Capítulo 12

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-Despierta Bella, volvemos a Hogwarts-. Draco Malfoy se encontraba acariciando la cara de su prima para que esta se dignara a despertarse. Bella abrió los ojos poco a poco acostumbrándose a la poca luz que salía de las ventanas de la Mansión Malfoy. Se desperezó y se levantó de la cama con muy pocas ganas.

-Buenos días a ti también, primo-. Salió por la puerta y bajó por las largas escaleras que daban paso al comedor, donde su tía Cissy la esperaba justo donde acababa la escalera. Se acercó a ella y le dio un inmenso abrazo que, por primera vez, olvidó que su madre estaba entre rejas, para dejar paso a su familia, los Malfoy.

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Harry Potter se encontraba en el pequeño, pero acogedor, salón de la madriguera jugando a naipes explosivos con Ron. Deseaba con todas sus fuerzas llegar a Hogwarts para poder vivir feliz, esa era su casa.

Molly Weasley, la madre de toda la tropa de pelirrojos, estaba sentada en un sillón viejo mirando al pequeño Harry y a su hijo Ron, pensando en como alguien podría haber intentado matar a ese ser indefenso cuando era tan solo un pequeño bebé, y como lo ayudarían entre todos para que viviera feliz, serían su familia.

Poco tiempo después, por la chimenea que daba al centro de la casa, apareció Arthur Wesley y les avisó a cada uno que cogieran sus baúles que se marcharían ya al andén. Todos los Weasley's sabían que este año algo cambiaría, la pequeña Ginny entraría a cursar su primer año.

-Niños, ya sabéis como entrar al andén, os esperamos en la otra parte-. Fueron entrando uno a uno cuando llegaron al andén, pero cuando el turno de Ronald, y Harry había llegado, algo pasó, se cerró la puerta que daba paso al tren.

-¿Ahora que hacemos?-. El miedo invadió a Harry, pensaba que no podría volver jamás, que se quedaría toda la vida con sus tíos. Miró a Ron, y este tenía la misma cara que Harry, pero se preocupó más por si sus padres no podían volver a pasar y se quedarían allí para siempre. Pero entre los dos se les ocurrió una gran idea, ir con el coche que el ministerio había prestado a su padre para llevarlos a todos.

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-Isabella Snape Black-. Una voz chillante despertó a Bella de su sueño. No hacía ni dos meses que habían llegado a Hogwarts y ya la estaban chillando.

-¿Quién pregunta?-. Habló con esa voz que se notaba frialdad en cada una de las palabras. Ella había cambiado desde el encarcelamiento de su madre, y su padre había vuelto a ser el hombre frío y ególatra que siempre era cuando llegaba al castillo.

-¿Quién va a ser?. Soy tu padre Bella, abre la puerta-. La voz de Severus inundó toda la habitación de la pequeña, esta decidida se levantó a abrir la puerta, y cuando lo hizo se encontró a su padre y a su tío Lucius mirándola con cara de pocos amigos. Ella los dejó pasar y se sentaros en frente de ella mirándola fijamente, en ese momento se asustó a lo grande.

-¿Qué pasa?-. Preguntó con voz asustadiza al ver la cara de los dos hombres, para ella, mas importantes de su vida.

-Hace días que no vas a clase, Bella, Draco nos ha enviado una carta para avisarnos. Cariño, ¿Qué te pasa?-. Su tío Lucius empezó a hablar, en su voz se notaba preocupación y amor por su adorada sobrina.

-Tío, no tengo ganas de salir de aquí, todos me señalan como la hija de la asesina, de la que solo usa maldiciones para hablar, no quiero que digan esas cosa de mi madre-. Severus fue el qué se levantó y abrazó a su hija.

-Bella, tu mas que nadie sabes que tu madre no es así, no les hagas caso, muéstrate como eres, una valiente Gryffindor-. Al decir estas palabras, y sobretodo, que su padre admitiera que era una Gryffindor, causó que una sonrisa se asomara por la cara de la pequeña. Miró a su tio, y este se levantó para abrazarla también, dándole el mayor sentimiento de seguridad y estabilidad que nunca nadie le ha podido dar. Sin duda estos hombres, junto a su primo, era las personas que mas quería en el mundo. Eran su familia.

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-Así que Harry Potter ha matado a un basilisco, me alegro niño de que no estuvieras muerto, nadie quiere que muera el pequeño Harry Potter-. Lucius salía del despacho de Albus Dumbledore cuando se encontró de frente. Harry.

Harry le miró con cara de pocos amigos, y cuando Lucius se fue, vio que se había dejado el diario. Tenia tantas sospecha que fuera suyo, así que se quitó el calcetín que llevaba puesto, y lo metió dentro del diario y salió disparado en la búsqueda del hombre.

-Señor Malfoy-. Este al ser nombrado se giró de golpe.- Creo que esto es suyo-. Harry le dio el diario al hombre y este, como acto reflejo se lo dio a Dobby, que este lo abrió y vio la prenda que se encontraba dentro, haciendo que se liberase de la esclavitud. Dobby le miró agradecido.

El segundo año de ambos acabó de manera que volvieron cada uno con sus familias, pero a los dos les faltaba algo.

Entre la espada y la pared.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora