9. Mejores Amigos

21 2 0
                                    

—¡Ja! Así que decidiste jugar con un zapato con Chase. —me dijo Daniela.

—Bueno, el chico se veía muy aburrido así que... —dije.

—Pero bueno, le sacaste una sonrisa. —me dijo con una sonrisa un poco triste. Tal vez aún le dolía que hubieran terminado. Pero no quise preguntarle. A mi no me gustaba hablar de esas cosas, así que pensé que tampoco a ella.

Volvimos a clase.

Y así pasaron los días. Terminó la semana.

Al lunes siguiente, noté que Sebas ya no jugaba soccer con los chicos, así que lo fui a buscar.

Lo encontré en las canchas de padel jugando, pues, padel, con un chico llamado Sam, y con Clark.

Se veía divertido. A mi me gusta jugar padel, sólo que soy bastante mala para esas cosas.

—¡Hey Charlie! ¿que te trae por aquí? —me preguntó Clark.

—No yo... sólo buscaba a Sebastián, no lo vi en la cancha de soccer.

—Y ¿para que lo buscabas? —pregunto intrigado.

—Yo... porque es mi mejor amigo y pues creí que tal vez algo le hubiera pasado —dije.

—¿Su mejor amiga o su mamá? — se burló. —Ay ya se... —bajo un poco la voz —es que te gusta ¿no es así?

—¡Claro que no!— le dije, aunque mis mejillas sonrojadas me delataron.

—Ay si te gusta —dijo el muy entrometido.

—Si está bien... ya, me gusta. Pero el nuca se fijaría en mi. —bajé la mirada.

—Ahhh y por eso estas triste todo el tiempo —me dijo.

—¡No todo el tiempo! Pero si...

—¡No te preocupes! El psicógolo Clark viene al rescate. —me dijo. Y si. No lo escribí mal, Scott me dijo que sería mi psicógolo.

Así pasaron los días. En vez de ir a ver a los chicos jugar soccer me aislaba un poco al fondo del club con los chicos donde estaban las canchas de padel. Ahí no había ningún Scott, ningún Emilio, y ningun Kaito que eran los chicos a los que no soportaba. Ellos podían ser amigos de Raquelle, pero míos. PARA NADA.

Pero eso tuvo mis consecuencias. Al enterarse Sebastián de que me gustaba, seguro el se sentía incómodo conmigo porque se alejaba cada vez más. Mi psicógolo personal, Clark, me ayudó mucho, el siempre sabía que decirme y me daba los mejores consejos.

Pero nada parecía resultar. O yo no sabía aplicar los consejos, o mi amistad con Sebas se había ido a la basura.

Así que me rendí. Y regresé a mi rutina diaria con Daniela, Eliott y Chase.

Pero un día, después del almuerzo, me puse a pensar en Sebas. En los amigos de Raquelle, en que parecía siempre que no encajaba en un lugar.

“Sin Sebas la vida es difícil. Sin sus consejos, abrazos, y siempre de alguna forma me hacía sentir mejor. No se que hice. Tal vez nunca debí contarle a nadie que me gustaba. ¡Pero que tonta!” pensé. Sentía que estaba a punto de llorar. Se me llenaron los ojos de lágrimas.

De repente, pasó corriendo un chico con una raqueta de padel, pero se detuvo al ver que yo estaba llorando.

Era Sebas.

—¿Charlie? ¿Qué pasa? —me preguntó.

—N... no nada. Estoy bien —me limpié las lágrimas —En serio.

—Charlie, te conozco como a mi balón de soccer preferido —Ok, que raras metáforas las de Sebas —tu estuviste llorando. ¿quieres hablar?

—Pero, ¿no deberías ir a jugar? Se te acaba el recreo.

—Siempre tengo tiempo para mí mejor amiga —sonrió— ¿estás así por mi culpa?

Pensé. ¿Y ahora que digo?

—No... digo si... —me tapé la cara con las manos. —es que no lo sé. Siento que... tengo buenos amigos y todo pero, nadie me entiende, y siento que yo no...

—¿Que no encajas? —preguntó. Sebas ¿como haces para siempre entenderme?

—Si. Exacto. —le dije.

Suspiró.

—Pero yo estoy aquí. Para entenderte y ayudarte. ¿recuerdas? Mejores Amigos por siempre —me dijo y me tomó de las manos.

—Por siempre —sonreí. Después me dio un gran abrazo y yo le correspondí. Recargue mi cabeza en su hombro y sonreí. Y ahí me di cuenta, que pasara lo que pasara, Sebas siempre iba a estar ahí para mí, así fuera que peleáramos, nos enojaramos. Lo que sea. Mejores amigos para siempre...

Un Amor No PlaneadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora