pacientes al hospital más cercano.

- No sé por qué nos lo han traído - dijo mi madre, leyendo las dudas de mi mente -. Parece que lo han llevado primero al hospital local pero nos han dicho que allí no podían atenderlo.

- ¿Qué? ¿Acaso no tenían sitio? - pregunté, incrédula.

- Eso es imposible. Y tampoco le pasa nada que sea difícil de tratar - continuó, conectando unas palabras con otras, evidenciando que su nerviosismo iba en aumento - . Lo único que necesita ese chico es un poco de suero y descanso.

- ¿Así que está bien? No lo entiendo.

- Ni yo. Y nadie nos ha explicado por qué lo han desplazado a setenta kilómetros de aquí, teniendo un centro de urgencia a diez minutos del instituto.

Conversé con mi madre un poco más, y me di cuenta de que estaba olvidando un detalle importante.

- Mamá, ¿Sabes si Jon ha ido al hospital?

- No, que yo sepa.

Tras quedarme pensativa unos segundos, saqué el móvil del bolsillo y unos cuantos toques bastaron para iniciar la llamada. Subí brincando las escaleras y me encerré en mi cuarto, paseando con nerviosismo, a la espera.  

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¿Cómo os va la vida? La mía es un poco estresante, la verdad.

Bueno, ya sabéis lo que le ha pasado a Ander, pero aún desconocéis el por qué y lo que esto desencadenará (MUAJAJAJA). Espero de corazón que os esté gustando la novela, porque desde que hemos empezado el curso se me hace realmente difícil sacar tiempo y ganas para escribir y actualizar. Por eso, cada comentario y cada voto significan mucho. Me animan a seguir adelante con esta historia.

¡Un saludo!


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⏰ Última actualización: Oct 22, 2016 ⏰

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