Promise Me Light Parte 13

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Me abotoné la chaqueta de franela rápidamente, a pesar de los dedos entumecidos por el frío. Era la chaqueta de Justin y el doble de mi tamaño, pero me mantenía caliente en el clima frío. En piloto automático, trencé apresurada mi pelo largo y oscuro en una trenza gruesa, dejándolo colgar por el medio de la espalda. Ya era más largo que cuando comenzó este infierno, allá cuando la vida era sencilla.

Entré en la cocina y cogí una botella de agua del arroyo recién esterilizada. No había más agua embotellada, limpia y filtrada. Ahora cada gota que se usaba tenía que ser esterilizada. Era un largo proceso, pero al menos teníamos agua. Era más de lo que podían decir algunas personas.

Mantuve la vista en la ventana y recogí la escopeta de donde se hallaba apoyada contra la pared. Con movimientos rápidos, comprobé para asegurarme de que se encontraba cargada. Retiré municiones del cajón de la cocina y dejé las grandes balas en el bolsillo de mi abrigo, sintiendo mi chaqueta más pesada

Sosteniendo la escopeta en una mano, abrí la puerta de atrás, y me encogí cuando los goznes chirriaron en protesta.

Hice una pausa para esperar a que alguien saltara o empezara a preguntar qué hacía, pero no ocurrió. Al echarle un vistazo al patio, no vi nada y escuché poco. El torrente de agua del arroyo afuera de la casa de Justin sonaba como si hubieran pasado meses desde que llegamos aquí. Un viento frío soplaba a través de los árboles, haciendo caer un par de hojas muertas al suelo, abandonando su lucha para colgar un día más.

Corrí por las escaleras del pórtico. Todo el mundo se encontraba ocupado y no había nadie en la casa. Este era el momento perfecto para escapar. Tal vez mi única oportunidad.

Necesitaba estar sola. Necesitaba aire y soledad.

Ignorando el amargo viento que me atacaba desde el norte, corrí al granero. El suelo se sentía congelado debajo de mis botas desgastadas, recordándome la tormenta de hielo que teníamos hace apenas unos días.

Abrí la puerta del establo y esperé un minuto para que mis ojos se acostumbraran a la oscuridad. Hace seis meses, simplemente habría tocado el interruptor para encender el granero. Pero ahora la electricidad era una cosa del pasado. Un viejo amigo que se fue, del que nunca se escuchó de nuevo.

Corrí hacia el cuarto donde se guardaban las sillas de montar. Pasé mi mano enguantada sobre el cuero y encontré el que quería. Ligero y pequeño, era justo para que lo levantara Después de sacarlo del gancho, cogí una manta de silla y las riendas.

Llevé todo a la puerta de los pastos. Manteniendo la vista en la zona que me rodeaba, silbé una vez y esperaba que mi caballo me oyera.

Un minuto más tarde un caballo marrón llegó galopando del bosque. Movió las orejas cuando me vio. Redujo la velocidad y se encaminó hacia mí, mirándome con sus grandes ojos marrones.

-Oye, chica -le susurré, frotándole el cuello como le gustaba.

Relinchó una vez a modo de saludo y se quedó quieta mientras abría la manta de la silla sobre su espalda.

Necesité de todas mis fuerzas lanzar la silla de montar en ella. Saltó ante el trato duro, pero no pude evitarlo. Había perdido mucho peso en el último par de meses, y no sabía con seguridad cuanta masa muscular me quedaba. Ahora teníamos que racionar nuestra comida. Pattie y Jeremy no planeaban alimentar tres bocas más cuando construyeron sus existencias de suministros. Yo no comía suficientes calorías, pero no había mucho que pudiera hacer al respecto. Usualmente Kevin o Gavin me daban un poco de sus partes, a pesar de mis protestas. Todos necesitábamos nuestra fuerza. Si uno se enfermaba, todos estaríamos afectados.

Conteniendo mi respiración por la energía que tomó ensillar al caballo, miré alrededor del campo. Todo permanecía en silencio. Recogí las riendas sueltas en mi mano y subí, sin dejar que el embarazo me impidiera montar el caballo.

Promise Me Light[2 TEMPORADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora