1. SE BUSCA NOVIO (para darle celos a mi ex)

13. TERRITORIO ENEMIGO

Kim Junmyeon no era ningún estúpido, por supuesto que no. El joven millonario fue el primero en darse cuenta del noviazgo falso de Jongdae. El primer día, cuando vio a cierta distancia como desde el cielo volaba una sustancia asquerosa y golpeaba a su compañero de curso, Minseok, cuando vio Jongdae casi besar a ese chico, supo que algo estaba mal, no entendía cómo un par de desconocidos iban a aparecer juntos de un día para otro, pero pronto una de sus muchas amistades le informó de aquella ridícula publicación en Facebook. Junmyeon había sonreído con cierta satisfacción al darse cuenta de lo importante que era para Jongdae, así que lo dejó ser, observando, desde donde no pudiera ser visto, hasta dónde planeaba llegar con ese nuevo novio.

Las cosas encajaron un poco el día en que Minseok le dio una paliza y luego Yixing le confesó que este era su ex, cuya identidad había mantenido oculta por vergüenza de lo que le había hecho. Ese día comprendió que ese par de ex, que aparentaban ser novios, se habían unido en venganza.

O eso pensó Junmyeon.

Ahora, el millonario tenía serias sospechas de que esos dos se gustaban. Y sí, estaba celoso. Esa era la verdadera razón de sus ataques a la bola de amigos sin oficio de Jongdae que, por cierto, parecía haber crecido últimamente. Hasta Sehun, su hermano menor, se había unido al séquito de locos.

Todas y cada una de las veces en que sus citas habían fallado, Junmyeon había notado a alguno de los idiotas amigos de su ex merodeando a su alrededor y estuvo muy consciente de que su mala suerte no eran más que actos deliberados. Lo soportó sin decir nada porque en el fondo sabía que había sido un maldito desconsiderado y traidor con Jongdae, quien siempre le fue leal, así que aceptó su infantil venganza sin mencionar nada ni siquiera a su nuevo novio.

Pero Junmyeon supo lo que vio ese día en el parque y se asustó: Jongdae besando con infinita pasión a su supuesto novio falso y el chico deshaciéndose de gusto en sus brazos. Junmyeon supo que eso definitivamente no era un beso falso. A nadie engañaban, lo que empezó como un tonto juego estaba muy cerca de convertirse en algo mucho más grande y Junmyeon no estaba dispuesto a perder a alguien de tanto valor como Jongdae. Se sentía confundido, pues Yixing realmente le gustaba, era adorable en su forma única de ser, pero ¿y si no funcionaba? ¿Y si Yixing lograba ver en su interior y entonces comprendía que no era más que un fraude? Junmyeon siempre dio por hecho que si fracasaba con él siempre podría volver con el chico de sonrisa gatuna. Jongdae tenía un corazón tan puro y bondadoso, que incluso había perdonado su pequeño desliz con Kris unos meses atrás.

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Junmyeon caminó a la biblioteca con una falsa excusa, Minseok no había entrado a clases y el chico nunca faltaba. Junmyeon tenía serias sospechas de cuál era la razón por la que su compañero no daba señales de vida, debía comprobarlo, así que fue a ese lugar que el par de novios falsos solía frecuentar.

La biblioteca estaba en el cuarto piso y los salones contiguos estaban desocupados en las clases de la tarde. Al pasar al lado de uno de los salones vacíos, escuchó el chirrido que produce el metal al ser arrastrado y un presentimiento que retorció su estómago lo impulsó a asomarse a ver. No debió haber espiado. La escena frente a él lo hizo sentir como un completo idiota por haber pensado que Jongdae estaría siempre dispuesto a esperarlo y a perdonarlo.

Minseok estaba sentado sobre una mesa, hecho un completo desastre de gemidos, sudor y ropa desarreglada; su corbata estaba en el suelo y su camisa desabotonada, sus pantalones también estaban desabotonados con la cremallera abajo y Jongdae... ¡Mierda! Jongdae estaba de rodillas, con la ropa igualmente desarreglada, haciéndole un oral a su novio falso. Minseok estaba más allá de la realidad con una de sus manos apoyada sobre la mesa y la otra enredada en el cabello alborotado de Jongdae, la cabeza echada hacia atrás, los ojos cerrados y la boca entreabierta. La escena era un derroche de lujuria y deseo, y fue irreparablemente dolorosa para el ego del espectador de ese par de chicos que se habían saltado las clases vespertinas, escapando a las sombras para darle rienda suelta a su pasión juvenil.