9.

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 Desde qué llegué a casa después de la escuela caí en la cuenta de qué faltaba tan poco para ir  nuevamente a casa de James.

 ¿Qué me preocupa?

 El hecho de volver ahí y tener qué volver a ver su novia. Aunque dudaba qué eso sucediera no  tuve más remedio qué tomar lápiz y papel e ir adelantando un poco mi ensayo para mañana.  Total no quería dejarle todo el trabajo a él, con su 'arrepentimiento de caridad' me bastaba.
 Dada la hora, tomé mis cosas y las guardé rápidamente en mi bolso, antes de salir me aseguré  de llevar todo lo necesario tanto como para el ensayo o por sí quería volverse a pasar de listo  como hoy en la fuente de sodas.

 Caminé a paso lento rumbo a su casa con la intención de no estar puntual al 100% en la puerta  de su casa, ya qué odiaba llegar a tiempo y también odiaba llegar temprano, y aunque ya iba      tarde quería molestarlo un poco más llegando más tarde aún, aunque la perjudicada fuese yo  más qué el, valdría la pena sacarle uno qué otro disgusto en el proceso del ensayo.

Finalmente llegué a su casa, toqué el timbre y espere pacientemente a qué abriera la puerta.

—Hola —dijo al abrir—. Llegas un poco retrasada, pasa.

 Me frustró un poco el hecho de la manera tan pacífica en la qué mencionó mi tardanza, mi  objetivo era molestarlo. Pero al parecer el tenía claro qué la perjudicada solo sería yo. Era mi  tarea, no la de el.

Asentí y entré a su casa.

—Toma asiento —señaló.

—Gracias —me senté en el sofá, luego el se sentó a mi lado—. ¿Y bien?

—Bueno, ahora te ayudaré con tu tarea

 De su bolsillo sacó un par de anteojos y se los colocó. Me causó gracia el hecho de qué parecía  John Lennon con ellos pero a esto le dio poca importancia.

—Oh por cierto, avancé un poco con ello —saqué de mi bolso las hojas mal dobladas y las coloqué en la mesa—. ¿Qué te parece?

 Tomó las hojas y comenzó a leerlas en silencio.

—Esto está bien, solo hay qué modificar algunas partes —acomodó las Hojas donde estaban—. ¿De cuantas páginas debe ser?

—Siete páginas.

—Será fácil —sacó una pluma y comenzó a escribir con rapidez.

 Duró un buen tiempo escribiendo de esa manera, haciendo cortas pausas para revisar uno de  los libros qué había traído consigo. Se veía muy concentrado, tanto qué preferí admirar ese  cuadro de un James concentrado a molestarlo con alguna bobada como había planeado  hacerlo antes de venir.
 Cuando por fin dejó la pluma junto a las hojas y se quitó los anteojos, supe qué su momento de  concentración había acabado.

—Ten —me entregó las hojas —. Léelo y dime qué te parece.

 Dudosa tomé las hojas y comencé a leerlas, hojeando página tras página hasta el final. Debo  admitir qué su manera de escribir me había dejado impresionada, además de qué su letra se  mantenía en forma en todo momento a pesar de escribir tanto y tan rápido.
 Me di cuenta qué James había hecho todo el trabajo por mí, me sentí una inútil, ya qué  prácticamente solo hice 10 renglones de la parte de la introducción, más sin embargo mi mente  lo interpretaba como qué no había hecho absolutamente nada.

—Es bueno —fue lo único qué se me ocurrió decir.

—¿Enserio?

—Como sí lo hubiese escrito yo —mentira.

Robar nunca fue tan Celestial Where stories live. Discover now