-¡¿DONDE ESTABAS?!-Grito mi padre cerrando la puerta detrás de mi, camine a paso lento hasta el sofá y deje ahí mi mochila y el violín.- ¿Me vas a contestar si o no?

"Respira.."

-En un momento, padre. Estoy poniendo mis cosas en su lugar.- hablé sin dirigirle la mirada ni por un segundo. Pude sentir su respiración furiosa y su leve golpeteo al suelo con su bota. Me giré a enfrentarlo y le sonreí.- estaba en el auditorio de la Universidad en la que entre, padre. Planeó audicionar para la banda sonora de ahí.

-Oh..-susurro mi padre en un susurro.- Bien, de acuerdo. Pero si fracasas no quiero que vengas aquí a llorar.-advirtio apuntandome con el dedo índice y asenti levemente la cabeza.

-Usted no tiene porque preocuparse, esta es mi vida, no la suya.- dije sin intención de ofenderlo, pero se, de antemano que le dio por ofenderse.

Sin decir más, camine a las escaleras y las subí perezosamente, pensando:

¿Porque papá se había vuelto tan gris? ¿Porque ser tan pesimista?

Cuando llegue a mi habitación decidí despejarme de aquellos pensamientos sin color de mi padre.
Mi teléfono sono y rápidamente lo tome y lo puse sobre mi oído, la única persona que me hablaba a ese viejo teléfono, era mi madre.

-¿Mamá? -salude como de costumbre esperando su respuesta.

-¡Florencia, hija!- contesto mi madre del otro lado de la línea, sonreí por inercia.

-¡Madre mía! Me alegra que me llamé en este momento.- le respondí porque era verdad, mamá era el sol y mi padre era la lluvia que había hecho un arcoiris en mi. Una risa dulce brotó y no pude sentirme más entusiasmada.

-¿Hay buenas noticias?

-Las hay, madre.-contesté sería y prosegui.- En mi nueva Universidad hay una orquesta, y estuve viendo un ensayo, vi que les falta un violinista, ¡y el profesor me permitió audicionar mañana!- chille emocionada al igual que ella.

-¡Molto bene, bambina!- Grito con emoción.- quiero que estés muy tranquila en tu audición, todo estará bien, ¿de acuerdo?

-Claro, madre. Trataré de estar relajada.-prometí. Escuche como un suspiro brotó de sus labios.- ¿sucede algo?

-No, no.-se apresuró a decir.- es sólo que te extraño.

-También la extraño, madre. Me tengo que ir, tengo tarea. Cuidese y me saluda a Gary.- dije sonriendo y enredando el cable con mi dedo.

-Está bien, cuidate, bambina.

Y colgué.

Tomé asiento en el escritorio que estaba justo en la ventana, dándome una brillante vista de Venecia. La niebla abrazaba las casas sin tocar el agua cristalina mientras el invierno avisaba su llegada con entusiasmo.

Las estrellas brillaban y bailaban junto a la luna, festejando el blanco del frío y la paz en el ambiente. Tomé mi lápiz, y mire al cuaderno de notas que tocaba con el violín, mastique inconscientemente la punta del borrador mientras vigilaba como la tinta negra encajaba con el papel del cuaderno, indicandome que melodía tenía que tocar mañana.

"Suave música que le hace el amor al oído...suave melodía que entiende el miedo de tus labios.."

Alce una ceja y escribí la oración "audición." En lo más alto de la hoja.
Deje a un lado el cuaderno de canciones y decidí hacer mi tarea.

Habían dado las 12:00 AM. Cuando pude terminar mi tarea, no era muy buena en álgebra, y tampoco se me hacía divertida. Mis ojos pesaban y lagrimeaban por el cansancio, me levanté de la silla de madera y me metí a la cama sin siquiera cambiarme por la pijama. Mañana era un día importante para el inicio de mi sueño y no quería vivirlo con ganas de dormir. Nunca me había sentido tan malditamente insegura, la gente me hacia sentirme así, dándome posibilidades de fracasar, dándome razones para rendirme. Pero no, eso no es asi conmigo.

Photograph and Wolves. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora