Prólogo

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Él sonido de las sirenas de policía se escuchaba detrás de nosotros. Mi padre me cargó en sus brazos y escapó conmigo, esos hombres querían llevárselo preso, no permitiríamos eso.
Pasaba de las 9 de la noche cuando comenzó la persecución.

Los disparos comenzaron...lograron herir a mi padre.
Fue ahí cuando él me soltó.

—Corre hija, corre —dijo mi padre tendido en él piso—. Yo estaré bien, corre.

—...Sí —dije asustada y con la respiración entre cortada—. Te quiero papá.

No le dio tiempo de responder por qué una luz nos encandiló a ambos, era la policía quién se había estacionado a escasos metros de nosotros.
No tenía tiempo qué perder, me levanté del suelo y salí corriendo.

—¡Quedese quieto! —oí a lo lejos gritar a uno de los oficiales.

—Niña ¿A donde crees qué vas? —gritó otro.

Cometí la estupidez de detenerme en seco ya qué estuve lejos de la escena y voltear en dirección hacia él callejón donde se había quedado mi padre, y un disparo se escuchó salir desde él lugar.
Un nudo en la garganta se apoderó de mi, y pronto varias lágrimas corrieron por mis mejillas.
Las luces volvieron a hacerse presentes a lo lejos, me seque las lágrimas y continúe corriendo hasta perderlos de vista cerca del muelle.
Estando en él muelle, me senté a la orilla de este y continué llorando.
Había perdido a mi padre para siempre, lo habían asesinado esos hombres de azúl...y yo no pude hacer absolutamente nada para evitarlo ¿Qué habría podido hacer yo de todas maneras?

Más tarde ese día volví a casa, aún sin saber como le diría a mi madre algo qué ella durante años no sospechó...qué mi padre era un ladrón.
Arruinaría por completo la perspectiva qué ella tenía de él, la perspectiva de un hombre bueno, honesto y trabajador.
Dolía pensar en tan solo contarle algo qué tuviese qué ver con papá ¿Qué haría?
Sí tan solo pudiese ocultarle esto, con tal de qué no perdiese esa perspectiva de él, lo haría.

—Hija ¿Donde está tú padre?

La hora de la verdad había llegado cuando escuché su voz cuando entré por la puerta de la cocina.

—¿Y bien? —dijo al ver qué no respondía.

Ella pensaba qué habíamos salido a la feria, cuando no era así, él me había llevado a la juguetería y me había pedido qué eligiera él juguete qué más me gustara, pensé qué lo compraría para mí, pero no fue así, no lo compró.
Él lo llamaba préstamo, de esos qué jamás se pagan o devuelven.

—Katelyn te hice una pregunta —habló con severidad y un toque de enojo en su voz—. ¿Donde está tú padre?

La miré directo a los ojos, se veían cansados y ojerosos. No sabía qué decir, así qué tomé una bocanada de aire y comencé a gesticular las primeras palabras:

—Papá está...

Él sonido del timbre de la puerta resultó una salvación, o al menos eso creía.
Mi madre fue a abrir aún sin dejar de mirarme.

Era la policía.

—Buenas noches ¿Qué se les ofrece oficiales? —dijo mi madre en tono preocupado.

Fue ahí cuando corrí a subir las escaleras y me senté en del último escalón qué daba al segundo piso, desde ahí no podía ver a mi madre, pero podía escucharla.

—¿Es usted esposa del señor Alexander Steilf? —oí decir a los oficiales.

—Sí ¿Ocurrió algo con él? —dijo mi madre asustada.

—Sí. Verá él opuso resistencia al momento de la persecución...

—¿Persecución? ¿De qué me habla?

—Veo qué no está enterada de nada, así qué comenzaré por él principio...detuvimos a su esposo por intento de robo, y ahora él está muerto...

Lo siguiente qué escuché fueron dos cosas:
Él llanto desconsolado de mi madre, y mi corazón caerse a pedazos.

Robar nunca fue tan Celestial Where stories live. Discover now