7.

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Finalmente llegué a casa y al entrar mi susto fue mayor al ver a mis amigas en la sala de estar.

—¿Como entraron? —pregunté tras recuperarme de la
impresión.

—Con la llave maestra —Paula sonrió—. Cuentanos —me hizo una seña para qué me sentara—. ¿Qué pasó?

—Bueno...

Comencé a jugar con mis dedos. —Cuando intenté grafitear la pared, apareció el chico al qué le robé su celular.

—¿Y como huiste? —preguntó Alison.

—Quise salir corriendo pero cada qué lo intentaba me atrapaba y me era imposible librarme —me senté en un sillón de la sala.

—¿Y qué más pasó?

—Me insistió demasiado y al final terminé devolviéndole su celular.

—¡¿Qué?! —gritaron al unísono—. ¡Olvidaste la regla de no devolver nada de lo robado!

—Lo siento chicas, no supe qué más hacer —me encogí de hombros.

—Bueno, al menos recuperaste tú celular también ¿O no?

Me acosté en el sillón me hice bolita y escondí mi rostro.

—No puede ser Celeste —dijo Paula.

—Lo olvidé por completo —dije aún con el rostro escondido.

—Suficiente.

De un momento a otro sentí qué alguien me estaba levantando del sofá. No de nuevo.

—¿Qué rayos hacen?

—Vamos a recuperar a nuestra Celeste, eso vamos a hacer —dijo Susan.

—Pero...

—Sin rechistar. Vamos a ir a casa de ese mugroso y le pedirás tú celular de vuelta —dije Paula tirando de mi camisa y abriendo la puerta.

—¿No pueden olvidarlo y ya?

—¡No! Esa prueba la puede usar en nuestra contra ¡Ese mugroso nos tiene en sus manos y puede hacer qué nos arresten a todas! Así qué iremos ¿Donde vive ese sujeto? —dijo Paula.

—Olvidenlo, no iremos, y no les diré donde vive —protesté soltándome de sus agarres.

—Escucha Katelyn —comenzó a decir Alison.

—No, no quiero escuchar —le interrumpí—. No hay nada, escuchenlo bien, absolutamente nada qué ustedes puedan hacer para qué yo les diga donde vive. Nada.

Mis amigas sobre todo Paula me miraron furiosas para después mirarse entre ellas. Acto seguido sonrieron maliciosamente.

—Ni se les ocurra pensarl...

Antes de qué yo pudiera terminar la oración mis amigas me empujaron fuertemente lo cual provocó qué cayese al suelo.
Mis amigas entraron corriendo a mi casa, me levanté rápidamente del suelo.

—Oigan —grité.

Corrí detrás de ellas escaleras arriba, entraron a mi habitación y al entrar, Susan y Alison me sujetaron de los brazos. Paula se encontraba rebuscando debajo de la cama y mi preocupación sobre lo qué haría aumentó. Intenté soltarme más no pude.

—¡Alejate de ahí! —le grité a Paula.

—Vaya, miren qué tenemos aquí —sacó de debajo de la cama una camisa azul, qué por cierto estaba autografiada por los integrantes de Twenty One Pilots.
—Deja eso donde lo encontraste y ninguna de las tres saldrá lastimada —grité intentando liberarme de nuevo.

Robar nunca fue tan Celestial Where stories live. Discover now