El cielo tornaba un aspecto muy oscuro y el viento soplaba con fuerza, la luna era cubierta con las grandes nubes que se aproximaban, la ciudad caía en una gran penumbra algo que le recordaba al ex-teniente Damon Baird, las noches donde los Krills salían.
Se encontraba en Hannover, junto a su mejor amigo, Augustus Cole. Los miembros del escuadrón Alpha, se acompañaban desde el término de la guerra, aunque el término "compañía" con Baird era igual a estar solo puesto que siempre se encontraba en el ático de la casa construyendo nuevos artefactos, sin embargo sus proyectos concluían a la mitad del trabajo por empezar otros nuevos. Una mente llena de ideas pero básate desorganizada.
Por su parte, Cole, solía ver cintas que habían sobrevivido este tiempo sobre sus viejos tiempos de "Cole Train" al igual que se esmeraba en reconstruir su lugar natal. Solía salir todas las mañanas a motivar a los demás habitantes a levantar de los escombros la ciudad, por su puesto uno de los encargados de este proyecto era Damon, sin embargo Cole lo cubría casi todo el tiempo.Esa noche llamaron a la puerta de la casa del Tren Cole.
-¿Quién podrá ser? - preguntó Cole.
-Algún molesto admirador tuyo que siempre interrumpen la paz de esta casa .- contestó Baird.
-Vamos, blondie, el Cole Train promete pasar más tiempo contigo.- animó.
-Es necesario, ¿decirme "blondie"?- preguntó Baird algo molesto.
-No es mi culpa que Bernie te haya puesto ese apodo, que por cierto té encaja muy bien, así que no veo por qué te molesta.- contestó Cole con un típico humor.
-Ah claro, tal vez ¿por qué me recuerda a ella y los momentos vergonzosos que me hizo pasar?- dijo sarcásticamente.
-¿Te refieres a la vez que te dio una patada en la entrepierna, enfrente de todos los Gears en el comedor? - dijo Cole soltando una carcajada.
-En vez de molestar, ve a abrir la maldita puerta.- pidió molesto mientras se dirigía al ático.
-Está bien chisguetitos.- respondió Cole con una sonrisa.
Cole caminó por lo enormes corredores de su casa que había sido completamente reconstruida, estaba adornada por los mejores momentos que había tenido como estrella de trashball, se dirigió a la gran puerta que daba a la calle y la abrió con una gran sonrisa. Se encontraba un mensajero, con la mirada vacía y aspecto demacrado. En definitiva no era un admirador.
-¿Augustus Cole?- preguntó.
-Si.- contestó sabiendo que lo que venía no era agradable.
-El sargento, Bernie Mataki, acaba de morir.- soltó.
Cole se apresuró a pedir los detalles de su funeral y entró a la casa para darle la noticia a Baird. Subió al ático y abrió lentamente la puerta.
-¿Qué quería tu admirador, un autógrafo, una fotografía, un discurso motivador? - preguntó Baird sin quitar de su vista su creación.
-Blondie...- contestó con un entusiasmo nulo.- La señorita Boomer acaba de morir.-
Baird soltó el artefacto mientras su mirada tornaba un aspecto vacío y triste, su boca la abrió un tratando de emitir algún sonido.
-El funeral es mañana, en la casa de los Soberano.-
Bernie había sido prácticamente una mamá para todos, sabía cómo tocar lo más sensible de los corazones de los Gears, entre ellos el de Baird había sido el más tocado por ella, conocía los puntos débiles del ex-teniente, sus fortalezas y por supuesto sus temores y deseos. Cuando dejaron de verla, no había día en la que no la recordarán por todos esos momentos que había pasado con ella, algunos no tan agradables pero en momentos de crisis por la guerra, Bernie estaba ahí para darles unas palabras de alivio.A la mañana siguiente en su funeral, se podía ver que la tristeza gobernaba la sala, los Gears mostraban resignación ante la pérdida de una amiga, sargento, "madre", pero sobre todo a una gran soldado y mujer. Hoffman estaba devastado por la muerte de Bernie, ellos habían sido muy cercanos toda la vida desde la guerras del péndulo hasta la invasión lambet y ahora que ya no estaba los momentos que pasaron juntos agobiaban al coronel. Se le hizo un homenaje muy conmovedor, los sollozos se podían oír en el eco que resonaba en las paredes de la sala al igual que el discurso que había preparado Hoffman, las lágrimas podían verse en la mayoría de los presentes y el dolor también. Baird y Cole se mantuvieron de pie a los costados del féretro lo que para Baird le rompía aún más el corazón, pues ver a su lado a esa persona especial con el reparto apago simplemente lo destrozaba. Ambos llevaban las botas del piel de gato, un símbolo que era característico de Bernie. Ella les había enseñado a fabricarlas y al término de la guerra Bernie le regaló las suyas a Baird por lo que para él significaban muchísimo. Cole por su parte había construido las suyas y ahora las portaba con gran orgullo.
Al término del funeral, la sala comenzó a vaciarse en cuestión de minutos para solo quedar el escuadrón delta y Hoffman. Guardaron un minuto de silencio en honor a la leyenda del francotirador que hoy descansaba en paz, Baird tenía los ojos cristalinos y lucía ser el más afectado, además de Hoffman que rompió en llanto.
Baird se acercó una vez más al féretro de Bernie para pasar unos segundos más, quería congelar el tiempo y retroceder en él para pasar en vida mucho más con ella, escuchando sus aventuras en las guerras del péndulo, sus experiencias cuando era una niña en las islas del sur, sus lecciones de supervivencia que usó para reunirse con la coalición al momento de que se desató la lucha con los locust, para charlar de cualquier cosa pero estar con ella.
-Te voy a extrañar mucho, abuela.- habló mientras las lágrimas resbalaban por su rostro.
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Fanfics de Gears of War.
FanfictionEl Universo de esta saga es algo que realmente me atrapó. Cada acto, diálogo, cómic, libro, personaje hace que uno quiera ser parte del universo y seguir adentrándose en el. No queremos que nunca acabe así que decidí dar una aventura sobre lo que pa...