Capítulo 6

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Aquel mismo día que Kim había estado ausente a todas las clases, comenzaron las pruebas para formar el equipo de las animadoras. Como cualquier otra chica popular, Lisa había sido la capitana desde tercer curso, y pensaba mantenerlo en el último año del instituto también.

Por mucho que esta chica que había llegado nueva el curso pasado, Catherine, iba a tomarle la delantera esa vez. El año anterior no se había presentado porque no tenía confianza en sí misma, pero los rumores que habían llegado hasta oídos de Lisa, habían confirmado que la combinación de música, la coreografía y las piruetas que traía del sur del país hacían de su espectáculo algo inolvidable.

-Dicen que se quiere dedicar al baile profesional- la informó su amiga más cercana, Leslie.

-Puf, pues vaya futuro- resopló Lisa.

-Dicen que lleva en baile desde los siete años, en ballet desde los cinco y que ha ganado no menos que cinco años consecutivos el primer premio de regional de baile artístico- recitó como si se lo hubiera aprendido de memoria, que de hecho, lo había hecho.

-Sí, pero yo no me presenté en esos campeonatos, Leslie, si no, no hubiera tenido ninguna oportunidad, ¿no, chicas?- preguntó dirigiéndose a sus amigas, que corearon al unísono como si fueran las animadoras personales de Lisa.

Lisa y su pandilla fueron hacia el gimnasio, donde estaban a punto de empezar las pruebas. Desde el otro lado, podían ver cómo Catherine empezaba a ensayar sus pasos, contoneándose y haciendo piruetas que eran verdaderamente alucinantes. Saltaba sobre una sola pierna y daba la voltereta en el aire como si fuera lo más natural del mundo. Luego cogía carrerilla y hacía un tirabuzón a la vez que daba un salto. Lisa tragó saliva. Desde luego ella no era capaz de hacer todo eso. Pero tenía otros puntos fuertes y los iba a demostrar. Sus coreografías eran pegadizas, complejas, pero siempre salían adelante y tenía un gran entusiasmo que le contagiaba a sus compañeras para que se motivaran y saliera todo bien.

-Vamos chicas- dijo Lisa.

Lisa, Leslie y dos animadoras más, Rose y Fátima, se pusieron en sus puertos. Pusieron su música en cuanto Catherine hubo terminado. Lisa le dedicó una mirada de soslayo para comprobar si las estaba mirando. Cuando se dio cuenta de que era así, hizo un gesto de asentimiento hacia Fátima, que dio al play y corrió a su posición. Cinco segundos después empezó la música.

Las chicas dieron un salto en su posición y se cruzaron las unas con las otras. Lisa y Rose se cogieron por los brazos y casi en el mismo segundo Fátima se sentó sobre ellos. Las dos chicas tomaron impulso y Fátima saltó hacia arriba, alzando los brazos mientras Leslie hacia una voltereta lateral justo delante.

Sus posiciones cambiaron entonces, y todas empezaron a moverse al unísono. Primero un brazo y luego la pierna. A continuación se fueron todas al suelo e hicieron una pirueta a la vez.

Cuando terminaron, Lisa volvió a dedicar una mirada a su izquierda, donde debía estar Catherine mirándolas a las cuatro, atónita. Pero no era así. Catherine hablaba con otra chica como si tal cosa, como si su coreografía no fuera interesante, emocionante, como si ni siquiera le interesara.

Lisa apretó los dientes con fuerza y recogió sus cosas, alejándose con ira de allí. Se metió en uno de los baños del vestuario hasta que se calmó. Hicieron falta un par de patadas en la puerta para conseguirlo.

Su móvil vibró dentro de su mochila. No era como un mensaje, o como una llamada. Era una vibración intensa que casi estaba moviendo toda la mochila.

Rebuscó por dentro de ella hasta encontrarlo. Tenía una notificación de una aplicación que no reconocía. No paró de vibrar hasta que no la abrió. Era la aplicación que había sido instalada aquella mañana, la del autor:

Nadie va a la bibliotecaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora