11.

262 29 2
                                    

Ni James ni yo habíamos pronunciado palabra hasta después de la comida. Cierto era qué yo no había venido para comer, pero como él señor "idiosincrasia" insistió y no dejó qué abriera la boca al momento de ordenar pues la comida no sé podía desperdiciar por su culpa.
James me miró en cuanto terminó de comer, y a mi ciertamente no me agradaba el hecho de qué me viera comer. Siempre me había resultado incómodo, era como sí las personas estuviesen analizando cuantos modales tenías en la mesa.
Decidí no discutir más con James, al menos no por ahora mientras comía, odiaba pelear mientras estaba comiendo, es por esto qué no le grité a James: Deja de verme mientras como.
Una vez qué terminé, volvió a hablar.

—¿Qué te pareció la comida? —preguntó con media sonrisa.

—No está mal —tomé la copa de vodka con la mano derecha y bebí un pequeño sorbo.

—Te veo beber de la copa y recuerdo el día en qué te pusiste ebria —rió.

Reí falsamente ya qué recordar ese hecho tan vergonzoso de mí vida no me enorgullecía ni me provocaba gracia alguna.

—¿Me ordenaste vodka con esa intención? —alcé una ceja.

—Algo así —sonrió ampliamente—. ¿Y sabes de qué más me acuerdo?

Katelyn, NO pelees con James.

—No me interesa saberlo —hablé rápido.

Me adelanté a la estupidez qué posiblemente iba a decir a continuación, más sin embargo de nada sirvió adelantarme para salir del paso.

—Cuando te llevé en mi hombro, y dije qué tenías lindas bragas, hablaba en serio —su sonrisa se ensanchó aún más.

Kat, kat...no pelees con...A la mierda, ¡Matalo!

El sonrojo en mis mejillas no tardó en aparecer y maldita sea odiaba qué hiciera esa clase de comentarios por qué hacían qué me pusiera así.
Decidí no responder, me levanté de la mesa, tomé mi pequeño bolso dispuesta a marcharme del lugar con la poca dignidad qué aún me quedaba. 
Inmediatamente el se puso de pie al ver qué disponía a irme.

—Katelyn, espera Kat...

Tomé la copa de la mesa y le salpique la cara a James de lo qué esta contenía.

Vodka, dulce vodka. 

La gente del lugar inmediatamente colocó su mirada en nosotros dos, eso me apenaba ya qué no era nada lindo formar parte del circo de James. Y peor aún quedar en ridículo gracias a él, y por la expresión en su rostro, parecía sentir más vergüenza qué la qué yo sentía aquel momento. No me quedé a averiguarlo. Ya qué salí a paso rápido del local.
Bajé el ritmo cuando ya estaba a dos cuadras del lugar.
Respiré profundo y poco a poco mi pulso se fue normalizando.
Saqué un pequeño espejo de mi bolso para acomodar un poco mi cabello.
Me detuve a medio camino y me di cuenta qué a una de mis orejas le faltaba un arete, me preocupé un poco ya qué esos pequeños aretes en forma de una luna color negro me los había regalado mi padre cuando cumplí los cuatro años y sí me faltaba uno, era como en fin del mundo para mis oídos.
Me atreví a pensar qué el otro arete se había quedado en él restaurante y me rehusaba a volver a ahí solo para comprobarlo y tener qué volver a toparme con James de nuevo.
¿Pero qué era más importante?
¿Armarme de valor y volver al restaurante a buscarlo o conservar mi dignidad y no volverme a topar con James?
Opté por la segunda opción, resignada, un poco triste ya qué no volvería a ver a esa pequeña luna nunca más y continué mi camino.

Robar nunca fue tan Celestial Where stories live. Discover now