Como en las películas, el autor accionó un mecanismo que dejaba al descubierto un pasadizo secreto detrás de una librería.
-No me lo puedo creer- musitó DJ, con cierta emoción.
-No sé de qué te sorprendes- espetó Lisa.
-Pues también es verdad.
-¿Por qué tienes una guarida secreta si absolutamente nadie viene aquí nunca? No es que alguien te vaya a molestar...
-Yo no estaría tan seguro- replicó él.
Los chicos no dijeron nada al respecto. Lo siguieron en silencio. Y asustados.
Llegaron a un sótano. Una bombilla solitaria colgaba del techo.
Había todavía más estanterías con más libros. DJ pensó que había más libros en todo aquel sitio que en la librería del pueblo.
Frente a una de las paredes había un largo listón de madera con un montón de folios amarillentos desordenados y arrugados.
-¿Qué es... todo esto?- preguntó Kim, y levantó un papel entre los dedos índice y corazón, como con asco.
-Teorías. Teorías, y teorías y más teorías.
-¿De tus libros?- preguntó DJ.
-Más o menos. He estado pensando muchas veces en que es posible que...- empezó el autor, pero se calló.
-Vamos, suéltalo- espetó Lisa.
-No vais a creerme.
-¿Acaso no nos hemos creído que eres el autor de una historia en la que somos protagonistas? No pusimos demasiados impedimentos- repuso Paris.
El autor suspiró.
-Creo que es posible que haya otro autor aquí. Que esté interviniendo en la historia.
Era cierto. No se lo creían. DJ pensó que el autor había llegado a ese punto en el que estaba desvariando.
-Otro autor- repuso Paris, quizá de todos, el menos escéptico.
-Sí. Igual que yo creé vuestra historia para que me ayudarais a cerrar la primera, por la que vine aquí, otro autor ha debido crear una nueva historia y con ella se mete en la vuestra.
-¿Por qué?- preguntó Kim.
El autor sacudió la cabeza.
-No lo sé.
-Hombre, si ha estado ofreciéndonos cosas a cambio del libro, haciéndose pasar por ti, digo, está claro que lo que quiere es el libro. ¿No?- dijo DJ.
Lo meditaron durante un instante.
-Es una opción- repuso Paris.
-Es la única opción- añadió Lisa.
-Pero eso no resolvería ningún misterio- replicó Kim-. ¿Para qué quiere el libro?
-Para lo mismo que nosotros- añadió él mirando de reojo al autor-. Para asegurarse de que tiene un buen final.
-¿Dices que ese otro autor es alguien del pueblo?- Kim sacudió la cabeza-. O sea, ¿alguien de esta historia?
DJ se encogió de hombros.
-¿Es eso posible?- preguntó Lisa mirando al autor.
Éste se encogió de hombros también.
-Todo lo que tengo son teorías. Si lo supiera de verdad no serían teorías. Serían hechos.
-Vale. Vosotros- dijo Lisa señalando al autor y a Kim- sois los mayores expertos que tenemos aquí de historias. ¿Qué hacemos ahora?
Kim se sonrojó. Miró al autor. Y lo dejó hablar a él.
-Tenéis que descubrir quién es el otro autor.
-¿No deberíamos estar antes seguros de que en realidad hay otro autor?- preguntó Paris.
Lisa le dio un codazo para que se callara.
-Vale, ¿cómo hacemos eso?- preguntó la chica.
Ante esa pregunta, el autor no supo qué contestar.
-¿Vamos a ciegas?- preguntó DJ. De pronto le dio mucha pereza descubrir quién era ese autor- ¿Qué tal si no lo buscamos? Quiero decir, no está haciendo nada malo. Con ignorarlo bastará.
El autor soltó una carcajada irónica.
-Vuestra historia es completamente normal. Sois cuatro adolescentes, a las que les pasan cosas de adolescentes. Pasaríais un par de impedimentos después de haberme ayudado a recuperar la pluma, os graduaríais y todos tan contentos. El resto, lo sobrenatural lo ha añadido... el otro, ese autor.
-Supuesto autor- añadió Paris.
-Ese inocente autor, como quieres hacerlo parecer, es el que metió a la muchacha esta, el vampiro, en la historia. Así que cuando lo encontréis- miró a Lisa-, le podéis echar a ella la culpa de lo que le pasó a Leslie.
DJ miró a Lisa. La chica tenía los puños apretados a ambos lados de su cuerpo. Los nudillos ya se le estaban poniendo blancos. Un músculo de su mandíbula se movió. También estaba apretando los dientes.
-Vamos a encontrar a ese autor.
ESTÁS LEYENDO
Nadie va a la biblioteca
FantasyParis quiere ver la biblioteca. Pero sus nuevos compañeros le dicen que nadie va nunca a la biblioteca. Ni siquiera los del club de lectura. Lleva cerrada desde... siempre. Ni siquiera hay ningún libro dentro ya. Las viejas leyendas callejeras dic...