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Bajó de su auto, dirigiéndose hacia la entrada de las enormes instalaciones de la familia Namikaze, imponiendo poder ante las personas que no dejaban de mirarlo y sospechó que se trataba de simples trabajadores que nunca antes vieron a un alfa de una categoría bastante alta. No los culpaba, era la primera vez que decidía visitar a uno de sus clientes, la mayoría de los alfas enviaban a sus trabajadores para cumplir con dicha labor pero, en esta ocasión era diferente.

Quería tratar asuntos muy personales.

Una mujer de cabellera chocolate y ojos verdosos se acercó al atractivo hombre, meneando las caderas esperando a que este lo notara y sin importar que se tratase de una beta, sus dotes tan femeninos resaltaban en la planta baja del edificio. Se cruzó de brazos con una sonrisa bastante picara y el hombre de cabello azabache la miró de reojo esperando a que ella dijera lo que tenía que decir.

—Es un gusto tenerlo en nuestras instalaciones señor Uchiha, si usted gusta puedo guiarlo a donde desee y darle una explicación detallada de a lo que nuestra empresa se dedica —informó con seriedad lo que causó un poco de intriga en Fugaku.

— ¿Dónde se encuentra la oficina de su superior? —preguntó de golpe, sorprendiendo a la mujer con su forma directa al hablar.

—En la última planta, pero... —se detuvo en cuanto el hombre se dio media vuelta para dirigirse al elevador.

No le interesaba tratar con una mujer que solo le interesa su dinero, lo único que estaba en su mente era recaudar información acerca de como su hijo menor pudo conseguir la firma de una de las personas más ocupadas en su agenda, alguien difícil de dar con su ubicación y mucho más difícil conseguir una reunión privada en su oficina.

Tomó con fuerza su maletín, intentando mantener la compostura y respiró hondo para relajarse, tendría que dar una cara diferente a las personas cercanas al líder de los negocios Namikaze si deseaba acercarse a él. Hacia bastante tiempo que no fingía ser alguien gentil para agradarle a las personas y le daba un poco de gracias que tuviera que hacerlo por culpa del menor de sus hijos, el que siempre le causó problemas desde que el ADN confirmara que se trataba de una raza débil con poder suficiente de manejar a cualquiera a su antojo con la belleza.

Los omegas eran poderosos si descubrían que su belleza era capaz de seducir a todos aquellos alfas de alto rango y no deseaba que su hijo utilizara sus feromonas para conseguir un alfa de su categoría o de un rango mayor.

Salió del elevador y se dirigió hacia la oficina del gran Namikaze Naruto, pero fue detenido por un hombre menor que él vestido en un costoso traje, lo miraba con una mueca de curiosidad al igual que lo examinaba de arriba abajo.

—Usted debe de ser el señor Uchiha, dueño del despacho de abogados más importante de la ciudad —comentó, cruzandose de brazos—, ¿qué es lo que lo trae a nuestras instalaciones?

El azabache sacó un sobre de su maletín para extenderselo al sujeto, qur lo tomó con una pequeña mueca para abrirlo y leer el contenido. Al final de todos las hijas se encontraba la firma de Namikaze Naruto y sabía que él lo había firmado sin leerlo ya que no recordaba que le pasara la documentación para hacerle el resumen. Sus labios se abrieron levemente al recordar el rostro enojado del omega que llegó con el mismo sobre y misma documentación, exigiendo que Naruto se la firmara y terminó retirándose al no encontrar al alfa que buscaba.

Sentimientos recónditos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora