[11] Algo no va bien

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Me removí en la cama siendo vagamente consciente de nada, deseando encontrar una posición más cómoda. El silencio era absoluto, y yo estaba apunto de volver a caer rendida en los brazos de Morfeo, cuando... "¿Mh?" Una sensación incómoda se instaló en mi pecho. Algo pasaba. No sin esfuerzo, abrí lentamente los ojos y mi cerebro comenzó a trabajar. "Tienes que levantarte". "Tienes que ir al instituto". Continué grogui ante aquellos pensamientos, mientras cobraban sentido en mi cabeza. "Espera, ¿Qué?" Abrí los ojos al máximo, procesando la información. "¿Ha sonado el despertador?" Estiré el brazo para alcanzar mi reloj, el cual dejaba sobre la mesilla mirando hacia mí cada noche, para poder ver la hora en cualquier momento. Las ocho y veinticuatro. "¡Las ocho y veinticuatro! Mierda, ya llego tarde". El fugaz recuerdo de un molesto pitido cruzó mi mente. Sí, el despertador había sonado. Y yo lo había ignorado por completo. Me levanté de golpe, provocándome un mareo que no hizo más que retrasarme, para variar. Las clases comenzaban a las ocho y veinte y ya había perdido el autobús. Aún debía vestirme y desayunar, y me costaría unos veinte minutos llegar al instituto en bici, si me daba prisa. Mierda. Abrí el armario de par en par, sin miramientos, para buscar rápidamente con la mirada algo que ponerme. Vaqueros, camiseta de manga corta y deportivas. Cogí también una sudadera cualquiera para las primeras horas de la mañana y bajé las escaleras tan rápido que estuve a punto de caer de bruces.

No me habría preocupado tanto llegar tarde al instituto si no hubiera sido porque ya era la enésima vez. Tenía la bonita costumbre de pasar olímpicamente del despertador y tener que andar con prisas después, pero qué podía decir, adoraba dormir. Aunque con tan pobre excusa no me convencía ni a mí misma, ¿A quién no le gusta dormir? De todos modos tenía algo que decir en mi defensa, y era que, hiciera lo que hiciese, me costaba horrores conciliar el sueño, motivo por el cual unas leves ojeras formaban ya parte de mí. A raíz de aquello se me habían acumulado algunas faltas de asistencia. Y no era por gusto, no era que quisiera saltarme las clases, esa era la parte del asunto que me provocaba rabia. No quería que volvieran a llamar a mis padres, la última vez había sido hacía poco y lo que menos me apetecía era ser castigada cuando en tan sólo un par de días, el próximo sábado, pretendía salir con unas amigas a las que hacía una eternidad que no veía.

Llegué a la entrada del centro exhausta, había pedaleado sin descanso y lo más rápido que me habían permitido las piernas. Me faltaba el aire y había salido sin desayunar, pero quizá no me tomaran en cuenta la tardanza. A primera hora tenía dibujo y la profesora era bastante flexible, por suerte. Además, no se me había hecho tan tarde, mi reloj marcaba las nueve menos veinte de la mañana. Sonreí por un instante al terminar de candar mi bici. Un nuevo récord. Al menos el esfuerzo me había servido para calentar mi cuerpo; la sudadera resultó no ser suficiente para abrigarse aquella mañana. Caminé con determinación aunque entre jadeos hasta las escaleras que llevaban a los pisos superiores del edificio. Me detuve un momento para tomar aire, maldiciendo que el aula de dibujo se encontrara en el tercer piso. Tras el esfuerzo hercúleo de subir las dos plantas a la carrera, sintiendo la necesidad de tirarme al suelo y quedarme ahí por un mes, hice de tripas corazón y caminé hasta la puerta de la clase. Me tomé unos segundos para reponerme mínimamente (no quería entrar con pinta de encontrarme en pleno ataque de asma). Llamé suavemente a la puerta y me asomé con cautela, cruzando los dedos para que me dejasen entrar en clase. Esperaba reproches, miradas de desaprobación o palabras secas, pero lo que no me esperaba fue lo que encontré al echar un vistazo a la clase. Un silencio sepulcral reinaba en la sala, y supe que no se trataba del desconcierto que provoca la repentina aparición de alguien en el aula. A primera vista, todos tenían un semblante serio, uno fuera de lo común. Incluso Conchi, la profesora, mantuvo la mirada gacha cuando me disculpé por retrasarme y me indicó que tomara asiento.

Al pasar entre las filas de pupitres me quedó claro que algo grave ocurría. Miradas perdidas, hombros encogidos, quietud imperante... Al sentarme en mi lugar habitual, presté atención a un leve sollozo. Raquel, a mi lado, estaba llorando tan silenciosamente que parecía que no quería ser descubierta. Aunque cualquiera que se hubiera parado a mirarla un segundo habría visto que la chica no estaba bien.

- Eh, Raquel - susurré con cautela. Éramos compañeras, pero no amigas. En clase de dibujo estábamos colocados por parejas y ser una de ellas era lo que nos había impulsado a hablar desde el principio del curso, aunque sin llegar a intimar realmente.

Se asomó un momento bajo sus cabellos para mirarme, y su sollozo se volvió algo más fuerte. 

<<Genial. Bien hecho, Ane>>.

- Raquel... ¿Estás bien? - <<No podrías haber hecho una pregunta más estúpida>>.

Alargué una mano para posarla en su hombro, aparentando más seguridad de la que sentía.

- Ane... - dijo, al fin, con voz temblorosa.

Acaricié su hombro afectuosamente (o eso quise hacer) durante largos segundos, hasta que tomé una larga bocanada de aire y pregunté:

- ¿Qué ha pasado?

Raquel sorbió por la nariz y se tomó un tiempo para responder, mientras sus hombros se convulsionaban suavemente.

- Ander...

Fruncí el gesto extrañada al oírla mencionar el nombre de su novio, quien también era el primo de mi amigo Jon. Eché un vistazo rápido a la clase y pude comprobar que el chico no se encontraba allí. ¿Estaría enfermo? Mi preocupación aumentó. ¿Estaban así todos por él? ¿Le pasaba algo malo? Cambié la dirección de mis pensamientos al notar que Raquel lloraba con más fuerza, cerrando a conciencia los ojos. La voz de Conchi se oía como un simple ruido de fondo. La profesora estaba apagada, como todos los demás.

- ¿Qué pasa con Ander, Raquel?

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¿Me echabais de menos?

En primer lugar, siento cortar el capítulo con una pregunta, pero me temo que os quedaréis con la intriga de saber lo que ha pasado.

Como ya os dije en posts anteriores, en estos momentos no dispongo de mucho tiempo para Wattpad, y esos "proyectos" que mencioné en el capítulo anterior han acaparado mi imaginación y entrega para escribir. Aún no os diré de lo que se trata, pero sí puedo deciros que he finiquitado mi mayor cruzada, y me centraré un poco más en Sueños Descompuestos.

¡Un saludo!

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