17.

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Aeropuerto Internacional de Shellytown.
                                     1:16 am
—Atención pasajeros, favor de colocarse los cinturones de seguridad —decía la azafata por él altavoz.

Lo había logrado, finalmente lo había logrado.
Ya estaba en el avión, me sentía totalmente a salvo. Ahora nada ni nadie podría detenerme.
Una vez qué estábamos volando sobre las nubes, me acomodé en mi asiento, me coloqué los auriculares, bajé la ventana y cerré los ojos.
Sería un viaje muy largo hasta Madrid, así qué ayudaría sí tomaba una siesta.

Kilómetro 23 de la carretera a CloudTown.
                                        7:49 am
Una poderosa y segadora luz me hizo abrir los ojos.
Procedí a restregarmelos y a bostezar.
Miré al techo e intenté incorporarme, de pronto me pareció escuchar un "cok, cok, cok"
Miré al frente.
Una gallina estaba parada encima de mi vientre, cuando se dio cuenta qué la estaba mirando tal fue mi sorpresa qué la ahuyente de un manotazo diciendo: Fuera de aquí.
Esta salió despavorida y se escondió cerca de otro montón de paja. Respiré aliviada.

—¿Te asustó? —escuché no muy lejos de mí.

Me levanté sobresaltada y miré en todas direcciones buscando él origen de aquellas palabras.
Últimamente todo me asustaba.

—Acá arriba —volvió a decir.

Miré a un costado en la dirección indicada y ahí estaba.
Era un chico, portaba un sombrero de paja, un overol y una camisa a cuadros azul. Tenía él cabello ondulado y negro, la piel bronceada y los ojos café claro.
Estaba en la planta alta del granero y tenía una pala en su mano.
Cuando se percató de qué logré verlo, bajó por la escalerilla de metal y se recargó en un par de troncos.

—L-lamento haber entrado aquí —exclamé con la voz temblorosa—. Será mejor qué me vaya.

Cuando disponía a marcharme él extraño chico volvió a pronunciar palabra.

—Aguarde —prosiguió—, ¿como logró entrar aquí?

—Am, yo. Bueno anoche entré por la ventana. Verá no tenía donde dormir y este lugar, bueno me pareció... —me mordí él labio inferior.

—Abandonado —completó—. Sí, comprendo.

Yo asentí ligeramente y carraspeé.
La gallina qué hace un momento me había sacado un buen susto, husmeo entre la paja y esta sacó uno de los paquetes de barras energéticas qué había consumido la noche anterior, él se acercó y se lo quitó del pico al animal, luego me miró severamente.

—¿Es de Nashville?

—No, vivo en Shellytown, la ciudad vecina. Seguro ha oído hablar de ella.

Sé quedó pensando un momento y luego asintió.

—Bueno fue un placer conocerlo, y disculpeme por haber entrado aquí.

—¿A donde se dirige? —preguntó.

—...Yo, la verdad no tengo ni idea —me encogí de hombros.

Comenzaba a sentirme mareada y agitada. Debido al embarazo era completamente normal qué tuviera náuseas matutinas.
E igual moría de hambre, me había estado alimentando demasiado durante todo él embarazo y de un día para otro dejaba de hacerlo.
Me llevé una mano a la cadera e intenté calmar las náuseas qué sentía en la garganta, mi cara palideció y él chico lo notó.

—No se ve bien, ¿le pasa algo?

—Es sólo él embarazo, quizá de a luz en muy pocos días.

Robar nunca fue tan Celestial Where stories live. Discover now