𝙴𝚙í𝚕𝚘𝚐𝚘

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Recostado en la oscura celda, el detective Hagler pretendía terminar el resto de sus días atrapado como una rata. Estaba próximo el anuncio de su sentencia, pero él tenía pocas, por no decir que nada de expectativas al respecto. Sabía que Ryan era un gran abogado y que no descansaría hasta verlo de nuevo en libertad, con su reputación intacta, pero no había forma alguna en la que pudiera comprobar que Holly había muerto a manos de un prisionero galáctico, sobre todo porque los forenses encargados de su autopsia habían testificado que la mujer murió por un impacto de bala en la cabeza.

El único testigo de lo ocurrido estaba perdido y ni siquiera Ryan había logrado encontrarlo. No sabía si ÉL había terminado asesinándolo o si Samuel terminó por huir. Después de todo, no sería la primera vez que ese hombre optaba por escapar.


Un sonido agudo atrajo su atención; era el golpeteo de un juego de llaves sobre los barrotes de su celda. Delante de él, apostado junto al guardia, se encontraban unos ojos bastante conocidos, llenos de una sagacidad que pocas veces había observado en un hombre.

—¿Qué quieres aquí? —El hombre que lo miraba desde afuera dejó escapar el humo del cigarrillo y este fue a parar hasta los cabellos canos de Hagler.

—¿En dónde está Collins?

—Ya te lo he dicho, Barker. No sé en donde diablos está. ¿No eres tú el detective estrella?

Michael Barker esbozó una media sonrisa. Para él estaba más que claro lo que había sucedido. Brent se había aliado con Samuel y ahora pretendía encubrirlo; según sus informantes, esos dos se traían algo entre manos.

—¿Crees que soy estúpido?

—Creo que eres ingenuo.

—¿Ingenuo, yo?

—Ingenuo al creer que descifraste el acertijo. Que al final eres el mejor detective que todo Oyster Bay pueda tener, pero en lo profundo de tu ser lo sabes, ¿no? Sabes que esto aún no termina.

Barker no denotó incertidumbre alguna, se mantuvo relajado, con la mirada fija y actitud relajada.

—Vamos, Brent. Terminó, yo gané. No tiene sentido que te esfuerces en convencerme de algo que está tan claro para mí. ¿Sabes? Entiendo por qué decidiste aliarte con Collins, supongo que ambos tenían asuntos pendientes con la caníbal esa, pero ¿Boris? ¿Matarlo y entregárselo a ese enfermo?

—¿Entregárselo? —murmuró Hagler, confundido.

—Así es. ¿Acaso no te quedaste a observar lo que ese malnacido le hacía a su cadáver?

El detective se puso de pie mientras observaba a la nada con una expresión llena de asombro y consternación a partes iguales.

—Por esa razón —susurró sin importarle que Barker estuviese escuchando—. Por esa razón el disparo no le hizo nada, ni la navaja que ese hombre le clavó.


Barker metió una mano en el bolsillo de su pantalón al tiempo que elevaba el cigarrillo hasta sus labios. Le parecía extraña la manera de actuar de Brent, a quien siempre había visto como un ejemplo a seguir. Durante años, ese detective le había significado su meta más difícil y nunca había imaginado que llegaría el día en que lograse alcanzarlo. No obstante, su triunfo le sabía amargo y por más que intentase buscarle un buen ángulo, le era imposible sentirse satisfecho con él.

Y aún peor, el verlo en la cárcel en esos precisos instantes con el cabello enmarañado y los ojos rojos debido a las noches de desvelos, todo aquello le produjo una especie de rabia. ¿Cómo diablos iba a terminar de ese modo el gran detective Hagler? Era tremendamente absurdo.

Holly - Diario de una mujer caníbal [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora