11. La conversación FB

61 14 2
                                    


MELI

Desperté...
Un fuerte dolor en mi cabeza y un extraño ruido que me llevaba a querer golpearme en la pared o romperme un florero de vidrio, todo por calmar el ruido infernal que había en mi cerebro. El sonido del viento, las gotas del grifo del baño, el reloj marcando los segundos, mi estomago chirrear dentro de mí, los pasos de alguien que se movia a mi alrededor y hasta mi propia respiración.
¡Dios! ya no podía más. ¿Desde cuándo mis oídos son tan sensibles a cualquier sonido? No lo sabía, pero entonces llegó mi salvación.

Annie

Apenas podía visualizarla bien y noté que me traía una taza con algo que seguramente me ayudaría. Intenté controlar mis movimientos y extrañamente lo hice, pude moverme e indicarme a mí misma que debía sentarme. No recordaba porqué me sentía así, ni recordaba lo que había hecho; ninguna idea se me venía a la mente.

Intenté tranquilizarme mientras Annie me ayudaba a beber de esa taza. ¡Rayos! El sabor de esa sustancia era terriblemente asqueroso, mi nariz sentía una alergia horrible al beberla y casi me vuelve el estómago.

Mi vista estaba aclarándose poco a poco, mis oidos cobraban su sensibilidad regular y entonces me di cuenta de que había estado durmiendo todo el día, ya estaba atardeciendo según lo que veía por la ventana. Entonces comencé a sentirme mejor.

—¿Qué pasó? —pregunté con dificultad, estaba confundída por mi estado de salud, nunca me había sentido tan enferma y débil.

—Bebiste mucho ayer, un amigo tuyo vino a traerte- respondió Annie dejando la taza en la mesa de mi lado. Intenté recordar pero lo único que venia a mi mente era el momento en que salí de casa y me subí al auto de Gabriel.

¿Cómo es posible? Me siento realmente frustrada por no saber qué es lo que hice.

—¿Quién me trajo? —pregunté, y en ese instante sentí un fuerte dolor en la frente, era algo tan intenso que casi perdí la consciencia en ese mismo momento. Eché un grito de dolor e intenté sujetarme la cabeza para calmarlo, pero solo decidí tranquilizarme y esperar a que pasara.
Respiré poco a poco y Annie se quedaba callada, no me decía nada. Su mano intentaba calmarme mientras me frotaba la frente con suavidad; en ese momento agradecí tanto por tenerla como hermana, no sé qué haría sin ella.

—Ya está mejorando... —dije y resolplé. Intenté concentrarme y respirar profundo, ahí me di cuenta de que el dolor comenzaba a pasar, mi vista era más clara, podía contemplar con nitidez mi habitación, mi pequeña y cómoda habitación.

—¿Ya te sientes mejor? —preguntó Annie con una sonrisa de boca cerrada, al parecer ella me estaba cuidando todo el día, la vista cansada de su mirada me lo decía.

Aún siento la angustia por saber qué rayos hice ayer, espero no haber cometido ninguna estupidez.

—Sí, eso creo... —sonreí suavemente, ya que no había nada mejor en la vida que sentirse sano, o al menos mejor de lo que estaba hace un momento.

—Me alegra, el doctor que vive al lado me indicó lo que debía hacer, le expliqué lo que te pasó y te recetó un medicamento para que calme un poco el dolor.

Sentí curiosidad por saber qué me ocurrió; según lo que recuerdo, Annie no estaba cuando subí al auto de Gabriel, pero no estoy tan cuerda como para asegurarlo.

—¿Qué me pasó? —pregunté mientras tragaba saliba. ¡Rayos! Me ardía la garganta cuando lo hacía.

—Ya te dije, bebiste mucho y casi ocurre algo desastroso, pero un amigo tuyo te ayudó y te trajo a casa, aunque estoy preocupada por ti, tendrás que ir al hospital mañana para hacerte análisis y pruebas; cuando llegaste estabas sedada y completamente inconsciente, no sé qué pasó, pero cuando te sientas mejor te voy a dar un escarmiento por hacer una estupidez así... Mucha bebida no es buena ya te lo dije —concluyó. No parecía mi hermana menor sino mi mayor, estaba realmente enojada conmigo, pero su preocupación era más grande y me cuidaba.

No me hagas cambiar de opinión © #wattys2017 #PNovelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora