Liberen a los ángeles [Destiel]

Epílogo

Las aguas tranquilas aún se estremecen.

6 años después.

—¿Estás segura de esto, Meg?— preguntó Sam aun muy inseguro de lo que se le pedía hacer.
—Si, hombre. Hazlo ya— ordenó la demoníaca mujer.

Ambos se encontraban en el sótano del Búnker. Ella encadenada y lista para ser exorcizada.
Comenzó por orar, mientras lo hacía le inyectaba sangre bendita.

—¿Cómo te sientes?— preguntó Samuel, angustiado.
—Cansada.
—¿Sientes culpa?
—¿Culpa de qué?

El hombre de ojos tornasol hizo una mueca.
Definitivamente esto le tomaría mas tiempo del que desearía.

Sam salió del lugar, cerrando la puerta tras él.

—¿Qué tal va el exorcismo?— preguntó su hermano mayor.
—No siente remordimiento ni culpa, aún— respondió resignado—. ¿Hay algo nuevo?
—Nop. Ni vampiros, ni hombres lobos, ni fantasmas, ni nada— comentó despreocupado-— Sabes, mejor hay que tomarnos unas vacaciones.
—¿Y dejar a Meg encerrada?
—No veo por qué no hacerlo.

Sam sonrió ladeando su cabeza. Él al menos no ira a ningún lado hasta terminar con lo que empezó; exorcizar al demonio que encadenó en el sótano del Búnker.

•••

Horridos gruñidos inundaban todo el sótano, traspasando la puerta que dividía su calabozo y el gran archivero que tenían, y un poco mas lejos.

—Tu amiga sí que lo está pasando mal— expresó Benny seguido de un trago a la cerveza que Dean le invitó.
—No es amiga mía. Ni de Sam. Ni de nadie.
—Hombre, ha pasado poco mas de seis años. Los ha ayudado en varios casos, ha matado de los suyos y ha sacrificado bastante. ¿En verdad no la consideran parte de la familia?
Antes de siquiera argumentar algo, Sam apareció con Meg en sus brazos.
—Tenemos que llevarla al hospital, ahora.

De inmediato Benny y Dean se pusieron de pie, tomaron las llaves del impala y se dirigieron al hospital mas cercano.

Un par de horas mas tarde Meg ya estaba fuera de peligro.

—¿Son parientes de Meg?— preguntó la enfermera.
—N-no. Somos sus amigos— respondió Sam.
—Bueno. Ya está fuera de peligro, aunque sigue en terapia intensiva. Si gustan pueden pasar a verla mañana.
—Gracias. Aquí esperaremos— dijo el hombre de ojos tornasol.

Deanpuso una cara de confusión, ¿esperarla?

—Muy bien— sonrió la rubia enfermera y se marchó.
—¿Tenemos que esperarla?
—Si deseas puedes irte al Búnker— sugirió Sam, viendo la actitud errática que estaba tomando.
—Es nuestra oportunidad para dejarla aquí e irnos.
—¿Hablas en serio, Dean?
—Muy en serio— sonrió el hombre de ojos verdes.
—Después de lo que ha hecho por nosotros, después de exorcizarla ¿quieres que la abandonemos aquí?— preguntó indignado el menor.
Dean no contestó, solo pasó su mano derecha sobre su rostro demostrando su irritación.

—Benny sigue siendo un...
—Ni se te ocurra mencionarlo. No es lo mismo— sentenció Dean, evidentemente enojado.
—No. Él sólo fue un vampiro/pirata que asaltaba navíos con sus amigos. ¿Y ahora qué es? Ah si, un vampiro/cazador, además de tu mejor amigo— respondió con la misma severidad.

Al no ver respuesta de parte de su hermano mayor, Sam giró sobre sus talones y se dirigió al otro extremo de la sala de espera.

—¿Me perdí de algo?— cuestionó Benny con tres vasos de café en una charolita que traía en manos.
—De nada— exclamó el hombre de ojos verdes, serio.