16.

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Él inexplicable silencio de Tadeo Sanders sobre él escándalo generado hace un par de meses atrás no hacía más qué preocuparme por completo. Creía qué entraría en acción cuando menos lo esperáramos. No entendía él por qué habría querido esperar un poco más para lograr lo qué se proponía: Meternos a la cárcel.
Todo parecía estar bien, pensaba qué las cosas seguirían así hasta después de dar a luz, más sin embargo me equivoqué.

[...]

Cierto día de la temporada del verano, Susan, Alison y yo nos encontrábamos en casa de Paula. Debido a la ausencia de esta última quisimos esperar a qué volviera. Mientras tanto veíamos la televisión.
Había pasado 8 meses de mí vida encerrada en su casa, siendo los dos últimos los más riesgosos. Ya qué la policía había entrado en acción en mi búsqueda, esta vez más alertas ante cualquier cosa, debido al silencio y misteriosa desaparición de Sanders qué a todo él mundo pareció extrañarle.
Nadie podía creerse qué la única persona qué afirmaba poder proporcionar datos sobre mi paradero haya desaparecido. Siendo honesta tampoco yo lo creía cuando pasaron la noticia, y Paula era la qué más temía por nuestra libertad. Dedujo qué podrían acusarnos como presuntas culpables de su desaparición, cosa qué para nuestra situación no resultaba nada beneficioso.

Paula entró apresurada a su casa, nos dimos cuenta de su presencia al escuchar la puerta azotarse y unos pasos subir las escaleras a toda velocidad.

—¿Paula?—miré en dirección a las escaleras y me levanté del sofá.

—Iremos a ver qué sucede con ella ahora.

Susan y Alison se me adelantaron y subieron por las escaleras hasta la habitación de Paula.
Debido a él estado en qué me encontraba demoré en llegar hasta su cuarto, pero cuando finalmente lo hice, me encontré con qué mis dos amigas estaban estupefactas ante las acciones de ella. Esta se disponía a lanzar ropa desde su closet hasta la cama.

—Paula, ¿qué haces? —me apoyé en él umbral.

Paula salió de dentro de su closet cargando una gran cantidad de prendas qué lanzó sobre la cama.

—¿Acaso no lo parece? Me voy de aquí —sé agachó debajo de la cama y sacó una maleta.

A mi mente llegó un mal presentimiento. Esta actitud no era normal en ella para nada. Siempre había sido fuerte, incluso habría considerado qué hasta más valiente qué todas nosotras juntas, pero hoy era otra.

—Pero, ¿porque? —tragué saliva.

—¿Acaso no vieron las noticias? Sanders abrió la boca, ¡tenemos qué irnos de aquí! —comenzó a empacar aún más rápido.

—¿Qué? —fue lo único qué salió de mi boca. Luego miré a Susan y Alison quién se mantenían sin decir nada.

—Lo siento Kat, no quería dejarte sola en esto, pero debo irme —cerró la maleta con fuerza.

—¿Pero a donde irás? —cerré la puerta detrás de mí.

—Me voy a Madrid, a vivir con mi abuela.

—¡Paula no puedes irte! —habló Susan.

—¿Como se te ocurre planear todo esto sin antes consultarnos? Somos tus amigas, corremos él mismo peligro qué tú allá afuera —dijo Alison.

—¡No puedo quedarme con ustedes! —revisó su bolso—. ¿Acaso no lo entienden? ¡Sino nos largamos de aquí esto se va a llenar de policías en menos de una hora!

—¿Y a donde se supone qué iremos? ¿Ya te pusiste a pensar qué sí la policía nos tiene en la mira te atraparán de todos modos? —dijo Susan.

Robar nunca fue tan Celestial Where stories live. Discover now