3.

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Finalmente había llegado él día y la hora para irnos a la fiesta.
Estaba terminando de arreglarme él cabello a toda prisa por qué mis amigas no tardarían en llegar a mi casa.

—¿A donde vas tan arreglada? —exclamó mi madre desde él marco de la puerta de mi habitación.

Pude ver su rostro por él espejo del tocador.

—Voy a una fiesta —tomé mi bolso donde guarde mi celular y mi abrigo.

—¿Con quién?

—Con Paula ¿Te acuerdas de ella? —me paré frente a ella.

—Esa chica jamás me ha dado buena espina —frunció él ceño—. ¿De donde sacaste ese vestido?

—Ella me lo prestó.

Me examinó con la mirada de arriba a abajo.

—Bien, no llegues tarde —se encogió de hombros.

De repente comencé a percibir un olor muy peculiar.

—Madre —dirigí mi vista hacia su mano izquierda donde tenía un cigarrillo—. ¿Estás fumando?

—¿Qué, no lo parece? —se llevó él cigarro a la boca.

Lo quité de está, lo tiré al suelo y lo aplaste con él tacón.

—¿Ahora fumas? —dije sin poderlo creer.

—Oh dejame en paz niña ingrata —sacó otro cigarro de la cajetilla—. Y ya largate antes de que me arrepienta.

—Bien.

Salí de mi habitación y al bajar las escaleras él timbre de la puerta sonó.

—Ya voy —exclamé a unos pasos de abrir la puerta—. Hola  —dije al abrir.

Mis amigas se veían espectaculares está noche.

—Hola ¿Estás lista? —dijo Paula.

—Claro andando —mencioné al salir cerrando la puerta—. ¿Donde está Alison?

—No lo sé, dijo qué vendría pero no apareció —exclamó Susan—. No podemos esperarla más tiempo.

Asentimos y nos fuimos a la fiesta, en él camino la conversación sobre la tarjeta no sé hizo esperar.

—Me encantó todo lo que compramos en Victoria Secret —mencionó Paula.

—Sí, se suponía qué solo compraríamos los vestidos, pero nos alcanzó hasta para más cosas —habló Susan con entusiasmo—. Por cierto Katelyn, ¿Aún tienes la tarjeta?

—Claro, me pregunto cuanto dinero tendrá —respondí.

—Quizás él suficiente como para ir por unos cafés mañana —rió Paula.

Después de un rato más de conversación, llegamos a la fiesta. Está se realizaba en una casa con 3 pisos y al parecer del clímax de la fiesta estaba en la azotea en los alrededores del jardín, cabe recalcar qué había de todo, desde gente drogada y ebria, hasta personas en sus cero sentidos, y apenas eran las 11 de la noche.

—Bien, llegó la hora de la verdad ¿Listas? —pregunté

— Claro —contestaron al unísono.

—Bien, esté es él plan, Paula tú encargate de los drogadictos y borrachos, pero enfocate más en los qué no estén en sus 5 sentidos, esos son más fáciles de robar, y quedate en él jardín, Susan encargate de las personas qué se van a bailar a la pista y dejan sus pertenencias por ahí, quedate en la azotea.

Robar nunca fue tan Celestial Where stories live. Discover now