Promise Me Light Parte 14

265 36 10
                                    

Me encontraba a medio camino de casa, cuando sentí la ansiedad. Tirando de las riendas, eché un vistazo alrededor, girándome en la silla de montar para mirar detrás. Nada. Todo parecía tan calmado y silencioso, pero todavía tenía la sensación de que alguien me observaba.

Sintiéndome como una presa fácil, demasiado expuesta arriba de un caballo, me bajé, manteniendo las riendas envueltas alrededor de mi mano. Saqué la escopeta de la funda y la comprobé para asegurarme que estuviera cargada, aunque lo hice por lo menos dos veces antes de irme.

El caballo se removía nerviosamente a mi alrededor y las grandes pezuñas se acercaron a centímetros de pisar mis pies. Su enorme cuerpo chocó contra el mío, casi derribándome.

-¡Guau! -dije en un tono silencioso, tirando de las riendas para tranquilizarla mientras vigilaba la línea de árboles a la distancia.

Mis ojos registraron el área, buscando lo que fuera que me tuviera tan tensa. Árboles llenos de hojas marrones se agitaban en el viento, ocultando cualquier cosa que estuviera detrás. Todo parecía tranquilo, pero tenía el presentimiento de que no me encontraba sola.

Tal vez no era nada. Solo los nervios venciéndome. Comenzaba a montar de nuevo cuando un ligero movimiento llamó mi atención.

Una persona solitaria caminaba fuera del bosque, dirigiéndose a mí.

-¡Oh, mierda! -murmuré, elevando la pesada escopeta y apuntándola hacia el hombre.

Mi corazón golpeaba ruidosamente mientras continuaba caminando directamente hacia mí, al menos a ciento cincuenta metros de distancia. Su paso era lento, casi débil.

Mis manos temblaron mientras sostenían el arma. ¿Debería subirme al caballo y correr como un alma que lleva el diablo o debería hacerme notar? Sin mover la cabeza, escaneé el área boscosa detrás de él. Nadie más emergía de los árboles. Parecía estar solo.

Entornando los ojos, traté de conseguir un mejor vistazo de él. Mi corazón empezó a acelerarse cuando me di cuenta que una pistola colgaba lánguidamente en su mano derecha. Estaba armado, lo que significaba que era peligroso.

Un hombre extraño no presagiaba nada bueno para una mujer sola. Sabía por experiencia, que los hombres eran peligrosos. Ya asesiné a uno por tocarme. No quería añadir otro a la lista.

Mi caballo comenzó a resoplar y moverse, tirando de las riendas y aterrorizándome. Sostenía con fuerza las correas de cuero, pero me negaba a bajar el arma.

El hombre seguía avanzando, con la mirada en mí. Su caminata vaciló cuando tropezó en los pequeños valles y zanjas bajas del terreno.

Di un paso atrás, golpeándome con la montura. El caballo se ladeó, alejándose de mí. Huele la esencia del miedo en mí.

A pesar de su peso, sostuve el arma más arriba. Apoyándola en mi hombro, observé mientras el extraño continuaba tambaleándose más cerca. La mano se aferró a su lado, conservándola ahí como si estuviera herido.

Pero todavía mantenía un firme agarre en la pistola.

Cargué la escopeta; el sonido fuerte y claro en la tranquilidad del día. El hombre se detuvo, inclinándose como si fuera a derrumbarse en la tierra.

Cuando comenzó a caminar de nuevo, retrocedí. Se hallaba más cerca. Demasiado cerca. -¡No dé otro paso, señor! -grité, llevando mis dedos al gatillo del arma, descansándolos muy suavemente allí.

Mi voz solo hizo caminar más rápido al extraño. ¡Demonios!

Iba a apretar el gatillo, solo para enviarle un disparo de advertencia, pero algo me detuvo. Bajando la mirada al cañón, estudié al hombre. Podía ver un largo cabello castaño, que lucía sucio y enmarañado. Una barba oscurecía la mayoría de la parte baja del rostro, escondiendo la boca y la línea de su mandíbula. Parecía alto, mucho más alto que la mayoría de los hombres.

Alto.

Alejé ese pensamiento. Hay muchos hombres altos. Pero algo sobre la manera en que se movía... el modo en que manejaba las caderas cuando caminaba...

Aspiré una bocanada de aire y lo observé, notando la ancha postura de los hombros y el poder desatado detrás de sus pasos.

¿Era posible?

-¿Justin? -dije débilmente, tan bajo, que no era posible que el hombre pudiera haberme escuchado.
La escopeta, de repente, se volvió muy pesada para sostenerla. La dejé caer un centímetro, sintiendo la presión en mis brazos. Una brisa revolvió los mechones sueltos de mi cabello, enredándolos en mis pestañas. Pero nunca aparté los ojos del extraño.

Una nube flotó y despejó los cielos, trayendo luz hacia la tierra. El sol brillaba y me llenó con una calidez, que no tenía nada que ver con el calor verdadero. Como si me condujera a casa, el sol iluminó al hombre justo al frente.

Ojos azules. El hombre tenía brillantes ojos azules.

Di un paso hacia adelante. El mundo se inclinó en un extraño ángulo como si estuviera en uno de eso juegos remolino chino en una feria estatal.

Los labios de hombre se movieron pero no podía escuchar lo que decía.

Di otro paso hacia adelante. Todo desapareció. Los árboles, la hierba seca que me rozaba, los pájaros sobre mi cabeza, todo se esfumó. Solo existía el hombre frente a mí.

Ojos azules. Alto. Caminata familiar.

¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios!

Dejé caer las riendas y empecé a correr, volando a través del terreno. Los músculos en mis piernas se esforzaron para cubrir la distancia. ¡CORRE! ¡Más rápido! ¡Más rápido!

Aumenté la velocidad, observando con agonía mientras se detenía y caía en sus rodillas. La mirada permaneció en mí, silenciosamente rogando por ayuda. Extendió una de sus manos en mi dirección, necesitando una tabla de salvación a casa.

Corrí más rápido que nunca. La hierba cortaba mis vaqueros, golpeando contra el material desgastado. Mis pies apenas tocaron el suelo. En pocos segundos, me encontraba frente a él, donde quería estar por el resto de mi vida.

-¿Justin? -susurré, temiendo que si hablaba demasiado fuerte su imagen desaparecería. Solo un espejismo de falsa esperanza.

Cristalinos ojos azules me miraban detrás de la suciedad y la mugre. Por encima de una espesa barba y un pelo largo, luchaba por concentrarse en mi rostro, forzando a sus ojos a abrirse cada vez que parpadeaba.

-¿Selena?

Con esa única palabra, lo supe. Se encontraba en casa.

Promise Me Light[2 TEMPORADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora