Capítulo 9

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Dean fue despertado de manera abrupta con agua fría. Se hallaba encadenado a la pared, en una habitación que sólo era alumbrado por velas grandes, como de iglesia.

—Sinceramente no creí que fueran a llegar tan lejos. Los subestime— exclamó Frank mientras limpiaba algunas espadas de ángel que tenía en su posesión.
—Suele suceder— contestó el hombre de ojos verdes con una sonrisa que denotaba sarcasmo, recobrando por completo la consciencia.
Frank rió levemente.
—No pretendía invitarlos a mi gran evento, pero ya que están aquí tú y tus amiguitos del bosque, haré una excepción— volteó a ver el rostro del cazador que aún escurría de agua.

Dos hombres —uno más alto que el otro— lo desencadenaron y lo arrastró fuera del lugar.

•••

Gadreel estaba recargado sobre la camioneta color vino esperando a que alguno de los cazadores llegara.
Vislumbró un par de siluetas cerca del almacén. Creyó que tal vez era algunos de los cazadores, pero al acercarse demasiado supo que no era quien creyó que era.

El arcángel Zadquiel y el arcángel Rafael habían estado buscando a Gadreel pues se había escapado justo cuando sus hermanos desaparecieron haciéndolo casi en automático el primer y único sospechoso.
El resto del cielo creía lo mismo que los arcángeles, sin contar el hecho de que gran parte desconocía el romance del humano y el ángel hasta el momento del secuestro. Sumando todo eso, se presumía que algo tuvo que ver Gadreel con tal romance aunado con la desaparición de sus hermanos. Por la manera tan repentina en la que desapareció daba crédito a sus teorías conspirativas.

—Con que aquí estabas, hermano— habló Zadquiel.
—No es lo que ustedes creen.
—¿Entonces porqué huír de esa manera, Gadreel?— preguntó Rafael, quien se situaba a lado de Zadquiel.
—Nuest...
—Cualquier cosa que nos quieras decir, será en el cielo— interrumpió Zadquiel.
—Me llevarán muerto entonces.
—Como deseés— contestó despectivo Rafael.

Acto seguido, el arcángel Rafael sacó su espada. Tal arma no era como la de un ángel promedio —por así decirlo— sino una majestuosa espada plateada con empuñadura dorada. Realmente digno de un arcángel.
Zadquiel retrocedió un par de pasos. Del todo no creía capaz a su hermano de matar a Gadreel.

—Creo que te estás precipitando un poco, Rafael— trató de persuadir a su hermano.
Intento claramente fallido.
Gadreel y Rafael miraron a Zad, uno más inquisitivo que el otro.
Sin advertir, el arcángel con recipiente femenino le pegó en la nuca al ángel fugitivo con el mango de la espada dejándolo semi inconsciente y en el suelo. Prosiguió con una patada en la cara provocando un sagrado severo en la nariz.

—Nuestros hermanos fuer...
Nuevamente un golpe en la cara de Gadreel interrumpió lo que el intentaba decir desde el principio, más no fue un impedimento como tal para continuar explicando porqué escapó y porqué estaba ahí.
Gadreel tomó una bocanada de aire y prosiguió hablando.

—Fueron secuestrados por una secta relig...
Otro golpe le fue dado, esta vez en la espalda con el objetivo de sacar el aire contenido en sus pulmones y en consecuente hacer que déjase de hablar. Luego del golpe, Rafael lo hirió de gravedad con la espada celestial sobre su brazo.
Como era de esperar, Gadreel comenzó a toser mientras que de la herida brotaba a cántaros su sangre. Intentaba establecer su respiración pero le costaba demasiado trabajo con la sangre que aún escurría de su naríz.
Su recipiente bien pudo morir pero eso no pasó. Para su fortuna y salvación uno de los cazadores salió de la parte de atrás del almacén con un ángel en brazos.
Era Sam cargando a Hannah.

El semblante de ambos arcángeles cambió radicalmente. Lo que veían era tan poco creíble.
Sam se detuvo en seco al ver que Gadreel agonizaba en el suelo y que dos sujetos estaban cerca de él. No pudo sacar su arma así que decidió acercarse a lo valiente.

—Hannah— dijo Zadquiel al par que caminaba hacia el cazador.
Sam retrocedió unos cuantos pasos.
—Soy Zadquiel el arcángel. Déjame ver a mi hermana.
Sam vaciló un poco.
—¿Qué le pasó a Gadreel?— Se atrevió a cuestionar el chico de ojos tornasol.
—Nada que te incumba, mortal.
Esos aires de superioridad de Rafael hacía que Sam frunciera el ceño.
—Entrégame a Hanna, ahora— Ordenó Rafael.

El menor de los Winchester volvió a retroceder con la intención de volver a entrar por donde vino. Al seguir dando pasos hacia atrás chocó con el viejo cazador, provocando que cayera con todo y ángel.

—Sam, fíjate por donde vas— habló Bobby desde el suelo, con Anna encima de él.

Zadquiel y Rafael vieron a otra de sus hermanas secuestradas.
En la mente de los arcángeles cruzó la idea errónea de que tal vez los cazadores junto con Gadreel tuvieron que ver con la desaparición de sus hermanos.

Sammy miró de manera retadora a los arcángeles, suponía lo que pensaban y que por ello habían lastimado a Gadreel.

—Bobby, ponte de pie. De prisa— musitó Sam.
—Hago lo que puedo, hijo. Te recuerdo que a mi edad es una hazaña ponerse de pie todos los días— renegó el viejo Singer mientras lograba ponerse de pie.
Al tratar de volver a cargar a Anna, vió a dos sujetos acercándose lentamente a ellos.

—¡Balls!— gritoneo Bobby.
Tomó a Anna en brazos y dió media vuelta con la intención de meterse al almacén por la parte de atrás, pero su camino se vió obstruido por Zadquiel.
El arcángel apuntaba a hacia Singer con su majestuosa espalda, amenazando con clavarla en él sino le entregaba a su hermana.

—¡Nosotros no somos el enemigo!— Gritó Samuel—, dentro del almacén está quien secuestró a sus hermanos. Nosotros sólo queremos ayudarles.
—Tiene razón— habló Gadreel mientras se ponía de pie—, es lo que he tratado de decirles.

Zadquiel parecía estar mas convencido de lo que decía el chico de ojos tornasol pero Rafael no.
Para comprobar si lo que decía era verdad, Rafael —a pasos agigantados— entró al almacén pero no salió.
Alarmados por lo que pudiera ocurrirle al arcángel mandaron a Sam a que diera un vistazo, encontrándose al susodicho en el suelo debilitado.

Un pequeño detalle que olvidaron decir es que todo el almacén esta cubierto por dentro de sellos enoquianos que, por lo visto, debilitaba a los ángeles y hacían imposible encontrarlos.

Después de sacar a Rafael de aquel espantoso lugar y dejarlo reposar en el piso junto con sus hermanas, Sam se volvía a alistar para entra de nuevo.
Antes de siquiera acercarse, salieron Meg, Garh, Rufus y Benny.

—¿Dónde está Dean?— preguntó Samuel al acercarse al grupo de cazadores.
—Pensamos que ya estaba aquí con ustedes— respondió el vampiro/cazador.
—Aquí no ha venido— refutó el mayor de los Winchester—, ¿Qué pasó allá adentro?
—Nos dividimos para buscar a Frank, quedando de encontrarnos aquí pero tu hermano no regresó. Creímos que había sido secuestrado también pero no encontramos indicio de él. Por eso estamos aquí— explicó Rufus.
—Bien. Iré a buscarlo— dijo inmutable el hombre de ojos tornasol, haciéndole señas al cazador Fitzgerald y a la demonio para que lo acompañara—, ustedes busquen al resto de ángeles y la gracia.
—No podrás solo contra ellos— mencionó el vampiro de ojos azules—. Te puedo ayudar.
—Voy con un demonio y con un cazador de confianza. No necesito tu ayuda.
—Mira hombre, allá dentro hay mas gente de lo que imaginas y salen de la nada. No es por ofender pero con dos personas no podrán.
—¿Me estás subestimando?— preguntó la demoniaca mujer.
Benny dejó el beneficio de la duda al aire.
—No lo hagan por mi. Háganlo por Dean y Castiel— apaciguo el vampiro.

Una parte de Sam no quería que lo acompañara pero era verdad. Si ya antes les costó salir con los ángeles en brazos, sería peor si se metían a la boca del lobo «solos». Era evidente que necesitaba mas gente.

—Nosotros nos quedamos acá cuidando a los pichones, no se preocupen— dijo Bobby mirando a Rufus, esperando así dejar un poco tranquilo a Sam.

El menor de los Winchester, con un simple ademán, afirmó y se volvieron a adentrar en el almacén.

El tiempo se les volteaba en contra. Y con la repentina desaparición de Dean hacían las cosas mas difíciles.

Liberen a los ángeles [Destiel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora