Promise Me Light Parte 29

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Antes de ir al baño, agarré algo de ropa limpia. Usando una linterna de manivela que tuve que girar un minuto o dos para conseguir ocho minutos de luz; me despojé de mis pantalones y de mi camiseta en el frío baño.
Intenté girar la llave del agua, con la esperanza de que los aparejos improvisados de Brody con las tuberías puedan producir un poco de agua. Nada. El agua debe estar congelada. Un gran contenedor de plástico se encontraba colocado afuera, reuniendo agua de lluvia y operando solo con presión y gravedad, pero no se hallaba protegido de las temperaturas frías. Hoy el sistema no estaba funcionando.
Así que en su lugar, usé el agua limpia que alguien había traído. Humedecí un paño y comencé a frotar mi pecho, limpiándome la sopa. Me di prisa mientras la piel de gallina surgía en mi piel. Olía a pollo, pero me parecía bien; estaba limpia. Me puse una camiseta nueva, una de Justin que me llegaba a las rodillas.
Me agaché a buscar mis pantalones cuando se abrió la puerta detrás de mí. Chillando, me di la vuelta.
Justin estaba en la puerta, con sus ojos llameantes. Su pelo era un desastre, y el rostro cortado y lastimado. El rastrojo de su barba le hacía parecer tosco. Rebelde. Increíble no comenzaba a describirlo. Sal de ahí, Selena. El hombre es frío en un momento, caliente al siguiente. ¿Quién necesita eso?
Sin apartar los ojos de mí, cerró la puerta. El chasquido de la cerradura verificó que él no me dejaba ir a ninguna parte. Genial, atrapada con un hombre enojado. Literalmente. Enojado conmigo.
Me di la vuelta, agarrando mis vaqueros firmemente para no tener la tentación de pegarle.
-No quiero hablar contigo. Déjame en paz -dije sobre el hombro.
Él no dijo nada, solo se movió para pararse detrás de mí.
Mi corazón comenzó a latir con fuerza pero preferí ignorarlo. Me incliné y empecé a tirar de mis pantalones vaqueros. Metí una pierna con enojo. Levanté la otra pierna, pero mi trasero rozó su pelvis, lo que causó una descarga de electricidad. No le hagas caso, me dije. Hazle saber que no vas a soportar más de su mierda de macho.
Pero ignorar a Justin era algo difícil.
Su mano se deslizó bajo mi camisa, moviéndola por mi espalda. Me detuve; la sensación de sus dedos vagando sobre mis costillas, me quitaba el aliento. Calentándome como no podría ningún incendio.
-¿Qué crees que estás haciendo? -pregunté, indignada.
Sin responder, sus manos vagaron más arriba, tocándome en todas partes.
Enderezándome, olvidé los pantalones vaqueros en mis manos. Me olvidé del frío en el aire. Lo olvidé todo excepto a nosotros dos.
Jalándome contra su pecho, mi espalda contra él, sacó del camino mi sujetador. Una vez que estuve libre, acunó mis pechos, tomando posesión de lo que quería. Cuando sus dedos se posaron en mis pezones, contuve el aliento.
Oh, dulce madre de todo lo que es santo, el hombre me va a hacer explotar solo por hacer eso.
Me aferré a sus muñecas mientras sus dedos se burlaban de mis pezones. Sus labios encontraron mi nuca, lamiendo y mordiendo mi piel.
La luz de la linterna de manivela empezó a desvanecerse, dejándonos en la oscuridad. No importaba. Solo importaba lo que me hacía.
Ambas manos apretaron mis pechos, tirando de mis pezones.
-Selena, ¿quieres esto? -Su profunda voz retumbó detrás de mí, su aliento caliente sobre mi piel.
-Mmmm -fue todo lo que pude decir.
Una mano agarró mi pecho mientras que la otra se movió hacia abajo, al borde del encaje de mis bragas.
Mis labios se separaron en un suspiro mientras su mano bajaba aún más, desapareciendo en el interior del material sedoso. Antes de llegar a donde lo quería, él retiró la mano y me dejó con ganas de más.
De repente se puso de rodillas, sorprendiéndome. Miré por encima del hombro, un poco sorprendida de encontrarlo arrodillado detrás de mí. Sus labios estaban a centímetros de mis caderas. Levantando la mirada, se encontró con mis ojos, con un deseo intenso. Impaciente. Diablos, exquisito.
Sus manos recorrían mis piernas, amasando mi piel con la cantidad justa de presión. Sus ojos seguían el movimiento con restricción forzada. Empecé a darme la vuelta, con ganas de tocarlo. Queriendo mis brazos a su alrededor. Pero él tenía otros planes.
Apretó las manos en mis piernas, fijándome en el lugar.
-No te dije que te movieras -dijo en un tono bajo. Dios, incluso su voz podía hacerme añicos.
Sintiendo que me iba a volver loca de deseo, me di la vuelta, dándole la espalda.
-Justin, no sé lo que estás haciendo...
-No hables -ordenó, recorriendo mis piernas con sus manos, sus pulgares en la parte interior de mis muslos.
¿Qué? Si había algo que me molestaba, era que me dijera que me callara. Abrí la boca, con la intensión de decirle lo que pensaba. Juro que estoy cansada de ordene cosas. Esta es la última vez... Ohhhhh.
Su boca se posó sobre mí, subiendo lentamente por mi pierna derecha. Pasó la lengua y saboreó mi piel, causándome un escalofrío. Necesitando algo para aferrarme, alcancé la encimera, agarrando el borde firmemente.
-Abre las piernas -dijo, pasando los dedos por la parte superior de mis muslos mientras su boca se movía a mi cadera.
Dudé, en tanto un rubor ascendía por mi cuerpo. Nosotros nunca... yo nunca he...
-Dije que abras las piernas -dijo con voz dura.
-No -espeté, odiando decirlo pero necesitando mantener al menos algo de control. Mi cuerpo me gritaba que hiciera lo que me indicó. Mi cabeza me decía que no cediera.
-Está bien. -Agarró mi ropa interior en un puño y tiró, bajándola por mis piernas y dejándome desnuda.
Empujando mi camisa más arriba por mi espalda, su mano ascendió por mi columna mientras su boca iba a mi cadera, saboreando y chupando cada centímetro de mí. La barba de su mandíbula se frotaba contra mi piel sensible, haciéndome arder. Marcándome.
Jadeé cuando sus dedos se deslizaron entre mis piernas, tocándome. Mostrándome un indicio de lo que me harían si se lo permitía.
-¿Quieres abrir las piernas ahora? -preguntó roncamente.
-Dios, sí -respondí con voz ronca.
Tan pronto como lo hice, sus dedos estuvieron allí, llenándome. Lancé la cabeza hacia atrás, dejando escapar un gemido.
-No hagas ningún ruido -ordenó, pasando un dedo sobre mí.
¿Sabía él lo imposible que era eso?
Agarré la encimera con más fuerza cuando sus dedos ahondaron en mi interior. Con una mano en mi cadera y la otra volviéndome loca, su boca saboreó mi cadera. Mi trasero. Todas las partes. Retiró sus dedos antes de empujar de nuevo en mi interior. Era demasiado.
Empecé a moverme, empujando contra su mano. Sostuvo mi cadera con fuerza mientras yo lloriqueaba; suaves sonidos de maullidos se me escapaban.
Nunca le oí levantarse. Me hallaba demasiado ocupada montando el orgasmo que recorría mi cuerpo. Pero le oí bajarse la cremallera.
-Inclínate hacia delante.
Lo hice, sintiendo como si estuviera girando fuera de control.
-Más -dijo, con sus dedos extendidos a través del centro de mi espalda, presionando hacia abajo.
Obedecí, inclinándome más. Con una mano en mi columna, se guió a sí mismo hasta mi interior, centímetro a centímetro. A mitad de camino se detuvo, esperando a que me ajustara a su longitud. Gemí y empujé hacia atrás con mis caderas, desesperada por más.
-Maldición -siseó, llevando sus manos a mis caderas para sostenerme con fuerza mientras se hundía profundamente.
Jadeé, arqueando la columna.
Una de sus manos dejó mi cadera para ascender por mi espalda, sosteniéndome con firmeza mientras se mecía dentro de mí.
-Dios, te sientes increíble. Dime si te duele.
Cerrando los ojos, asentí.
Empezó a embestir, sus caderas rodando contra las mías. Cada vez que se retiraba solo para deslizarse de nuevo dentro de mí, sentía el éxtasis ondular a través de mí. La sensación era tan intensa, construida a tantos niveles insuperables, que sentí como si fuera a romperme.
Sus dedos se clavaban en mi piel con cada embestida. Me aferré a la encimera, agarrándome al mármol. Mordiéndome el labio, me contuve de gritar mientras él entraba y salía de mí, acercándome a otro orgasmo.
Agarrando un puñado de mi pelo, tiró de mi cabeza. Abriendo los ojos, pude verle detrás de mí en el espejo, su cuerpo moviéndose contra el mío. Sus ojos estaban cerrados, su mandíbula apretada con fuerza.
Abriendo los ojos, miró fijamente nuestro reflejo, al tiempo que se deslizaba profundamente dentro de mí. Manteniéndose inmóvil, espero un segundo antes de salir a medio camino. Sus ojos ardían en los míos mientras volvía a entrar, más profundo esta vez. Jadeé pero mantuve los ojos abiertos. Nos observamos el uno al otro, la sensación construyéndose y vibrando entre nosotros. Su mano descendió por mi espalda, su toque delicado mientras sus caderas se movían contra las mías con brusquedad, una y otra vez.
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Vuelve Bésame 😊😊😊😊

Promise Me Light[2 TEMPORADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora