Capítulo 21

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Kim llegó a la plaza a y diecisiete. Sacó su mochila y sacó un libro para leer mientras venían los demás.

Debería estar leyendo Fahrenheit 451 para el próximo examen de literatura, al menos si quería aprobar. Pero en puesto de eso estaba leyendo El Gremio de los Magos. Se arrepentiría aquella noche, porque debería quedarse hasta tarde estudiando, tal vez incluso la noche siguiente, pero...

-Ya estás aquí- saludó Paris.

-Y vosotros habéis llegado a tiempo. Increíble.

Paris y DJ habían llegado juntos, los dos en bici. Kim movió la cabeza en todas direcciones. Aun le faltaba alguien.

-Lisa llegando siempre tarde. Si no hace una entrada triunfal entonces no es ella.

-Lisa no va a venir- anunció DJ.

-¿Qué?- espetó Kim-. Pero se supone que estamos todos juntos en esto... No puede no venir. Llámala.

-Su madre le había dicho que la necesitaba en casa y se va a quedar. Me lo ha dicho esta mañana en el instituto.

-Genial.... Simplemente genial.

-Bueno, sólo tenemos que decirle al autor que debe esconderse en otro sitio, no debemos hacer tanto drama porque no haya venido- repuso Paris.

Kim no dijo nada más. Los tres caminaron hasta la puerta.

Se abrió con un crujido.

Pudieron ver los ojos brillantes del autor al otro lado de la puerta durante un instante antes de que alguien les gritara desde atrás y la cerraran de golpe.

-¿Qué hacéis ahí?

Kim reconoció al hombre, aunque sólo lo había visto una vez antes de aquel momento. Cuando habían perseguido a Leslie.

Era el padre de Paris. El agente Walls.

-Esta mañana me has dicho que nunca habías entrado en la biblioteca- le dijo a su hijo como si le estuviera recriminando una mentira.

-Y es verdad- repuso él.

-¿Y has decidido que era el momento para cambiar eso, o qué haces aquí?

-Bueno, nos ha dado curiosidad...

El agente Walls lo miró a todos de arriba abajo, como si no tuvieran remedio y no hubiera nada que hacer con ellos.

-Esto era una propiedad privada ya de antes. Abandonada pero aun así privada. Además ahora alguien es su nuevo propietario y sabías eso perfectamente, Paris.

El señor Walls estaba hablando en voz muy alta, casi gritaba. Por un lado, eso era bueno, porque así el autor tal vez podría enterarse de lo que estaba pasando. Pero por otro, Paris se veía tremendamente afectado.

Kim vio cómo su amigo tragaba saliva duramente.

-La puerta ya estaba abierta cuando hemos llegado- se apresuró a decir Kim-. Creíamos que el dueño o la dueña nuevos tal vez estuvieran aquí ya, y no quería perder la oportunidad de decirles que me gustaría trabajar aquí.

El señor Walls miró a Kim de arriba abajo.

-Supongo que tú eres la amiga apasionada de los libros.

Kim miró a Paris, que tenía los ojos vidriosos y miraba al suelo fijamente. Se encogió de hombros.

-Supongo que sí, señor.

-Bueno, pues no podéis estar aquí. No sé por qué estaba la puerta abierta, pero los dueños no están aquí todavía. Tenemos que asegurarnos de que está en buenas condiciones.

-¿Por qué alguien la compraría sin asegurarse antes de que está en buenas condiciones?- inquirió DJ.

El agente Walls se encogió de hombros.

-Tal vez no les interesa la biblioteca en sí, sino el terreno para construir otra cosa.

Los chicos se miraron.

-Venga, marchaos- dijo el padre de Paris.

Obedecieron sin chistar.

-¿Qué pasará si derriban la biblioteca?- preguntó Paris.

-¿Qué quieres decir?- preguntó a su vez Kim.

-Pues que al fin y al cabo es como... un templo para nosotros, ¿no? El autor nos creó ahí, ese es su hogar.

-¿Creéis que lo van a pillar?- preguntó DJ.

-Si se esconde en esa guarida suya, no lo creo- contestó Kim. El resto del cuerpo de policía los miraba como quién observa a un grupo de cotillas.

-¿Qué hacemos?- preguntó DJ.

-Vámonos cada uno a nuestra casa- dijo Paris-. Tenemos un examen mañana y deberíamos estudiar.

-Querrás decir repasar- replicó Kim.

-Bueno, igual tú tienes que repasar, pero otros tenemos que estudiar sin más- respondió Paris.

-Retweet a eso- dijo DJ.

-Os avisaré de algo con lo que me diga mi padre.

Lisa estaba en su dormitorio, nerviosa. Demasiado nerviosa como para estudiar nada. Tenía su teléfono móvil en la mano, esperando a que vibrara, a que sonara para recibir las preguntas del examen de Literatura.

Y tampoco podía evitar preguntarse qué estarían haciendo sus amigos en la biblioteca.

A las seis recibió un mensaje multimedia. No había ninguna descripción, simplemente las fotos.

Lisa las anotó en un folio usado y empezó a aprenderse las preguntas.

Después borró las fotos.

Nadie va a la bibliotecaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora