-Escuchad, chicos, tenemos un problema.
Steve y yo nos giramos, al igual que todos, ante la intervención de Nicotero. Estamos todos en la recepción del hotel de lujo de las afueras de Atlanta en el que vamos a alojarnos este tiempo, esperando a que nos asignen habitaciones. Nueva temporada, nueva estancia en Atlanta. Me gusta este sitio, es tan diferente a Nebraska que todo me llama la atención, y siempre es un placer estar un año más con mis compañeros de rodaje.
-Dinos- apremia Melissa.
-A ver, ha habido un error al coger las habitaciones, y hay dos de menos en el hotel de los doce actores principales. Nos han dicho que hasta dentro de dos meses no tienen nada libre, fue error suyo al hacer la reserva. Como compensación, esas dos habitaciones que serán compartidas, son suites dobles, con camas obviamente separadas, y bastante más grandes que el resto de las habitaciones. Nosotros sabemos que a ninguno os importa compartir habitación durante ocho de estas dieciséis semanas, pero eso habladlo entre vosotros. ¿Os parece bien?
Nos miramos entre todos como diciendo "sí, de acuerdo", yo incluida, porque realmente he cogido muchísima confianza con todos ellos en los dos años que llevo conociéndolos a todos. Habíamos hecho muy buenas migas, incluso planeábamos irnos todos de vacaciones a California este verano, cuando finalizásemos el rodaje de la cuarta temporada y hubiésemos ido a todas las convenciones que teníamos programadas. Lo cierto es que me muero por leer el guión, ya que mi nombre va a aparecer tras la cabecera, lo que quiere decir que voy a tener más protagonismo, y estaré en el hotel con los del starring. Pero, no sé, siempre he pensado que Beth es carne de caminante. Me sorprende que esté durando tantísimo viva, y sé que no tardará mucho en morir.
-Está bien. A sorteo. Escribid vuestro nombre en un papelito y echadlo aquí- Steven nos tiende su gorra mientras saca una libreta pequeña del bolsillo y va arrancando papeles. Nos vamos turnando un bolígrafo, lo doblamos, y lo echamos. Los revuelve sin mirar y llama a Andrew.- Andy, majo, coge tú un papel. Y tú el otro, Lauren. Cogen uno cada uno, sin mirar.
-Melissa- declara Lauren. Es una mujer muy afable, a nadie va a importarle convivir con ella, a mí por ejemplo no me importaría.
-Lauren- dice Andrew, y ella ríe, al tiempo que sonríe, confiada, hacia Melissa. Ambas se llevan muy bien ya que, al igual que en la serie lo es para Maggie y Beth, para Lauren y para mí es como una madre.
Andrew vuelve a revolver los papeles y coge otro, al azar.
-Norman.
El nombrado ríe, es un hombre muy despreocupado, pero también algo extraño, y eso que no le he conocido del todo bien, por ahora. Parece una buena persona, pero tengo mis reservas hacia él. Hace el papel de Daryl demasiado bien, y hablamos del personaje más atormentado de la serie. Siempre está bromeando, pero también le he visto quedarse demasiado serio mirando al vacío, como si estuviese en otra dimensión. No hemos hablado demasiado en estos dos años que nos conocemos, por lo general nos llevamos mejor con los actores cuyos personajes tienen relación con los nuestros, y Beth y Daryl solo hablaron en una ocasión, cuando murió Lori y él le pidió a ella que cuidase de Carl. Norman se lleva bien con todo el mundo, y ten claro que si le pides un favor, hará lo que sea por ayudarte. No dudo que sea una buena persona, pero sé que esconde algo. Al fin y al cabo, todos conocemos la vida de todos, y sabemos realmente poco de él.
-¿Quién es el afortunado que va a compartir sus noches conmigo?- bromea. Danai le da un codazo, de coña, esos dos siempre están picándose.
-Espero no ser yo- responde Chandler. -Ya sabes que no te aguanto.
-Te vas a tener que callaaarl- bromea, al igual que hacemos todos con el nombre de su personaje, mientras le revuelve el pelo y el otro se queja, riéndose ambos.
-Venga, Andy, suelta ya quién va a tener que soportar a Reedus- apremia Steve, el cual está a mi lado todavía. Es con el que mejor me llevo del cast, es como mi hermano mayor y el que mejor me acogió cuando llegué aunque, a decir verdad, todos me hicieron sentir como en casa.
-Señorita Kinney...- me mira y me da un vuelco el corazón. Por algún motivo, no me apetece especialmente compartir cuarto. Necesito mi espacio.
-¿Yo?- murmuro.
-Sí, tú, vas a ser la que tenga que dormirse con los ronquidos de Norman- afirma Andrew, y todos ríen, por lo que yo me alegro, así su atención no está en mi cara, que debe de ser todo un poema. Quien sí que tiene su mirada fija en mí es Norman, quien me observa desde el sillón de enfrente, como preguntándome si algo va mal. Le sonrío lo más honestamente que puedo, y sé que él me mira con preocupación tras sus oscuras gafas Ray-Ban.
-En ese caso- dice Robert, el escritor del cómic en el que se basa nuestra serie, el cual estaba presente- Melissa y Lauren compartirán la 1012 y Norman y Emily la 1014. Ambas habitaciones son prácticamente idénticas, y son una pasada, son suites, vaya. Vais a estar mucho más mimados que el resto del reparto en estas ocho semanas.
-Por fin, tío, recuerdo en la primera temporada cuando Daryl era un completo antisocial, que me metisteis en uno de los hoteles de secundarios, mi habitación era minúscula- protesta Norman.
-Eh- llamo su atención.- Yo estuve allí hasta la temporada pasada, y no se está mal. Quizás el problema estaba en ti y no en la habitación.
Todo el mundo se calla de golpe, y yo empiezo a sentirme mal por lo que acabo de decir. No pretendía sonar así de borde, pero es que me ha molestado el hecho de que menosprecie al fin y al cabo el ser un papel secundario. Creo que lo de ser la nueva estrella del programa se le ha subido a la cabeza.
En ese momento vuelve Greg, quien se había ausentado unos minutos para pedir los números de las habitaciones y, al darse cuenta de lo callados que estamos, rompe el silencio.
-¿Va todo bien?
-Sí, sí, todo está bien. Venga, vamos a las habitaciones, necesito una ducha- improvisa Steve. Después de eso dirige su mirada hacia mí, y sé que va a querer hablar conmigo, seriamente.
Greg va diciéndole a todo el mundo cuál es su habitación, mientras yo cargo con mi maleta y mi guitarra hacia el ascensor. Sí, tenía que traerla, era estrictamente necesario, no puedo estar más de dos días sin tocar un rato, y sé que va a ser un problema hacerlo con Norman metido en mi habitación. Resoplo porque ambas cosas pesan y abultan bastante, mientras Steve se pone a mi altura para hablar conmigo.
-Emmy, oye...
Justo en ese momento, se me escurre la guitarra de la espalda, y por la impresión tropiezo con mis propios pies, cayendo de bruces contra el suelo. Por suerte está cubierto por una moqueta bastante blandita y no me hago mucho daño, pero mi guitarra cae con un golpe seco al suelo, algo que no me suena nada bien. Eso me duele cien veces más que mis pobres rodillas, que están soportando todo mi peso.
-Oh, mierda- trato de levantarme por mi cuenta, cuando noto que alguien recoge mi guitarra del suelo y se la pone a la espalda. Esa misma persona me tiende una mano, la cual reconozco en seguida. Es Norman, sin duda alguna. Levanto la vista y veo que me mira con expresión amable, se ha quitado las gafas, lo cual agradezco, ya que así no parece tan arrogante. Steve recoge mi maleta, que había caído sobre mis pies, y noto cómo todo el mundo me mira. Acepto su mano, noto cómo él tira de mí y me levanto, dolorida.
-¿Estás bien?- me pregunta él.
-Sí, tranquilo, gracias- hago una pausa, sonriendo, pero él no hace lo mismo.- Oye, devuélveme mi guitarra.
-Lo que quede de ella, dirás. Menudo golpe le has metido. Lo siento, Bethy- ahora sí que sonríe, de la forma más arrogante que os podáis imaginar. Me llama Bethy para hacerme sentir una niña, estoy segura. Sé que va de coña, no se ha podido romper... ¿No?
-Emily, cielo, ¿estás bien?- se acerca Lauren rompiendo la tensión y yo le sonrío, como diciendo que sí. Ella asiente, y se va.
-Devuélvemela y ya está- insisto, cuando ella se ha ido.
-De todos modos vamos al mismo sitio, y será mejor que no te caigas de nuevo, es evidente que tú sola no puedes con los dos bultos, así que la llevo yo- Norman me da la espalda y avanza hacia el ascensor, yo hago lo mismo, cogiendo mi maleta y dejando a Steve atrás. No me apetece hablar con nadie, de nada, tampoco busco ir detrás de él, solo estar sola.
Una vez en nuestra planta, Greg nos reparte un plano de nuestro ala a cada uno, con los nombres de cada uno debajo del número de habitación. Al leer "1014, Norman y Emily", casi le pego un puñetazo a una pared. Menudo comienzo de temporada.
En la 1012, como ya sabíamos, están Melissa y Laurie, estamos al final del pasillo, por lo que solo tenemos otro vecino, que resulta ser Andy. Va a ser divertido, sin duda. Nos da nuestras llaves, Norman y yo no compartimos juego, así somos más independientes, cosa que agradezco, espero que acabemos llevándonos bien, pero para momentos como este prefiero olvidarme de que tengo un compañero de cuarto. Menudo gilipollas. Va a resultar que Daryl y él tienen más cosas en común de las que yo esperaba.
Greg carraspea para tomar la palabra.
-También tenéis marcado en verde dónde estamos los del equipo, supongo que coincidiremos para desayunar todas las mañanas salvo que pidáis el desayuno al servicio de habitaciones, podéis ir a comer fuera si queréis, lo mismo cenar y salir de fiesta, pero ya sabéis que los días de rodaje, como pasado mañana martes, nos levantamos a las siete. Por lo general, rodaremos todos los días salvo los fines de semana, son dieciséis capítulos, y llevan mucho tiempo. Ya sabéis que quien no aparezca ese día puede quedarse aquí, pero es conveniente que vengáis, para seguir un poco la trama. Robert va a repartiros el guión del primer episodio, el cual comenzaremos a grabar la semana que viene y esperamos que esté para el próximo domingo por la noche. Os daremos un DVD a cada uno para que podáis verlo esa misma noche en el televisor que tenéis en vuestro cuarto. Será un capítulo sencillo, hay algunos que pueden costarnos más de una semana. Utilizad los momentos que estéis en el hotel para aprenderos el guión, administrad bien el tiempo. De momento, tenéis toda la semana para aprendéroslo, sin presiones - mira su reloj de pulsera.- Son las ocho y media de la noche, la cena es en una hora, bajad todos si puede ser, hay que ir hablando de esto. Nos vemos en un rato.
Robert nos da copias del guión, son muchas páginas pero, por suerte, tenemos indicado al principio en qué momentos aparecemos, para ir directamente a ellos. Lo leeré más tarde, no voy a enterarme de nada si lo hago ahora.
Nos despedimos entre nosotros y cada uno va a su habitación. Bueno, yo voy con Norman, ya sabéis. Él va por delante de mí y abre la puerta. Al entrar, no puedo creerme lo que tengo delante de mí.
Esta habitación es tan grande como mi primera casa, la que me compraron mis padres con veinticuatro años. Lo primero que se ve es una especie de saloncito, separado del resto de la estancia por un tabique, con un sofá, una televisión enorme, una chimenea pequeña y ¡un piano! Tras el tabique está la habitación. Tiene dos camas de matrimonio, bastante separadas entre sí, lo cual agradezco Entre ambas camas hay dos escritorios preciosos de caoba, y a los otros lados dos mesillas de noche. Encima de una de las camas una ventana enorme, sobre la otra hay una más pequeñita. En el tabique compartido con lo que debe de ser el baño hay dos armarios empotrados, de generoso tamaño también, además de un pequeño vestidor para los dos y un espejo de cuerpo entero. Es jodidamente increíble.
Norman silba de admiración, mientras deja mi guitarra y su maleta en el suelo.
-Quiero ver el baño- voy corriendo hacia este y, dios mío, tiene un jacuzzi. No puede ser mejor, es todo perfecto, y va a ser mío durante dos meses. Bueno, mío y del idiota de Norman.- Norman, mira esto.
-Me pido el primer baño en esa cosa.
-No, es mío- le replico.
-El primero va a ser mío y, lo siento, pero de momento no acepto invitados- alza una ceja y yo le empujo, riéndome por lo bajo.
-Está bien. ¡Me pido la cama de debajo de la ventana grande!- salgo a la carrera a tumbarme en la que me he pedido yo, y salto en plancha sobre ella.
-De eso nada, canija- Norman sale corriendo detrás de mí, y ve que ya he tomado posesión de esta.- Te lo perdono por lo del jacuzzi.
-Solo faltaba, que tuvieses que tener tú todos los privilegios de la suite. Con esto de que eres la estrella del programa...- le pico.
-¿Insinúas que se me ha subido a la cabeza?
-No lo insinúo, lo sé.
Me levanto de la cama y cojo mi guitarra, temiéndome lo peor. Me siento en el suelo, mientras me tiemblan las manos, y desabrocho la cremallera de su funda con cuidado. Cierro los ojos y destapo mi querido instrumento.
-Norman, ¿está bien?- digo, con un hilo de voz y los ojos aún cerrados, sin atreverme a mirar.
No obtengo respuesta, por lo que intuyo que mis sospechas están siendo confirmadas, y decido presenciarlo por mí misma, aguantando la respiración.
Toda la euforia que había sentido por la increíble habitación en la que vamos a vivir se esfuma en un instante por lo que veo ante mí. Mi preciosa guitarra acústica está partida en dos piezas, el mástil está separado del cuerpo, tiene un agujero debajo, y las cuerdas están todas rotas. Ahogo un grito, mientras me llevo las manos a la boca, y siento las lágrimas agolparse en mis ojos.
-No, no, no...- musito, mientras me atrevo a tocar a mi querida guitarra todavía temblando. De pura rabia doy un manotazo aleatorio, no calculo bien y le doy a mi pobre instrumento destrozado, y siento un dolor agudo en la palma de la mano.- ¡Me cago en la puta!
En ese momento rompo a llorar amargamente, sin emitir apenas ningún sonido. Demasiadas emociones colapsan en mi interior. Primero, pasar tantos meses alejada de mi familia y amigos no me hace bien, sé que ya tengo veintisiete años, y de hecho vivo sola, pero nunca se me ha dado bien vivir lejos de los míos. La gente del cast es un encanto, me llevo bien con todos, pero aunque prefiera tener a gente de confianza cerca, en cuanto estoy fuera de mi zona de confort prefiero tener mi espacio. Entre eso, la caída y que odio hacer el ridículo en público (aunque todos me quieren muchísimo y nadie se reiría nunca, ni siquiera los nuevos como David, Chad o Sonequa), y mi guitarra destrozada, simplemente he explotado. La música es mi vida, y la idea de pasar cuatro meses sin poder componer o tocar me mata. Además, me duele la mano, tengo clavadas algunas astillas de tamaño considerable, y estoy sangrando, mientras lloro y sujeto mi mano con la otra, todavía más temblorosa.
-Eh. Emily- Norman se sienta a mi lado alarmado, prácticamente tirándose al suelo.- Déjame ver.
Le extiendo mi mano herida, mientras me seco las lágrimas con la otra, y él la sostiene suavemente entre las suyas, enormes en comparación, mientras la examina.
-Ya es mala suerte, eh- se levanta y me tiende una mano, la cual acepto por segunda vez consecutiva en el día de hoy, pero esta vez con la izquierda, que es la sana. Me levanto con torpeza terminando de enjugarme las lágrimas con toda la dignidad que puedo, sintiéndome ridícula e infantil de nuevo, y él vuelve a mirar mi mano, la cual palpita y tiene la zona de alrededor de la astilla bastante inflamada.- Te puedo curar yo, son unas astillitas de nada. Seguro que hay un botiquín en el baño, ven.
Le sigo hasta donde me ha dicho, de nuevo admirando las dimensiones y el lujo de este sitio, y me miro al espejo. Me he despeinado, y se me ha corrido parte del maquillaje. Estoy decididamente horrible, y en menos de una hora tenemos que estar abajo cenando con los demás.
-Siéntate ahí- me señala el mueble del baño, el cual me llega por la cintura, y le miro, incrédula.
-No soy una giganta, Reedus, no puedo hacer según qué cosas.
-Ni herida puedes dejar el maldito sarcasmo, eh- me coge por las piernas y me sube sin apenas esfuerzo a la encimera, yo chillo, pero me hace reír, y le provoco una sonrisa.- O por las buenas o por las malas. Y crece un poco.
Le hago caso, mirándole mal, pero divertida, en el fondo. Él encuentra el botiquín en un armarito, lo saca, se lava las manos y se arrodilla frente a mí, puesto que ahora estoy mucho más abajo que él.
-Tengo veintisiete años, dudo mucho que vaya a crecer más. La buena noticia es que tú estás mayor y los ancianitos menguan- me burlo.
-Ya quisieras llegar a los cuarenta y cuatro años tan guapa y tan bien conservada como lo he hecho yo- me mira, alzando una ceja: se ha picado.
-Te has picado.
-No.
-Sí.
-Trae esa mano, petarda- acato sus órdenes, y la examina.- Bueno, sé que esto va a doler, pero necesitamos sacar eso de ahí.
-¿No puede quedarse dentro?- le pregunto, con voz de niña pequeña. Él me mira con ternura, y sonríe.
-No, no puede. Además, tiene que estar doliéndote mucho. Si me permites, abre un poco las piernas para que pueda acercarme un poco- le hago caso y él se sitúa muy cerca, pese a la vergüenza, además, no puedo ver la situación erótica en ningún modo, la mano me duele como un demonio.- Tú déjame hacer, y todo irá bien.
Respiro hondo y le observo, en silencio. Primero empapa un algodón en agua y me limpia la sangre, repite el proceso con uno lleno de yodo y lo pasa por toda mi palma, para desinfectarla. Coge una gasa y engancha la astilla con sus dedos envueltos en esta, para no tocar mi herida directamente con su piel. Es tremendamente cuidadoso, pero firme en sus actos.
-Agárrame del brazo. Por si duele. Entonces aprietas.
Le hago caso y le sostengo debajo del hombro, por encima de la sudadera. Poco a poco extrae el pedacito de madera de mi carne, mientras aprieto cada vez más. Finalmente estira deprisa, y se me escapa un grito. Va quitándolas una a una, y a mí se me resbalan las lágrimas por las mejillas de puro dolor.
-Tranquila, venga. Ya está, ya pasó- me mira sonriendo, comprensivo. Deja las astillas encima del botiquín, y mi mano vuelve a sangrar.- ¿Te marea la sangre?
-No, estoy en una serie de zombies, solo tengo que imaginar que esto es parte del rodaje y...
-Vamos, que te marea.
-Un poco.
-¿Estás bien?- me vuelve a mirar, y asiento, secándome las lágrimas.- Lo peor ha pasado, ¿vale?- vuelvo a asentir y me sonríe otra vez.
Tras presionar con un algodoncito para que la sangre pare de brotar, coge una especie de apósito pequeño y lo adhiere a mis heridas, con cuidado. Después, me venda la mano con varias vueltas, y lo ata bien fuerte pero sin aprisionarme.
-¿Puedes mover bien la mano?
-Sí, tranquilo, está perfecto- giro la muñeca un par de veces, corroborando que, efectivamente, puedo moverla con normalidad, y le miro, sonriente.- Gracias, de verdad.- sonrío, cariñosa. Este hombre es un cielo cuando quiere.
