Capítulo 9

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-¡No puede haber ido muy lejos!- exclamaba la madre de Leslie-. Hace unos segundos estaba... estaba...

La señora Keller la apoyó contra su hombro y se la llevó a tomarse un café.

Lisa tenía la mirada perdida, observaba la cama donde había estado su amiga apenas unos instantes atrás. La suave cortina volaba por el aire.

-¿Estás bien?- le preguntó Paris acercándose a ella.

Lisa no dejó que las lágrimas que estaban asomando por sus ojos salieran. Se giró, y apartó a Paris con el brazo para que la dejara pasar.

Paris y DJ se miraron una milésima de segundo, y luego se dedicaron a observar a Lisa, que estaba caminando por el pasillo del hospital y de un momento a otro se había puesto a correr a una velocidad de vértigo.

Paris se adelantó a DJ y corrió detrás de ella. DJ sacó su móvil primero y mandó un único mensaje. Luego los siguió.

-¿Adónde vas?- le preguntó Paris a Lisa en voz alta para que pudiera oírlo, una vez que ya habían salido del hospital y se internaba en la carretera.

-¿A ti qué te parece?

-¿Vas a ir a buscarla?

-¿Tú qué crees?

-¡Espera!- gritó DJ desde lejos-. Me he traído el coche. Iremos más rápidos.

Lisa sacudió la cabeza.

-No sabemos si han ido por la carretera o está por medio del pueblo. No sabemos nada, no podemos permitirnos el tráfico o las direcciones prohibidas.

-Lisa, DJ tiene razón. Podemos buscar un rastro en las calles o algo, preguntar por ahí, y el coche va a ser más rápido seguro.

La chica suspiró.

-Vale, pero vayamos ya, porque no podemos perder tiempo. No sabemos quién se la ha podido llevar.

Se subieron al coche en silencio. Ninguno de los dos chicos dijo que en verdad no pensaban que nadie se hubiera llevado a Leslie, sino que ella se había ido por sus propios pies. DJ se sentó en el asiento del conductor, y Lisa se puso de copiloto. Paris iba atrás, en el medio, para no perder detalle de lo que ocurría. DJ dedicó un vistazo a su móvil antes de arrancar el coche.

-¿Se puede saber a qué estás esperando?- exclamó Lisa.

Sacudió la cabeza.

-A nada.

Guardó el móvil en el bolsillo y se puso el cinturón.

Iba tan rápido como los límites de velocidad le permitían. No había muchos coches por la zona, así que su único impedimento eran los semáforos, que por más que insistiera Lisa, DJ no tenía intención de saltarse.

Cuando se pararon por tercera vez seguida, Lisa no pudo más y suspiró:

-Ha llegado el momento en el que de verdad creo que sería más rápido ir andando.

Los chicos no hicieron ningún comentario al respecto.

-Mi abuela de setenta y seis años la encontraría antes que nosotros.

DJ metió la primera marcha para seguir por la carretera de nuevo.

-Ni siquiera sabemos qué estamos buscan...

Nadie va a la bibliotecaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora