𝟻𝟷. É𝙻

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Hagler abrazó a Nona para, acto seguido, colocarla detrás de él. Dispuesto a sufrir los ataques que Holly pretendiera lanzarles.

—Antes de que perezcas, te daré lo que viniste a buscar, Nona. —La voz de Holly se había tornado espeluznante; más baja, más amenazadora. La abogada se abrazó a la espalda del detective, aunque la curiosidad era demasiado brutal como para ignorarla—. Siempre te preguntaste por qué pedí que te buscaran precisamente a ti de entre una centena de abogados. Y que fuera yo la única capaz de revelarte aquella verdad que tanto ansiabas conocer. Esa que solo en este maldito pueblo podrías descubrir.

—Holly, basta —advirtió Samuel.

Mientras hablaba, una sombra detrás de la mujer caníbal incrementaba su tamaño; lenta, aunque constantemente. Y todos la miraban, pasmados y atemorizados de lo que esa simple mancha oscura les hacía sentir en lo más profundo de sus almas. Hagler disparó el arma, no le importaban ni la ley ni las consecuencias de sus actos, pero a pesar de que descargó el cartucho entero sobre Holly, las balas terminaron clavadas en la pared sin que lograsen hacerle el menor daño.


La mujer amplificó la sonrisa.

—Yo te envié a buscar Hagler por una razón. Sabía que pretenderías seducirlo. Después de todo, tú no te hiciste de cierta reputación solo porque sí. De esa manera me aseguraba que nadie en el pueblo a quien intentases sonsacarle la información, te revelara nada.

Nona se separó un poco de Brent para mirar de frente a Holly. Finalmente estaba a punto de revelarle todo y por alguna razón, comenzaba a desear que la boca de esa mujer no dijera absolutamente nada más.

—Te sugerí que te acostaras con él y no dudaste en hacerlo. Aunque lo cierto es que jamás imaginé que él te correspondería, y mucho menos que nacería algo más de aquello. Pero eso solo hace que todo esto parezca mucho más gracioso.

—¿Qué? ¿De qué rayos hablas? —inquirió Hagler. Nona se llevó una mano a los labios mientras intentaba descifrar las palabras de Holly.

La sombra continuaba creciendo a sus espaldas, y con ella, crecía la confianza de la mujer caníbal.


—Voy a contarte una historia —comenzó—. Sobre un hombre y una mujer que se enamoraron perdidamente en un pueblo olvidado por Dios. La mujer dejó familia, estudios y empleo solo para complacer las necesidades del chico, pues lo cierto es que este, cuando soñaba, soñaba muy alto. Les costó sudor y lágrimas conseguir ese anhelado puesto en una comisaría pequeña, pero a la mujer no le importaba. Estaba acostumbrada a arreglar el problema, sin darse cuenta de que ella era el problema en la relación. Era ella quien le impedía al chico crecer como persona. Eso suele pasar, ¿saben? Porque ese chico tenía un trastorno severo, el cual ella prefería ignorar antes que ofrecerle una solución.


Poco a poco Hagler comenzó a bajar el arma, atónito.

—El chico no podía dejar de infringirse heridas en los brazos. Es un mal necesario en ocasiones. —Hagler miró confundido los vendajes que ocultaba debajo de la camisa. Esos vendajes que revelaban su trastorno de años. Holly prosiguió—: A veces la vida es una porquería y el dolor solo puede ser aplacado con más dolor. Este chico era un masoquista, pero la joven no pretendía cambiarlo. Ella lo amaba con toda su alma... o al menos así fue hasta que un tercero llegó. —La mujer sonrió de modo pérfido—. Pero no piensen mal, porque el tercero ni siquiera podía hablar. Era un bebé. Fue entonces cuando la mujer comprendió que no podía seguir viviendo de la misma manera. Ahora tenía a alguien a quien proteger, alguien que necesitaba de ella más que cualquiera otra persona en el mundo, incluido él. De modo que decidió abandonarlo para siempre y mudarse a la ciudad. Ahí cuidaría de su hija. —Nona contuvo el aliento—. Lo gracioso es que hasta se cambió el nombre con tal de que el padre de esa pequeña no lograse encontrarlas jamás. —La risa que Holly dejó escapar provocó que Nona sintiera escalofríos en todo el cuerpo. No lograba comprender sus palabras, pero entre más comenzaba a esclarecerse la verdad en su cabeza, ella deseaba no poder escuchar más—. La muy estúpida creyó que él intentaría buscarla algún día, pero él no lo hizo jamás, ¿no es así, Brent?

Holly - Diario de una mujer caníbal [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora