Capítulo 5

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Hagrid llegó, era un hombre muy grande, corpulento y con una larga barba y pelo que parecía que no se lo había cepillado en un par de meses. En su llegada había roto la puerta de su casa, porqué según él no cabía en ella. Tío Vernon se asustó e intentó que se marchara de la casa apuntándole con una escopeta, cosa que no funcionó ya que Hagrid la dobló con tan solo un movimiento de manos.

Hagrid consiguió llevarse al niño y en el camino hasta el centro de Londres le fue explicando todo lo necesario del mundo mágico y de su vida, saltándose algunas partes que el no merecía darle esa noticia. Cuando llegaron a un antro que parecía que nadie había limpiado en largos años, todo el mundo le saludó, todos querían tener una oportunidad con el gran Harry Potter, incluso había un profesor del cual asistiría a su nuevo colegio, que no le dió nada de buena espina. Después de pasar unos muros que Hagrid hizo que se abrieran con tan solo tocarlos con su paraguas, se adentraron a una espécie de calle con un montón de tiendas mágicas y artilugios, según Hagrid se llama callejón diagon. El niño se asombró al ver que lo que le decía el gigante era verdad, pertenecía al mundo mágico, a partir de ahora, su mundo.

Continuaron caminando y se dirigieron al final de ese callejón, a un sitio llamado Gringotts, que resultaba ser un banco para magos. Cogieron todo el dinero necesario de la camara de los Potter y cogieron tambíen una cosa de la camara 713, la de Hogwarts. Empezaron a comprar de todo y se dirigieron a la tienda de Madam Malkin, de túnicas. Allí dentro se encontraron que había tres niños de su edad, uno rubio, uno moreno, y una niña pelirroja, junto con dos señoras.

-Hola querido, ¿Hogwarts?-. Se sobresaltó al escuchar a sus espaldas la voz de una señora mayor. El con la cabeza le asintió, y ella le dirigió al lado de esos niños.

-Hola, yo soy Draco, Draco Malfoy, ella es mi prima Bella Snape, y el nuestro mejor amigo Blaise Zabini-. Dijo el niño rubio dándole la mano en señal de saludo mientras agarraba de la cintura a lo que parecía ser su prima.

-Yo soy Harry-. Contestó el niño estrechando la mano con la del niño rubio.

-Harry, ¿en que casa quieres quedar?-. Le preguntó la niña pelirroja, que se le hacía conocida.

-Pues no lo sé, en realidad no se nada de las casas-. Respondió Harry, rascándose la cabeza.

-¿No serás un sangre sucia?-. Preguntó esta vez el niño moreno con una cara de asco.

-Soy hijo de magos si es a eso lo que te refieres-. Contestó Harry un poco molesto.

-Niños, ¿estáis listos?-. Se escuchó la voz de una de las mujeres que venían detrás de el, habló la que tenía el pelo negro como el carbón y lleno de rizos.

-Si mamá.- Respondió la niña pelirroja, esa era su madre. Mira mamá, este es Harry, también va a ir a Hogwarts este año-. Dijo la niña, pero a la madre le cambió la cara de golpe, se le puso un tono blanquecino al ver al niño.

-No vamos.- Dijo la otra mujer con un tono más autoritario. Pagaron y se fueron corriendo de la tienda

A Harry le pareció un poco extraño ese comportamiento, pero no le prestó atención y dejó que la señora le tomara las medidas de su túnica.

Al salir se encontró a Hagrid y se ofreció a llevarle las bolsas que tenía de la tienda de túnicas, y se dirigieron a Ollivanders, a comprar su varita. Cuando Harry entró en aquella tienda, un señor de una larga edad se acercó a el, le dijo que hacía tiempo que lo esperaba. Harry empezó a probar varitas hasta que con una notó un picor en los dedos y un poco de calor.

-Curioso..-. Dijo aquel hombre mirando la varita.

-Perdone, pero, ¿qué es curioso?-. Preguntó Harry con un tono confundido.

-Es curioso que estés destinado a esa varita pequeño Potter, ya que fue su gemela la que te hizo esa cicatriz. Lo que contiene tu varita en el núcleo es pluma de Fénix, y ese Fénix dio solo tres plumas-. Respondió el hombre.

-¿Cuanto es señor?-. Preguntó Harry con ganas de marcharse ya de esa tienda y seguir comprando.

-Nada querido, es un regalo-. Respondió el señor.

Harry salió de la tienda y se encontró con Hagrid que traía una lechuza.

-Es tu regalo de cumpleaños,Harry-. Dijo el gigante. Harry le dio un fuerte abrazo y continuaron sus compras.

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Cuando salieron de esa tienda después de encontrarse con aquel simpático niño, le preguntó a su madre porqué habían salido tan rápido sin poder despedirse de aquel niño.

-No os acerquéis a el ninguno de los tres, ¿entendido?-. Les dijo su tía Narcissa a los tres niños. Decidieron hacerle caso, ya que se veía muy preocupada, y los tres aprendieron que no era bueno llevarle la contraria a su tía.

Continuaron con las compras hasta que les tocó el turno de elegir varita. Los tres niños iban muy emocionados y corrieron para llegar más rápido mientras las dos madres les seguían y les gritaban que no corrieran.

Abrieron aquella pesada puerta de la tienda y entraron.

-Oh, señorita Potter, la estaba esperando, igual que a ustedes Malfoy y Zabini-. Dijo aquel hombre.

-Perdone, pero yo soy Snape, no Potter-. Contestó Bella un poco confundida por lo que le había llamado aquél hombre.

-Oh si, me he confundido de apellido-. Dijo mirando a su madre, a Bellatrix, que ella le miraba con odio.

Los dos chicos a tenían su varita, a Bella le estaba costando más hasta que una se posó en sus ojos y la cogió, sintió aquel hormigueo en las manos y supo que esa era su varita.

-Que curioso.- Dijo aquél hombre mientras se tocaba la barbilla.

-¿Curioso?-. Preguntó Bella mientras agarraba la mano de su primo.

-Si querida, esta varita lleva mucho tiempo aquí esperando ser vendida, solo hay tres iguales, y una de esas ha causado temor en el mundo mágico-. Respondió aquel hombre a la pregunta de la pequeña.

-Bueno, ¿cuánto le debemos?-.Preguntó Narcissa cansada ya del discursito del vendedor.

-Siete galeones por cada varita, menos la tuya querida-. Dijo mirando a Bella. La tuya es un regalo, sálvanos de la oscuridad-. Concluyó el hombre.

Draco apretó mas fuerte la mano de su prima y se encaminaron a la tienda de helados, le preguntó a su madre si podían ir solos, y ella le dio unos pocos galeones para que se tomaran un helado. El besaba cada vez que podía la mejilla de su prima intentando calmarla, el ya sabía por la shock que estaba pasando su prima, el la queria mas que a nada.

Cuando acabaron el helado se dirigieron los tres niños a la salida donde les esperaban las dos mujeres junto al padre de Bella, y por aparición conjunta se dirigieron cada uno a su casa, mañana por fin irían a Hogwarts.

Entre la espada y la pared.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora