Capítulo 18

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-Llega tarde- replicó Lisa.

-Lo sé, pero me ha dicho esta mañana que iba a venir. Lo hará- dijo Paris.

-Como tarde mucho más lo vamos a perder.

-Por Dios bendito. ¿No puedes ser un poco optimista por una vez?- replicó Kim. Hacía tiempo que no se volvían a hablar mal, pero estaba sacándola de sus casillas.

Paris consultó su móvil. Le había mandado cinco mensajes a DJ. No había respondido a ninguno. ¿Por qué últimamente nadie respondía a sus mensajes?

Eran las ocho y cinco.

-¿Y si empezamos sin él?- sugirió.

-Si lo hacemos sin él no saldrá el plan bien- dijo Kim.

-El plan es una mierda, en realidad- espetó Lisa.

-Anoche estuviste de acuerdo- replicó Kim.

-Pero hoy con todo más meditado creo que es espantoso, que el autor nos va a tender una trampa y que vamos a perder el libro.

-¡Shhh!

DJ apareció detrás de ellos, chistando para que bajasen la voz.

-A buenas horas apareces tú- dijo Paris-. ¿Dónde has estado?

-Mejor ni preguntes.

-Y encima con exigencias- replicó Lisa.

-Bueno pero lo importante es que ya está aquí y ya podemos empezar, ¿no?- indicó Kim.

Habían quedado en reunirse en el parque que había casi a las afueras del pueblo. Tenía vallas a la altura de la cintura, para que los niños no salieran corriendo a la carretera.

Pero evidentemente tenían puertas. Bueno, no se le podía llamar así exactamente, pero sí zonas donde no había vallas.

A decir verdad, Paris coincidía con Lisa: el plan era una bazofia. Habían dejado el libro en uno de los balancines que había en el centro del parque. Habían estado hablando a lo largo del día y de camino al parque como si hubieran hecho un pacto con el autor (el primero) de que le iban a entregar el libro a cambio de algo, no habían especificado el qué.

Confiaban en que el segundo autor los hubiera estado escuchando, los hubiera seguido y aprovechara un momento para coger el libro sin que ellos se dieran cuenta. Pero cada uno de ellos aguardaría en una de esas zonas de paso, para atrapar al autor cuando fuera a por el libro.

-¿Estamos listos o no?-preguntó DJ.

-Estamos. Pero el autor no ha aparecido- explicó Paris.-Tal vez deberíamos alejarnos un poco.

Los demás asintieron. Aquella era la señal. Cuando alguien dijera eso, quería decir que debían ocupar sus posiciones.

Aguardaron.

Aguardaron.

Aguardaron.

No ocurrió nada.

Nada de nada.

Ni siquiera había viento que moviera las hojas.

Paris levantó la cabeza por encima de la valla. El libro seguía allí. El segundo autor no se lo había llevado sin que ellos se hubieran percatado ni nada de eso. Seguramente el otro autor ni hubiera ido.

Paris escuchó a Lisa maldecir en voz demasiado alta para que su plan se llevara a cabo.

-¿Se puede saber qué haces?- espetó Paris.

-Llevamos media hora aquí y no ha venido nadie. ¿Tú qué crees?

-Hicimos un trato...

-Que está claro que ha salido mal. Rectificar es de sabios.

-Vamos, Lisa...

-Da igual. De todas formas si el autor estaba por aquí, lo habrá espantado- comentó Kim, con cierto retintín.

-Vaya, ya vuelve doña sabihonda a deleitarnos a todos con su inteligencia.

-Como tú con tu lado prepotente. Me pensaba que lo habías dejado encerrado bajo llave. Qué pena darnos cuenta de que sigues siendo igual que siempre.

-Vamos, chicas...- empezó DJ.

Lisa miró a Kim con odio, guardó el libro en su mochila y se alejó para ir a casa.

Antes de doblar la esquina, le llegó un mensaje al móvil. Si era Kim pidiéndole disculpas y que volviera, lo tenía claro.

Pero no era Kim.

Desde luego que no.

Era el autor.

El otro autor.

Que pesada es esta chica, ¿no?

Lisa incluso sonrió. Tal vez incluso podrían llevarse bien.

Un nuevo mensaje.

A la gente le cae bien sólo porque estudia y es inteligente. Ojalá se dieran cuenta de lo inteligente que eres tú también.

La sonrisa que Lisa había dibujado se borró completamente de sus labios. Bloqueó el móvil pero un mensaje nuevo apareció.

Tal vez yo podría ayudarte con eso...

Nadie va a la bibliotecaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora