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Historia paralela.

Segunda pareja.






Corrió lo más rápido que sus piernas se lo permitieron y se escondió justo en un callejón por detrás de un basurero, se cubrió el cuerpo con la poca tela que sobraba de su vestimenta y dejó caer su cuerpo hasta sentarse en el suelo. Miró al cielo dándose cuenta de que las horas ya habían pasado, casi estaba amaneciendo por la luz tan tenía que se alumbraba en lo alto.

Apretó con fuerza los labios, tratando de que un sollozo no saliera de estos y sin saber que más hacer, dejó que las lágrimas se deslizaran por sus mejillas liberando toda la presión en su pecho; el dolor de sentirse la peor persona del mundo y también, la más sucia que podía existir. Quería gritar lo mucho que odiaba la situación en la que se encontraba, pero el miedo de que lo mirasen como una puta se lo impedía.

Le ardía el trasero, las caderas le pesaban como un demonio pero, el dolor que sentía en su alma no se comparaba con ambos y es que nunca antes se había sentido como una basura, todo el tiempo se sintió protegido a pesar de que nunca antes lo habían marcado.

No recordaba nada de lo que había ocurrido la noche anterior, estaba consciente de que fue a un bar a divertirse y que conoció a varios sujetos que trataron de cortejarlo, él se negó repetidas veces pero al final despertó junto a un hombre y con varias marcas en su cuerpo que daban a entender que tuvieron sexo.

Huyó, antes de que el sujeto se despertara. No necesitaba que este le dijera lo que sabía que habían hecho, no recordaba nada, sin embargo el exterior e interior de su cuerpo lo delataba por completo.

—Maldición... —gruñó, aquel afrodisíaco que colocaron en su bebida dio en el clavo.

No podía caminar por las calles con la poca ropa que llevaba puesta, cualquier imbécil seria capaz de aprovecharse de su estado utilizando feromonas en su contra para hacerlo caer de rodillas a su merced. Nunca pensó que terminaría de dicha forma luego de rechazar a varios sujetos que intentaron acercarse, aunque también se culpaba por descuidarse tanto a tal punto de que alguien fue capaz de drogarlo, ¿en qué demonios estaba pensando?

Nadie tenía el derecho de tocarlo después de drogarlo, pero en un mundo donde el omega es la raza débil todos podían aprovecharse de él y luego fingir que nada sucedió, nadie escuchaba los gritos de alguien que no permite que lo toquen, todos dan la espalda a ese tipo de situaciones y te tratan como una puta si llegan a enterarse que estuviste con un hombre sin compromiso alguno. Él, siempre tuvo miedo a que algo así le sucediera porque su reputación caería por los suelos y nadie desearía marcarlo, ni siquiera con la persona que estuvo por varios años quiso hacerlo.

Eso lo hacia pensar en su poco valor como omega.

Miró la agenda de números en su celular, dándose cuenta que ni siquiera tenía a sus familiares agendados y que la única persona que podía ayudarle era aquella que deseaba evitar con todas sus fuerzas. No pretendía que lo viera de dicha manera, era algo tan sucio que le avergonzaba por completo, sin embargo; no podía arriesgarse de nuevo a ser violentado por un desconocido.

Presionó el número de dicha persona y colocó el celular en su oreja, esperando a que con tratara lo cual hizo luego de tres tonos.

— ¡¿Hey?! ¡¿Qué sucede?! ¡¿Qué necesitas?! —preguntó con desesperación.

Una pequeña sonrisa se formó en los labios del chico al escuchar su tono de voz, era claro que le sorprendió que lo llamara tan repentinamente y después de todo lo que había ocurrido entre ellos, se suponía que había acabado. Además, era una hora poco común seguro ni siquiera se había levantado de la cama para ir a trabajar a su empresa.

Sentimientos recónditos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora