Capítulo 2

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¡Mami!. Se escuchó un grito de la pequeña Bella de tan solo nueve años de edad, produciendo que toda la mansión resonara.

-¿Qué quieres Bella?-. preguntó su madre al otro lado de la puerta, ya que salió corriendo al escuchar el grito de su hija.

-¿Dónde está papá?-. Su madre giró los ojos divertida, su hija era así, para preguntar una cosa tan insignificante tenía que gritar como si le estuvieran lanzando un crucio.

-Ha salido, luego volverá, ¿que te apetece hacer?,¿tarde de chicas?-. Bella la miró curiosa, tardó en contestar, la propuesta de su madre le parecía tentadora, pero decidió que hoy le iba a dedicar el día a su primo Draco.

-No mami, prefiero estar con Draqui, ¿puedo ir?-. Preguntó la pequeña haciendo su típica mirada de cachorrito que tanto enternecia el duro corazón de hielo de su madre.

-Oh, pensaba que pasaríamos un día madre e hija como los de hace tiempo, pero bueno, puedes ir princesa, ahora te conecto la red flú-. Contestó su madre. Era increíble el cariño que le tenía la pequeña a su primo Draco, eran como hermanos, siempre juntos en todo.

Conectó la red flú y dejó que su hija se fuera no sin antes advertirle que no molestara mucho a su tío Lucius, ya que sabía que su pequeña le encantaba molestarle. Bella se despidió de ella con un beso en la mejilla y con un gesto con la mano. Bellatrix no sabía como había llegado a querer tanto a esa pequeña desde el primer momento que posó sus ojos en ella, y puso sus manos en sus pequeñas y blancas mejillas. Ella sabía perfectamente de quien era hija, pero no le importaba, para ella siempre sería su pequeña, suya y de su padre, Severus, con quien se había casado tiempo después para proteger a la pequeña. El tema de la cicatriz que su hija tenía en la frente no le importaba, ya que Severus cada día por la mañana ponía una poción ocultadora en su desayuno, que no dejaría de poner hasta el momento que la pequeña cruzara las puertas de Hogwarts por primera vez.

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El pequeño Harry se despertó a causa de los gritos que propiciaba su primo Dudley avisando que era su cumpleaños, como si no lo hubiera dicho ya bastante, pensó Harry.

Harry se levantó pesadamente, no tenía ganas, se sentía cansado, el colegio en el que iba le consumía toda la energía, y ahora que habían empezado las vacaciones tenía que cuidar de la casa y hacer el desayuno de los tíos y de su querido primo cada día.

Se sentía tan solo en esa casa, sentía que le faltaba cariño, y pensaba cada día en por qué no estaban sus padres, por qué tuvieron que morir en ese accidente de tráfico. Hasta a veces, había días en que sentía que no estaba solo, muchas veces soñaba con una pequeña niña de su edad, de pelo rojo y ojos verdes, se le hacía familiar y no sabía por qué.

-HARRY POTTER. Un grito sacó a Harry de sus pensamientos, su querida tía petunia le llamaba para hacer el desayuno, y si el no llegaba rápido, le castigarían con pasar un día en la alacena ni tan siquiera con un poco de comida y sin salir. Corrió rápidamente hacia la cocina y se encontró con su tío Vernon leyendo el periódico y a su tía Petunia besando las mejillas una y otra vez de su querido primo.

-Buenos días.- dijo Harry entrando a la cocina, pero no obtuvo ninguna respuesta, solo escuchó decir a su tía Petunia que se diera prisa con el desayuno, que su pequeñín tenía que abrir todos los regalos de cumpleaños. Este sería un día duro para Harry.

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-Draqui, llegó tu prima preferida-. chilló Bella apareciendo por la red flú y sacudiéndose la ropa.

-¿Qué opciones tengo? eres mi única prima, Bella.- respondió Draco abrazando a su prima.

Draco Malfoy era el único hijo de Lucius y Narcissa Malfoy, una de las familias más ricas de Reino Unido. Draco tenía un cabello rubio tirando a blanco, una piel pálida y unos ojos azul profundo que te hacían recordar al cielo más despejado y soleado que se pudiera imaginar.

-Pero soy la más guapa-. dijo Bella sacando su prepotencia a flote.

Los dos subieron a la habitación de Draco, y Bella como siempre se tiró en la enorme cama de su primo, que le recordaba a la suya. Los dos primos mantenían una conversación muy animada, reían a cada rato por las tonterías que Draco decía, ya que juntos podían ser como realmente eran, porque a la corta edad de sus nueve años, ya tenían papeles que representar gracias a sus padres. Los niños no se habían dado cuenta del tiempo que había pasado hasta que sus barrigas empezaron a pedir alimento y llamaron a Dobby, el elfo doméstico de los Malfoy, para que les trajese un poco de alimentos, ya para merendar.

Al cabo de un rato y ya habiendo comido, su tía Narcissa les avisó que la cena estaba lista, Bella salió corriendo de la habitación de su primo, y bajó las escaleras de la mansión de dos en dos para darle un abrazo a su tía Narcissa, la quería como a una madre, y no había día que no le preguntara a su madre por ella.

-Tía, te he echado de menos, papá me ha tenido muy ocupada en casa poniéndome deberes de pociones, ya sabes que quiere que cuando entre a Hogwarts sea la mejor, como él-. Dijo Bella mientras abrazaba a su tía cada vez más fuerte.

-No te preocupes querida, tu padre es muy pesado con las pociones, ya lo sabes- bromeó su tía. Yo también te he echado mucho de menos princesa, ahora a cenar, que debéis estar muertos de hambre.

Los dos niños se apresuraron a sentarse en la mesa y a esperar que les sirvieran. La cena pasó entre risas de lo primos y regaños de Narcissa a causa de que los primos iniciaron una guerra de comida. Cuando terminaron de comer los dos subieron a la habitación de Draco, Bella le preguntó a su tía si se podía quedar a dormir, y ella no se negó. La pequeña se despidió de su primo y se fue a la habitación que ya tenía en la Mansión Malfoy. A media noche Bella se despertó a causa de unos gritos que venían de la planta de abajo, se levantó de la cama, abrió la puerta de su habitación y se dispuso a ver que pasaba. Solo logró ver a sus tíos discutiendo sobre algún tema. La pequeña fue hasta la habitación de su primo que se encontraba al final del pasillo y abrió la puerta. Dentro se encontraba su primo igual que ella, despierto, mirando el techo. Draco se sobresaltó al escuchar la puerta, pero cuando vio que era su prima se relajó y palmeó el lado de su cama para que ella fuera. Se tumbaron los dos juntos, Draco abrazó a su prima por la cintura y le dió un beso en su pequeña frente, y así abrazados, se quedaron dormidos juntos.

Entre la espada y la pared.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora