Capítulo 9- Neptune

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Puedo decir que la última semana antes de Navidad ha sido la más rápida de toda mi vida. Hemos estado con mucho trabajo, sin parar de rodar, de hacer entrevistas, y de planear nuestras vacaciones. Esta semana no es solo la última antes de tomarnos un descanso, ni la última semana que rodamos en este año, también es la última semana que viviremos y dormiremos en la misma habitación, y estamos tratando de evitar pensarlo mucho. A ambos nos rompe el corazón pensar que, después de estas dos semanas separados, es posible que durmamos con nueve plantas entre nosotros, o en puntas opuestas de un mismo pasillo. Y no solo dormir, también vivir. Horas y horas tocando el piano, seguramente en mi nueva habitación no habrá de eso ya que no será una suite, tampoco tendré guitarra, y las horas se me van a hacer eternas. Lo que al principio del rodaje se me hacía un mundo, compartir habitación, compartir un pedacito de mi vida, ahora me parece la opción fácil. A día de hoy, no concibo el mundo sin Norman, ya no hablo de las cenas, de las citas, hablo del día a día. De los momentos cotidianos, el café, las duchas juntos, el piano, tan solo dormir mientras me abraza por detrás. Si solo fuesen dos semanas y vuelta a la normalidad, a la que ahora es mi normalidad, lo afrontaría mucho mejor, pero cuando vuelva va a ser horrible no poder dormir juntos. Supongo que alguna noche me iré con él, pero no me gustaría que todo el mundo supiese de esto, además de que producción se ha gastado una pasta en habitaciones, como para dejar una vacía.

Estoy sentada en mi cama, haciendo la maleta, empaquetando miles de recuerdos. Encima de su mesilla reposa una foto nuestra, enmarcada, la cual tengo pensado pedirle prestada. Es de la misma noche que empezamos a... A estar juntos. Realmente no empezamos a salir, no me lo pidió, ni yo se lo pedí, no hizo falta, simplemente supimos que estábamos juntos y no había vuelta atrás. Es increíble cómo una sola persona puede cambiarte por completo, todo lo que eres, todo lo que alguna vez fuiste, de repente se ve reflejado en los ojos del otro, y no ves nada más. Mientras termino de doblar mis camisetas, lucho por reprimir las lágrimas de emoción y tristeza. Estoy sola, Norman ha salido hace un rato con la moto, realmente no sé a qué. Lleva todo el día muy extraño y muy distante, siendo que anoche fue extremadamente dulce. 

Al entrar a la habitación, lo primero que veo es el piano. Un piano que ya es prácticamente nuestro, como un símbolo. Me quedo parada en la puerta, y dejo caer mi bolso al suelo. Inspecciono toda la habitación, escudriñando con los ojos todos y cada uno de sus rincones y detalles. Quizás ha sido demasiado grande para nosotros, realmente nos bastaba con la cama, el baño, la cafetera y el piano. No necesitábamos más. Lo teníamos todo dentro de nosotros. Siento cómo se me caen las paredes encima al saber que estoy a punto de afrontar mi penúltima noche con Norman en un tiempo indefinido, y las lágrimas afloran de mis ojos, pero pongo resistencia. Entrábamos entre risas, y ahora yo estoy tratando de no romper a llorar, mientras Norman me mira, alarmado.

-Hey, Emily, ¿qué pasa?- se pone delante de mí, y me toma la cara entre sus manos. Al enfrentarme a sus ojos azules, cristalinos, lo veo todo dentro de ellos, nos veo a nosotros, y comienza a temblarme el labio inferior, irrefrenablemente.

-Por favor, bésame.

Sus labios cubren los míos con decisión, como tratando de sacarme toda la tristeza que llevo dentro, y se separan a los pocos segundos. Por algún motivo, me sabe peligrosamente a despedida, pero decido alejar ese pensamiento de mi cabeza cuanto antes.

-Tengo miedo, Norman- reconozco.- Tengo mucho miedo.

-¿De qué, peque?- me acaricia la cara con cariño, mientras me lleva a su cama, de la mano. Nos sentamos el uno enfrente del otro, aún unidos.

Saturn (Normily)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora