¿Cómo un simple baño puede verse más cómodo que mi cama? Dentro del baño hay dos sofás, una planta y una pequeña cascada.
Me relamo los labios y dejo salir el aire por estos provocando un ronco quejido.
Tocan la puerta y mi corazón se acelera, los toques son suaves pero firmes, y me imagino a quien pertenecen los nudillos que hacen sonido contra la madera. Me muevo de un lugar a otro y suelto el aire, no sabia que lo estaba conteniendo y en que momento comencé hacerlo.
—Bianca, haga favor la puerta —Frunzo los labios, él a veces habla muy extraño.
Sigue tocando la puerta hasta que veo como da vuelta la manilla.
—Estoy desnuda —grito desesperada.
Pero al vicepresidente de esta empresa no le importa y entra, me observa de arriba a bajo y luego sonríe.
—Cuando quiera le puedo enseñar el concepto de desnudez —masculla con voz aterciopelada.
Paso saliva y me remuevo incomoda por su comentario. Veo la puerta y siento ganas de salir pero no lo hago, quiero demostrarle a Gabriel que sus palabras no causan nada en mí.
Él se relame los labios y me observa con superioridad, cambio mi postura por una más recta y firme.
—Gracias. Conozco muy bien ese concepto —Lo veo de arriba a bajo, y al parecer eso le gusta.
Maldición con este hombre.
—Conoces solo una parte, yo te puedo enseñar la otra —Su voz dulce me desconcierta.
Se acerca peligrosamente a mi cuerpo, me quedo paralizada observándolo, su rostro esta cerca del mio pero no me besa, doy un paso atrás y él sonríe dejándome ver unos tiernos hoyuelos. Me pasa ropa y luego hace una reverencia, lo veo con burla por su acción pero él ya se ha dado la vuelta.
Cuando sale, suelto un gruñido que parece más el maullido de una gata en celo. Me quito la ropa y me pongo la que me ha traído el hombre tarjetas negras. La ropa es de mi talla, igual que la interior que no quiero imaginar como aserto en ella y mucho menos quien la compro.
Salgo y lo primero que veo es a una coqueta secretaria besando a Gabriel, toso para hacerles saber de mi presencia, la secretaria prácticamente salta y hace como si le acomodara la corbata, él se quita las manos de ella de encima.
—Disculpen. Esta nena no ha visto nada —declaro y luego camino directo a las escaleras.
Si él tiene su oficina, ¿porque no la usa? Siento un sabor amargo en la garganta y un revuelo en el estómago, las imágenes eróticas nunca han sido lo mio, me producen asco y ganas de quedarme virgen por siempre.
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Convénceme ©
Storie d'amoreAntes llamada, ¡Contigo no! Gabriel Monserrate es un hombre reservado y frío, que está cansado de su monótona, gris y adinerada vida. Él, lo tiene todo, pero quiere más. Quiere algo nuevo que poder comprar, y no le importa el precio o lo que ten...