-Hay que ver el mal genio que tienes de normal y lo mona que eres cuando te conviene- bromea.
-Oye, no, yo soy mona siempre- pongo morritos y él se ríe.
-Voy a recoger esto, me doy una ducha y luego te duchas tú, si quieres.
-¿No quieres que te ayude?
-No, no te preocupes, no te me vayas a accidentar de nuevo, torpe.
Después de ducharme yo, descubro que ha recogido los restos de mi pobre guitarra, y yo los miro, allí, en un rincón, apenada. Él está en el sofá viendo la televisión, y yo salgo en toalla, algo avergonzada.
-Oh, tranquila, que no miro- me asegura, cuando se da cuenta de mi presencia.
-Elijo la ropa y voy al vestidor, no te preocupes.
Decididamente, la convivencia con un chico va a ser complicada.
Estoy a punto de sacar unos vaqueros y una sudadera de la maleta, cuando recibo un WhatsApp de Danai del grupo que tenemos los del hotel, el cual reza "Arreglaos un poco que parece ser que es cena de gala". Resoplo, con fastidio.
-¿Qué pasa?- me pregunta Norman, sin mirar, como me ha prometido.
-Danai dice que nos vistamos arreglados, que es cena de gala. Con lo bien que iría yo con look de vagabunda, o incluso en pijama. Igual hasta quiere que me maquille.
Norman ríe, y yo bufo de nuevo. Rebusco en la maleta y saco un vestido negro por encima de las rodillas, un clásico, arreglado y formal, pero con algún complemento podré hacerlo más casual. Saco también unos tacones del mismo color, y unas medias. Cuando lo tengo todo, camino hacia el vestidor.
Al enfundarme el vestido me doy cuenta de que tengo un problema, y es que la cremallera es demasiado larga como para abrochármela entera. Suspiro al darme cuenta de que no me queda otra opción que pedirle ayuda a mi compañero de habitación, por lo que salgo de la pequeña estancia y camino hacia el salón, haciendo ruido con los tacones en el parqué, y llamando su atención. Silba de nuevo con admiración, pero de forma elegante, como si tratase por todos los medios de que ese silbido fuese un cumplido.
-Para querer ponerte de vagabunda, has sabido elegir bien- sonríe y me ruborizo, sonriendo también.
-Necesito que me abroches el vestido, no llega hasta arriba de la espalda por lo que no puedo hacerlo sola.
-Claro, voy.
Se levanta del sofá y me doy cuenta de que también se ha vestido, lleva unos pantalones oscuros, una camisa blanca y una americana negra. Simple, pero elegante. También se ha peinado y, lo percibo cuando se acerca, echado colonia. Me estremezco al sentirle detrás de mí, sujetando el pedazo de tela de debajo de la cremallera que yace justo encima de mi trasero. Sube la cremallera lentamente, intentando no rozarme para no hacerme sentir incómoda, y finalmente llega hasta arriba. Me giro y le sonrío, él me sonríe de vuelta.
-Qué elegante, Norman, si incluso te has peinado.
-Una noche es una noche, sabes que no me peino para cualquiera.
-Me maquillo un poco y ya estoy.
-Claro, te espero.
Tras prepararme y salir, vuelve a sonreír, me pregunta por mi mano, intercambiamos miradas, bromeamos un poco, leemos por encima el guión y bajamos al comedor.Como habéis podido comprobar, toda la trama va a tener lugar en el rodaje de la cuarta temporada, y los seguidores de la serie sabréis que los personajes a los que dan vida Norman y Emily dan mucho juego en esta temporada... Parece que los actores también se llevan bien fuera de cámara, pero bueno, de momento no tienen una relación más especial que con los otros compañeros de cast... ¿O sí? Lo descubriréis más adelante :).
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Att: Nuria y Laura.
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Saturn (Normily)
FanfictionWith shortness of breath, you explained the infinite. How rare and beautiful it is to even exist. I couldn't help but ask, for you to say it all again. I tried to write it down, but I could never find a pen. I'd give anything to hear you say it one...