Capitulo 46 - Recuerdos

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Salió rápido del juzgado, cogió su coche y se dirigió hasta la oficina de su novio, estaba feliz porque había ganado el juicio en el que llevaba concentrada durante más de quince días.

Roberta: buenas tardes Fer.

Fernanda: buenas tardes Roberta, ¿cómo estás?

Roberta: algo cansada pero feliz, ¿Diego está?

Fernanda: sí, está en su despacho, está hablando por teléfono.

Roberta: ¿crees que si entro se moleste?

Fernanda: no creo, siempre me dice que si usted llega la haga pasar sin dejarla esperar así que pase.

Roberta: gracias Fer.

Caminó unos pasos y al ver la puerta de su oficina entreabierta decidió pasar sin tocar, Diego estaba de espaldas a la puerta, sentado en su sillón hablando por teléfono, decidió esperar sin interrumpirlo pero algo en la conversación le llamó la atención.

Diego: ¿entonces ya tienes todo listo?

………

Diego: sí, claro. Pero no le digas por favor, Roberta no se puede enterar.

……..

Diego: está bien, muchas gracias, te quiero.

Una lágrima escapó de sus ojos que secó rápidamente al verlo voltear, fingiendo una sonrisa cuando él corrió a abrazarla, besándola apasionadamente para después agacharse y depositar un beso en su vientre.

Diego: mi amor, no te oí llegar ¿cómo estás?

Roberta: bien, acabo de llegar, venía a contarte cómo me fue en el juicio pero creo que estás ocupado, mejor nos vemos después.

Roberta giró dispuesta a irse pero Diego la agarró por la cintura, abrazándola y la detuvo.

Diego: bebé cómo crees que voy a estar ocupado para ti, nunca el trabajo va a ser más importante que tú y nuestra hija.

Roberta: (soltándose molesta) ¿con quién hablabas?

Diego: ¿Cuándo?

Roberta: cuando llegué, estabas hablando por teléfono, diciendo que yo no me podía enterar y no sé qué y dijiste que la querías.

Diego: ay mi amor, estás celosa, hablaba con mi mamá ¿con quién pensabas que estaba hablando o qué?

Roberta: no sé, dímelo tú. Igual y tienes a otra por ahí o yo que sé.

Diego: Roberta por Dios, quien te crees que soy ¿eh? Jamás te engañaría.

Roberta: ya claro, de seguro te buscaste alguna porque de seguro ya no te gusto.

Diego: ¿eso crees?

Roberta: sería normal, estoy gorda, no excitaría a nadie.

Diego: ¿eso piensas no? Ok, te voy a demostrar que no es cierto.

Diego caminó hasta la puerta y la abrió, para asegurarse que ya no quedaba nadie afuera, ya que todos se habían ido. Cerró tras el poniendo el seguro, caminó hasta ella, agarrándola por la cintura, besándola apasionadamente, camino hasta el escritorio mientras bajaba sus besos por el cuello de ella.

Roberta: (agitada) Diego no, aquí no déjame.

Diego: no, te voy a demostrar que me vuelves loco, más que nunca me gustas, me encantas.

Roberta: Diego…

El no la dejó decir una palabra más, la besó apasionadamente mientras la subía sobre el escritorio, haciendo que la falda que llevaba quedara enrollada a su cintura. Se deshizo de su blusa mientras besaba su cuello haciendo que ella gimiera al sentir sus besos sobre sus pechos cuando ya se había deshecho de su sujetador.

Siempre A Tu LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora