Capitulo 1

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*8 años*

Narrador omnisciente.

Sophia y Olliver se conocieron 3 meses antes exactamente en un curso de verano en el bosque,no muy lejos de sus casa, y desde entonces, se habian vuelto los mejores amigos por siempre.

Todos los días después de la escuela, sin excepción alguna, ambos salían corriendo hechos la raya, aventaban sus cosas en sus casa (pues eran vecinos) y salían corriendo de nuevo al bosque, que rodeaba el pueblo donde vivían, por lo tanto, sus propiedades. Sus hogares estaban ubicados en el linde del boque, donde había un pequeño lago cuberto por algunos árboles frutales. Ese era su lugar secreto, su escondite, su paraíso. Ahí, disfrutaban de horas de juego, aventuras, y muchas, pero muchas travesuras.

Olliver era un chico de cabello azabache y brillantes ojos azul mar, de un azul tan bonito que deslumbraban. Era alto, a pesar de tener 9 años, piel tostada, estudioso y con una imaginación inmensa. Era tranquilo, a pesar de todo, y era un gran soñador. Era un chico relajado, no soportaba el ruido en exceso (excepto los gritos y risas de su amiga) y odiaba la ciudad, el prefería la rutina, lo conocido y seguro. En los juegos, siempre era el héroe o tenia los mejores superpoderes. Amaba leer e inventar las mejores historias. Un chico elegante y refinado, hijo de padres millonarios y con unos muy buenos modales.

Sophia, sin embargo, era todo lo contrario. No tenia ni la mínima idea de nada, no era estudiosa y odiaba leer sobre todas las cosas. Era muy quejumbrosa, inquieta y traviesa, siempre asustaba a Olliver o a sus maestros y nunca ponía atención a las clases. Ella amaba dibujar y hacer deporte, correr, montar y andar en bicicleta. Amaba a los animales sobre todas las cosas. Muchos la conocían como fuego, pues su larga cabellera rubia, y sus travesuras, la volvían inquieta y peligrosa, asi como el fuego. Tenía unos grandes y brillantes ojos verde cesped y algunas pequitas sobre la nariz, y piel clara, así como una inquietud por conocer lo nuevo, la ciudad y sus peligros. Era algo bajita y bastante delagada.

La gente se preguntaba, ¿como podían aquellos chiquillos ser tan amigos a pesar de ser tan diferentes? Nadie lo sabía, ni nunca lo sabrán, pues ni ellos mismos tenían idea alguna. Su amistad comenzó en el campamento, una cálida noche de aquellas, en la que la luna, parece mas hermosa de lo habitual...

                                                ****FLASHBACK****

Era una noche tranquila y brillante, salpicada por mucha estrellas doradas y plateadas, el viento mecía suavemente la copa de los arboles, produciendo un silbido. Los grillos y pajaritos chillaban suavemente, como en una típica historia de cuentos de hadas. El aire estaba impregnado con un delicioso olor a tierra húmeda y a jazmín, un olor que mataba a Olliver de gusto. Él caminaba solo, tranquilo y relajado, cuando de pronto, un grito chillón lo sobresaltó.

—¡Muévete Olly! — gritó Sophie, una chiquita rebelde y bullisiosa, pero a pesar de todo sociable y muy bonita, corriendo en dirección al bosque usando ese tono que a Olliver le encantaba.

—¿A donde vamos? —preguntó el chico, corriendo detras de ella, pues al correr, ella siempre le había ganado.

—Ya verás—. Dicho esto, salió corriendo más rápido de lo que iba, dejando a Olliver con las palabras en la boca. Él intentó seguirle el paso, sin mucho éxito. Después de tanto correr, Sophia se detuvo en seco, cansada y con la lengua de fuera. Olliver no tuvo tanto suerte al frenarse y se estrelló contra la chica tirándola al suelo. Él, rapido se levantó y ayudó a su compañera a levantarse, pues para el, los modales era algo que se tenía que tomar en cuenta. Al estar los dos de pie, Sophie se paró de puntillas,( pues Olliver era mas alto) y le dedicó un beso en la mejilla, como muestra de agradecimiento. Los dos niños se sonrojaron y rieron fuerte.

—¿Qué hacemos aqui?—preguntó Olliver aún con las mejillas coloradas. El chico, siempre había creído en que algún día, Sophie le hablaría, pues ellos nunca antes habían intercambiado palabras, Olliver creía que esa chica era todo un misterio, pero el estaría allí, dispuesto a resolverlo.

—Quería preguntarte si....—la niña dudó—, si te gustaría ser mi amigo —. La pequeña sacó del bolsillo de su vestido a cuadros, una margarita, sin algunos pétalos y algo aplastada, y se la entregó al niño entre risitas nerviosas.

—Si, seguro—. La pregunta impactó a Olliver, pues el no creía que su deseo de hacerse amigo de la chica que a él le resultaba un completo misterio, fuera posible. Sin dudarlo, estiró la mano y agarró la flor, rompiéndo parte de ella. Luego, la echó en uno de los bolsillos de su pantalón y le dedicó una gran sonrisa a Sophia. Ambos regresaron al campamento, agarrados de la mano, jurándose amistad eterna, imposible de romper.

Desde esa noche, algo había cambiado en el interior de los chicos, algo había despertado dentro de ellos,  algo cálido y curioso, algo que por razónes de la edad, todavía no entendían...

When the stars go blueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora