Dominic & Maria Santiago

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3 años después del Día-E.

Hoy se cumplían tres años de la masacre más grande que había sufrido la humanidad después  las guerras del péndulo, hoy se cumplían tres años de un nuevo horror, de la desesperación, el miedo, la soledad, la amargura, la tristeza, el odio que se propagaba por todo el planeta Sera. Hoy se cumplían tres años de la muerte de Silvia y Benedicto Santiago.

María se encontraba en su hogar, sentada en su habitación mirando a los pasillos con los ojos vacíos de la tristeza que le causaba el no ver a sus hijos corriendo por ahí, el no escuchar sus risas, el no tener que recoger los juguetes de ambos, el no tener nada ni nadie que le causara la mínima felicidad que sus hijos algún día causaron en ella, el no tener que cocinar distintas cosas por qué a uno no le gustaba lo que había preparado, el tener la casa fría y vacía, lo único que escuchaba eran dos almas en pena vagando por su cabeza.

Dom, por su parte, había estado combatiendo ahí fuera, lo que le había quitado la luz de los ojos a sus niños. Era una terapia algo inusual pero a Dom le había funcionado para canalizar el dolor que le consumía. El padre estaba preocupado por su esposa, María, aún no superaba la muerte de sus pequeños y seguía maldiciendose por haber dejado aquel día a los niños con sus padres. Tirando las pastillas que el doctor le recetaba, llorando hasta quedarse dormida, comiendo a duras penas.
María llevaba tres años así y Dom a penas y podía estar con ella en la superación de este doloroso proceso.

En una ocasión, Dom llegó a su casa y encontró a María mirando el cuarto de sus hijos, parecía paralizada frente a la pequeña habitación de sus hijos. Su esposos se acercó y la tomó de los hombros.
-María.- habló en voz baja.
-Aún puedo verlos jugando.- contestó. -Aún puedo escuchar sus risas, llantos, llamados. Dom, aún los tengo presentes el día antes de que se fueran con mis padres.- habló.
-María, hoy son tres años del día-E. Estos años han sido los más duros de nuestras vidas pero debemos seguir adelante.- comentó.
-Si no los hubiera dejado con mis padres, Dios, aún seguirían aquí con nosotros.- lamentó.
-Amor, por favor, debemos dejar que se vayan, ya no queda nada que hacer más que recordarlos como los niños de nuestros ojos.- habló Dominic.
-Yo, yo solo quería pasarla bien un día contigo. Y terminé matando a los niños.- lamentó María.
-No, no, corazón tú lo nos mataste. Sé que no debió ser así pero María, yo solo quiero estar junto a ti en este proceso.- dijo.
-No puedo Dominic, no sé cuánto tiempo podré soportar esto.- dijo María soltando lágrimas.- Quiero cambiar las cosas, retroceder al pasado y ser la mejor madre y esposa.-
-No tienes que volver al pasado para ser lo que dices. María, eres lo mejor que me ha pasado pero no puedo verte así. No puedo ver a mi esposa destrozada, simplemente, me lastima.- dijo Dom volteando a su esposa para verla de frente.
-Dom, perdóname, por favor perdóname. Nunca fue mi intención que esto pasara, nunca fue mi intención matar a los niños, nunca fue mi intención que nuestro hogar se derrumbara, nunca fue mi intención que esto terminara así.- dijo rompiendo en llanto. - Es solo que no sé qué hacer.-

Dom miró fijamente a los ojos de su esposa, encontrándose con una profunda agonía y tristeza que consumía en carne y hueso a su amada compañera de vida. Podía ver el dolor que se albergaba en su alma, el cansancio físico y emocional que esto le causaba.

-Pasaremos esto juntos, amor. Nada podrá desquebrantar el hogar que tanto anhelé desde aquel día que me subí al árbol en casa de mis padres  y me topé contigo. Esto solo es una situación de la cual saldremos adelante, de la que no debes tener miedo de pasar, de la que no debes sentir más dolor ni sufrir, de la cual pronto se acabará. Pero para que esto sea posible, María, deja que te ayude.- suplicó.

María miró a los ojos de su amado, pudo ver qué Dom estaba preocupado por ella, su esposo quería ayudar algo que eran tan complicado como sencillo de hacer. María podía ver la frustración de Dom al no poder hacer nada para que su esposa dejara de sufrir, podía ver la desesperación que le causaba no estar con ella todo el tiempo, el dolor que le causaba verla así pero también podía ver la sinceridad que se asomaba detrás de las súplicas que así, la ternura de decir las cosas y la verdad que tenían. María pudo ver que después de todo, había elegido al hombre correcto por qué después de todo lo que habían pasado, seguían en pie para apoyarse el uno al otro, María estuvo ahí cuando Carlos falleció y ahora Dom estaba para ella.

-Por los dos.- dijo María tomando el rostro de su esposo.
-Por los dos, cariño.- dijo Dom limpiando las lágrimas del rostro de María.- Saldremos de esta, te lo prometo.-

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⏰ Última actualización: Feb 26, 2017 ⏰

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