Capítulo 15

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"Tened cuidado" había dicho el autor, seguido de una retahíla de: "No aceptéis lo que sea que os ofrezca, si algo va mal venid a hablar conmigo".

Kim tenía sus dudas acerca de si aquello era verdad o no. Estaba pensando, en silencio. Volvieron al coche e ignoró lo que decían sus otros tres amigos mientras que ella seguía meditando. No le hizo caso a lo que decía el sacerdote, aunque no es que ella fuera demasiado creyente.

Cuando llegó a su casa se cambió para ponerse más cómoda. Al día siguiente todavía no había clase, todavía se consideraba un día de luto por Leslie, así que podía permitirse acostarse más tarde ese día. Llevaba muchos días acostándose tarde leyendo, pero sobretodo se acostaba tarde porque estaba haciendo los deberes que no podía hacer durante la tarde por leer.

Ahora no tenía nada que leer.

Los libros e internet eran todos para ella.

Empezó a buscar en Google cosas estúpidas, como por ejemplo "gente atrapada en mundos paralelos" que la derivó a una página web siniestra que prefirió cerrar y olvidar, o "cómo reconocer a un escritor".

Aunque esta última no la ayudó demasiado a lo que ella en realidad quería buscar (que era básicamente que le dieran una cara para ese misterioso autor), le dio algunas pistas (clichés, desde luego) de cómo reconocer que una persona escribe.

La página daba los siguientes puntos:

1- Los escritores suelen ser gente callada, observadora y muy pensativa. Siempre buscando inspiración.

2- Suelen llevar una libreta y un bolígrafo o lápiz con ellos cada vez que salen.

3- Muchas veces llevan un libro también.

4- Salvo contadas excepciones, prefieren escribir en solitario (aunque no necesariamente solos). Por ello, se les puede encontrar en sitios como cafeterías y más raramente, parques. Son fácilmente reconocibles porque irán con un ordenador portátil o con un cuaderno.

5- También pueden ir acompañados por un reproductor de música, así que llevarán cascos o auriculares.

Había más puntos, pero Kim no siguió leyendo.

Decidió que había llegado la hora de darse un paseo.

Cogió sus auriculares y puso Spotify en modo aleatorio, en una lista de reproducción de música sin letra, que la dejara pensar. Fue en busca de gente que encajara dentro de esas características.

Claro que si el segundo autor había sido lo suficientemente listo como para no dejarse ver, no iba a ser tan estúpido como para seguir los clichés que decían de los escritores.

Se paró delante de un Starbucks. Seguramente podría estar allí en caso de ser un adolescente, con un capuchino o un latte bien cargado de azúcar. Quizá también un muffin. Pero por algún motivo, Kim tenía en su mente a un autor o autora de la edad del primero, y no le pegaba demasiado eso de ir a un Starbucks.

De todas maneras, todos los que alcanzaba a ver desde el exterior eran adolescentes en grupos de amigos, riendo. Ninguno con un portátil o un cuaderno.

Le vibró el móvil, pero lo tenía en silencio así que la música no se interrumpió.

Era un mensaje de esa extraña aplicación.

Del autor.

Aunque ahora sabía que era el otro autor,

¿Quieres jugar al escondite? De acuerdo. Tú cuentas primero.

Apagó el móvil sin esperar a que llegase otro mensaje nuevo, se quitó los cascos y empezó a mirar alrededor.

La calle estaba prácticamente vacía. Había una señora mayor paseando a su perro, un matrimonio con tres niños, un anciano caminando apoyado en su bastón.

Ninguno era lo que Kim esperaba del otro autor.

El móvil le volvió a vibrar.

Pero lo había apagado.

Deberás buscar un poco mejor, Kim.

-¡Mierda!- exclamó y soltó el móvil del susto.

Pegó la espalda a la pared, de forma que ese ángulo quedara cubierto, que nadie le pudiera atacar desde atrás. Había otra gente caminando, pero de repente le parecía demasiada y no podía distinguir las caras de todos. El matrimonio la miraba. Pensaría que estaba loca.

Echó a correr a su casa.

Nadie va a la bibliotecaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora