Capítulo XVII: Cambios profundos

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Capítulo XVII: Cambios profundos

La mañana se despliega en el jardín de las rosas en la sencilla casona de los Andry y la joven inunda sus pulmones con la embriagadora fragancia de las Dulce Candy, aún humedecidas por el reciente rocío.
Su anhelante corazón late agitado por el pronto reencuentro. En su mente pende la imagen del muchacho que robara su corazón de chiquilla, el único con el que deseara alguna vez, compartir su dicha.
La imagen y el aroma de las rosas retrotraen su vivencia a muchos años atrás hasta su niñez.... Otro enorme jardín de rosas de otros colores se presentan el recuerdo, jardín que termina en un precioso portal: el portal de las rosas. Un angelical niño corretea alrededor de su encantadora madre mientras ella lo observa deslumbrada.
-¡Anthony! ¿Mira quién ha venido a jugar contigo?-
-¡Elisa!- sus ojos se llenan de gozo al verla y ella corre hacia él atraída como por un imán.
-¡Hola Anthony! La tía abuela le dijo a mi madre que habías vuelto y he venido a visitarte.- El corazón le late emocionado.
-¡Qué bueno Elisa! ¡Te he extrañado mucho!- la franqueza del joven deleita el corazón de la pequeña.
El alegre recuerdo se difumina y pasa abruptamente a otro menos feliz. El niño vestido completamente de negro luto llora entre las mismas rosas.
–¡Mamá! ¡Mamá! ¿Porqué te fuiste?-
La niña corre hacia el pequeño y lo abraza. El se aferra a ella fuertemente y el corazón de la chiquilla late veloz ante su contacto.
-¡No llores Anthony! ¡Yo siempre estaré a tu lado! – La gran emoción que la embarga la empuja a exclamar en voz alta -¡te amo!-
El niño deja de llorar súbitamente y se separa de ella, con lágrimas aún en sus ojos la observa fijamente. El azul de su mirada deshace el corazón de la niña, que se sonroja ante sus propias palabras. Así expuesta y vulnerable escucha al niño que responde con calma.
-Elisa, yo lo siento... te quiero mucho pero... sólo como prima y amiga... no creo poder llegar a amar a nadie.... A menos que tenga la mirada... como la de mi madre...-
Estas palabras caen como mil gruesas espinas en su corazón, rompiéndolo en pedazos, la niña se esfuerza por no llorar pero no puede hacerlo, las palabras del pequeño resuenan una y otra vez en sus oídos mientras que las espinas vuelven a clavársele cada vez que las escucha. De sus ojos brotan sendas lágrimas calientes. El rechazo es tan doloroso para ella que deja de ver esos ojos azul cielo y echa a correr hacia el bosque llorando amargamente. A mitad de camino se detiene y golpea su pecho dolorido. Las espinas siguen clavándose atormentándola. La pequeña hace fuerza para librarse de ellas y una extraña sensación transforma las espinas en algo gélido y duro que se extiende sobre su corazón cual escarcha invernal en un charco de agua. La escarcha helada encierra el dolor apaciguándolo, dando luz a un nuevo sentimiento, desconocido hasta entonces por la niña: despecho.
La niña lucha contra él pero cuando éste cede reaparece el dolor, punzante y agudo que le quita la respiración. Finalmente el nuevo sentimiento vence encerrando el dolor como en una cápsula y el inocente y alegre brillo de sus ojos desaparece para siempre. Una mirada fría y calculadora se instala en su lugar.
El recuerdo torna en otro también poco feliz. Otra mañana en la que la niña busca a Anthony en el mismo jardín de las rosas y lo encuentra jugando con otros dos niños.
-¡Hola Elisa! ¡Mira, estos son nuestros primos Stear y Archie han venido a quedarse conmigo! ¡Ya no estaré más solo!-
La niña aprieta uno de sus puños dándose cuenta que ya no será su única compañera, ahora tendrá que compartirlo con esos dos mocosos. Aun así corre hacia su primo adorado para unirse al juego pero uno de los chiquillos de cabellos castaño claro y ojos miel se interpone en su camino diciéndole galantemente:
-¡Este no es un juego para una dama! Treparemos algunos árboles.-
El otro niño agrega alegremente rascándose la cabeza
-¡En realidad tampoco es un juego para caballeros! Si nos ve la tía abuela nos castiga a todos... y más aun si nos ve induciendo a una niña a hacerlo.-
La niña da un respingo elevando rápidamente su nariz en otra dirección y contesta:
-¡por supuesto que no voy a hacerlo! ¡Yo soy una verdadera dama!-
-¡Vamos! ¡No te enojes Elisa! ¡Te buscaré dentro de un rato y pasearemos los cuatro juntos, les enseñaremos a Stear y Archie los lugares que conocemos!-
La dulce voz del niño de ojos azules calma su enojo, pero la niña sabe que desde que le confesara su amor el pequeño ya no tiene la misma acogida que antes para con ella y encuentra que la presencia de los otros niños es una escusa por parte de Anthony para ahondar la distancia entre ellos. Otra nueva capa de gélida escarcha recubre la anterior en alredor de su corazón.
Un nuevo recuerdo sacude las memorias de Elisa. Una niña de cabellos oro rizados y ojos verdes como los de la difunta madre de Anthony acercándose a la puerta de su opulenta casa. Tan solo ver esos ojos a la distancia provoca un profundo odio, enraizado en las palabras de aquel pequeño. Todas las niñas con ojos verdes han sido objeto de su odio desde aquel desdichado día. Prontamente alista a su hermano Neil para darle una poca feliz bienvenida.
El próximo recuerdo estremece de ira el corazón de Elisa: Anthony mirando con profundo amor en los ojos a la niña de cabellos rizados y mirada esmeralda. El odio es tan extremo que Elisa sacude su cabeza para borrar la odiosa faz de la aborrecida huérfana que le robara a su gran amor.
El jardín de la casona con las rosas blancas reaparece a la vista de Elisa y la belleza del lugar tranquiliza la furia que su último recuerdo le provoca al tiempo que se escucha decir.
-¡No! ¡No será igual! ¡Esta vez ella no volverá! Ha decidido quedarse con Terry y ya no volverá a interponerse de nuevo. Anthony estará desolado y yo podré ocupar el lugar que me corresponde a su lado. ¡Esta vez él me aceptará! ¡Ya lo verás Candy!-
Y así resuelta Elisa recorre el encantador camino de rosas que su amado Anthony ha creado para solaz de los espectadores.
En su pecho late apresuradamente la nueva esperanza de reconquistar a Anthony.
Maleta en mano se encuentra en la puerta con la antigua criada que había desaparecido de su conocimiento años atrás.
Dorothy se lleva la mano a la boca con una expresión de horror en su semblante.
-¡Señorita Elisa!-
-¡Qué modos son esos de saludar para una criada! ¡Saluda como corresponde!-
Sin disimular su cara de espantado asombro Dorothy saluda –Buenos días señorita Elisa- sin responder a su saludo pregunta abiertamente.
-¿Dónde está Anthony?-
Ante el silencio de la mucama reclama.
-¡Contesta!-
-Bueno.... Yo....... El señor está levantado ya....en su dormitorio... pero debo ir a anunciarla primero- se apresura a decir.
-¡No! ¡Deja! ¡Le daré la sorpresa yo misma! Elisa le pone su maleta en las manos bruscamente y se encamina escalera arriba a la habitación. La pobre criada se queda petrificada del terror sin saber qué hacer.
Elisa corre directamente a una de las habitaciones, la que da al jardín, conoce bien a su primo y sabe que Anthony ama ver el jardín de lleno y golpea a la puerta.
-Adelante, pasa.-
Elisa abre la puerta, sus pulsaciones latiendo aceleradamente. Entra y permanece inmóvil y muda ante lo que ve. Anthony de espaldas a ella observa el jardín. Está increíblemente más alto de lo que recordara y su porte se ve tan noble como masculino. Sí, ahora él es un hombre. Su corazón se acelera aún más y no puede articular palabra alguna.
-Hola Elisa- La dulce y pausada voz rompe el silencio.
-Pero... pero... ¿cómo has sabido?....-
-Te vi observando las rosas....- Anthony voltea en torno a ella y Elisa ve en su mente la imagen del muchachito de catorce años fundirse con la del joven que ahora la observa directamente. El semblante de Elisa se ilumina con la visión. Es aun más apuesto de lo que era, un halo luminoso pareciera rodear su rostro y sus ojos........ de un azul encantador.... son aun más dulces y profundos de lo que ella recordara, un brillo especial los ilumina perturbándola como nunca antes. Se esfuerza por sonreírle pero está sencillamente deslumbrada.
-¡Anthony! Yo.... Yo..... supe... y cuando lo supe ... quise venir a verte..... darte una sorpresa..- balbucea.
Los ojos del joven la hechizan y su cuerpo entero comienza a temblar.
-Pues me alegra que hayas venido. ¿Quieres sentarte?-
-Pues.... Yo.... No gracias- apenas decirlo se lamenta, se encuentra realmente agotada por el viaje, pero se encuentra tan atontada con el reencuentro que no atina a pedir lo que necesita. Finalmente acierta a decir.
-He deseado tanto verte... y ahora no sé qué decirte-
– Pues no hace falta que digas nada, sólo déjame admirarte un poco, has crecido y te has transformado en una hermosa mujer, debo admitir.-
La arrobadora voz de Anthony la marea y se siente desfallecer, sonríe halagada y agradece.
-Gracias, tu también has crecido y estás aun más apuesto que antes.- Inmediatamente se sonroja.
Anthony sonríe a modo de agradecimiento pero su mirada se entristece al percibir el énfasis en las palabras de Elisa. Este casi imperceptible gesto perturba grandemente a la muchacha, que comprende a la perfección el porqué del cambio en los ojos de Anthony y esto hace que una sensación de resentimiento, odio e ira estalle sin control.
-¿Sabes a qué he venido verdad? ¡Ella ya encontró a su verdadero amor y no volverá contigo Anthony! ¡La he visto en Chicago y se la ve radiante con Terry! ¡Candy no volverá Anthony! ¡No lo hará! ¡Tendrás que aceptarlo! ¡Lo sabes!-
La mirada de Anthony no tiene variación alguna ante sus palabras. No causan el efecto esperado, excepto que al oír el nombre de Candy la tristeza se desvanece y la alegría reaparece en sus ojos. Una nueva ola de ira exacerbada brota del corazón de la joven que retoma su arremetida con gritos.
-¡Es una traidora! ¡Ella te ha traicionado! ¡Si realmente te amara no te habría abandonado! ¡No le costó nada olvidarte! Ni bien llegó al colegio ya corría tras Terry en cada momento de descanso. ¡Es una descarada! ¡Ella nunca te ha amado! ¡¿Qué no te das cuenta?! ¡Terry es un miembro de la nobleza y adinerado! Y tú sólo eres para ella adinerado y venido a menos debido a tu condición física. ¡¿Tan ciego estás que no ves que es sólo una huérfana interesada?! ¡Es una vil traidora! ¡Volvió a ti porque Terry estaba comprometido, pero ni bien él se deshizo de Susana corrió a sus brazos de nuevo! ¡Vil traidora! ¡Volveré a Chicago y le haré la vida imposible!- A pesar de estar arrebatada por la ira y el resentimiento Elisa no puede dejar de observar el cambio en el rostro de Anthony ante sus palabras finales: sus ojos parecen bullir una tormenta celestial. Cual tornado bajado del cielo los ojos azules del joven emanan truenos y centellas fulminantes que estallan provocando la sensación de una verdadera explosión que proviene de todo su cuerpo emitiendo una onda expansiva invisible que golpea con furia contra Elisa haciéndola retroceder.
-¡¡¡¡YA BASTA!!!!-
La mirada aterradora penetra en la joven cuál látigo etéreo.
-¡¡¡¡¡Conozco a la perfección lo que le has hecho a Candy y a Terry en el colegio!!!!! ¡¡¡¡También me he enterado de lo que le has hecho en los hospitales de Chicago y cómo has atacado a Candy en todo lo que has podido haciéndola la más infeliz de las infelices!!!!-
La voz golpea a Elisa, cual puños inmateriales.
-¡¡No te lo permitiré Elisa!! ¡¡No esta vez!!-
-¡¿y qué harás para impedírmelo?! ¡¿Qué harás?!-
-¡Te expulsaré del clan de los Andry! ¡No te dejaré usar el poder de la familia para seguir dañándola!-
Los ojos de Elisa se abren enormes ante tal amenaza y una ira incalculable rompe todas sus estructuras, ante el pánico de perder su posición social y la pérdida de la esperanza de ganar el corazón de Anthony su odio se vuelve entero contra él. Hecha una furia arremete contra el joven con toda la violencia que su frágil cuerpo de mujer puede entregar. Con sus manos abofetea el rostro del muchacho una y otra vez hasta terminar golpeando su pecho con todas sus fuerzas al tiempo que grita:
-¡¡¡Te odio!!! ¡¡¡Te odio!!! ¡¡¡Te odio!!!-
Anthony se somete a la descarga de Elisa sin intentar un solo movimiento de defensa, sumiso siente sus mejillas arder con el dolor de los golpes. La joven sigue golpeándolo hasta perder todas sus fuerzas y estalla en ruidoso llanto contra el pecho del muchacho. Frente al final de la golpiza, Anthony abraza a Elisa acariciando amorosamente su espalda, su cabeza y sus cabellos. La abraza tiernamente y con dulzura besa su frente. Elisa no puede sentirlo pues el fuerte dolor, una vez más, ha irrumpido en su vida, un dolor casi tan fuerte como el que sintiera cuando niña frente al rechazo del mismo joven. En la capa de gélida escarcha que recubre su corazón se abre una grieta. Elisa no puede sentir el amoroso consuelo que Anthony le brinda. Por primera vez se siente totalmente derrotada y, aunque le parezca extraño es el dolor del reconocimiento de la pérdida del amor de Anthony lo que más le lastima, más aun que la amenaza de perder su posición social o no poder destruir a Candy. La imagen del niño vestido de luto que le dice que sólo la puede amar como a una prima y amiga reaparece en su mente, el dolor punzante hiriéndola de nuevo. Se aferra al cuerpo de Anthony con fuerza, éste la contiene. Su respiración entrecortada busca el aire desesperadamente, el antiguo dolor se apodera de ella en oleadas. Con voz estertórea se escucha exclamar -¡Te amo!-
La capa gélida se resquebraja más.
-Llora Elisa, llora. Siempre estaré a tu lado.-
Las palabras resuenan en sus oídos y se unen con las suyas propias dichas a Anthony miles de años atrás cuando era una niña. El dolor fluye más fuerte, se escucha llorar en aquel bosque, se escucha llorar ahora y el llanto une a la pequeña con la mujer en un momento atemporal, haciendo duelo por el amor perdido, el amor que ahora entiende nunca tuvo, nunca le perteneció, nunca fue correspondido. Su llanto drena el dolor pasado y presente y barre con gran parte de la escarcha gélida que recubriera su corazón en aquella ocasión cuando se sintiera rechazada. Su corazón late queriendo librarse de su prisión de hielo, Elisa lo siente palpitar como saliéndose del espacio de su propio pecho, en un ir y venir, expandiéndose y contrayéndose, se ahoga. Las imágenes de los recuerdos dolorosos aparecen trayendo la pena al presente y drenándola con las lágrimas y el amor en caricias que le prodiga Anthony.
-¡Respira, vamos respira!- el joven le suplica con dulzura. Un revuelto de imágenes aflictivas continúa apareciendo en la mente de la muchacha purificando el dolor enquistado en su corazón. Constantemente su propia imagen llorando en el bosque reaparece en su mente como si debiera percibir algo que no alcanza a ver.
-¡Vamos, llora, desahógate de una vez! ¡Aquí estoy contigo, no te dejaré! ¡Vuelve a ser tú misma Elisa! ¡Vuelve a ser tú misma!-
Las palabras de Anthony resuenan en sus oídos como provenientes de un túnel, lejanas, llamándola a ordenar su interior, largamente confundido y apenado, enquistado en un remoto pasado. La imagen llorando en el bosque vuelve a aparecer pero esta vez luchando consigo misma contra ese sentimiento de despecho y frialdad. El corazón oprimido respira un poco mejor, allí sí, allí está lo perdido, allí se encuentra ella misma, esa chiquilla es Elisa. Casi la última capa de escarcha gélida se quiebra en ese descubrimiento, su corazón vuelve a latir casi libre, en el reconocimiento de sí misma perdida hace tanto tiempo.
-Sí, esa soy yo verdaderamente.- el llanto se detiene. Elisa vuelve al presente con una nueva conciencia de sí misma, en sus ojos arrasados por el llanto reaparece un brillo inocente largo tiempo perdido. La frialdad se ha ido. Su verdadero corazón cálido la ha reemplazado. Como recién despierta de un profundo sueño Elisa se separa lentamente del pecho de Anthony para mirarlo a los ojos.
En esos ojos azules encuentra un insondable amor que le irradia paz y serenidad. Con su rostro totalmente despejado y claro le sonríe al que en otro momento considerara el amor de su vida, el mismo joven que ella sintiera le arrebatara su felicidad rechazándola ahora la sostiene en este cambio profundo, acompañándola a recuperar su verdadero ser.
Anthony sonríe complacido, su rostro enrojecido aun por lo golpes recibidos llaman la atención de la joven, la cual con delicadeza acaricia las mejillas del muchacho a modo de disculpa. Anthony mueve su cabeza negativamente.
-No importa, lo tenía merecido. He pagado mi culpa y a cambio, he recobrado de nuevo a mi prima.-
Elisa sonríe sin tener necesidad de contestar palabra alguna.
-Ven, vamos al jardín, bien nos hará un reparador paseo entre las flores.-
Abrazados ambos se dirigen al jardín de las rosas.
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En los meses sucesivos pasan muchas horas juntos sin articular palabra. La tranquilizante presencia de Anthony equilibran las fluctuaciones emotivas de Elisa, quien aun tiene grandes reminiscencias de la frialdad que marcara casi la totalidad de su vida. Sus maneras arrogantes y sus contestaciones altaneras se van transformando poco a poco mientras ella se va redescubriendo y recobrando la dulce y alegre niña que debió transformarse en una buena mujer.
Las seguidas visitas de la tía abuela consolidan el profundo cambio que ambas han tenido junto a Anthony. Hasta que un día una nueva persona aparece de visita. Mientras Anthony trabaja afanosamente en el jardín con sus rosas y Elisa y la tía abuela charlan despreocupadamente sentadas con amplias sombrillas a su lado un caballo a todo galope aparece en la entrada. Un joven de tez trigueña y ojos marrón llenos de vida saluda casi lanzándose de un salto de su caballo.
-¡Anhonyyyyy! ¡¡Por Dios de verdad está vivo!!-
-¡Tom!- Anthony suelta sus herramientas y corre en dirección al muchacho. Ambos se abrazan efusivamente.
-¡¡No puedo creerlo por Dios, Annie tenía razón, estás con vida!!-
-Es cierto Tom, estoy vivo.- Anthony sonríe abiertamente y Tom se le une, pero se pone serio de repente y pregunta
-¿Annie? ¿La mejor amiga de Candy... del Hogar de Pony?-
-Sí Annie Britter. Se casa con tu primo dentro de dos meses. Vino a verme al rancho para pedirme que sea uno de los testigos de su casamiento por civil y allí me contó todo, Candy le contó lo que había sucedido y pues estamos todos muy felices de que estés con nosotros nuevamente.
-¿Candy le contó sobre mí a Annie?- Anthony se queda tildado.
Elisa y la Tía abuela se miran inmediatamente. Tom no comprende la reacción de Anthony y mira en dirección a las damas. Anthony reacciona y sonríe avergonzado.
-¡Pero qué modales los míos, me he vuelto un simple jardinero sin educación! Tom te presento a mi Tía abuela Elroy y a mi prima Elisa.-
Tom se acerca a las mujeres y hace una reverencia. Elisa y la Tía abuela se ponen de pie y se acercan. Al levantar la vista Tom fija sus ojos en la pelirroja y a duras penas puede desviar la vista para saludar a la Tía abuela. Elisa se sonroja de inmediato tampoco pudiendo separar su mirada, lo cual no pasa desapercibido por Anthony, el cual rápidamente hace su jugada y afirma resueltamente.
-¡Te quedarás a almorzar con nosotros! Tía abuela vamos a darle las indicaciones a Dorothy para invitar con un verdadero festín a mi amigo. Sabías que Tom es mi mejor amigo ¿verdad Tía abuela?-
-Sí. Lo sé. El vaquero del rodeo ¿no es así?- La Tía abuela mira a Tom de frente, Tom se avergüenza recordando la jugarreta que le hiciera años atrás para lograr que Anthony concursara.
-Sí – admite algo perturbado –el mismo-
La Tía abuela le sonríe, cosa que descoloca al vaquero y agrega – Te debo una disculpa por mi comportamiento arrogante contigo aquella vez y te debo mi gratitud también, ya que ese concurso le hizo muy bien a mi querido sobrino.-
Tom se rasca la cabeza ante el profundo cambio de actitud de la matrona y le sonríe a modo de acuse de recibo.
-Tom, no tenemos sirvientes en esta casa de modo que mientras la Tía abuela y yo vamos a preparar el almuerzo, Elisa te mostrará la caballeriza para que puedas dejar tu caballo.- Elisa clava su vista en Anthony, el cual le guiña un ojo sin que Tom lo note. La joven se ruboriza nuevamente.
El almuerzo pasa lentamente y la charla se hace muy festiva y acogedora. Ambas mujeres escuchan los relatos de Tom de sus vivencias en el rancho, el cual ha crecido gracias a la dirección del joven, volviéndose uno de los más prósperos del área. También escuchan atentas las historias de la niñez del muchacho en el Hogar de Pony y ríen abiertamente ante las travesuras que Tom comenta hicieran los niños en aquella época. La tarde vuela y Tom no quiere irse pero el trabajo apremia.
Casi al atardecer Elisa acompaña a Tom a la caballeriza, a pedido de Anthony y lo despide.
-¿Volverás en otro momento, Tom? No hemos tenido visitas en meses y lo he pasado de maravillas contigo.- Elisa se ruboriza.
-Por supuesto, ahora que se que mi mejor amigo vive, nadie podrá mantenerme alejado de él....y de su familia, creo yo- Tom también se ruboriza. Luego sube a su caballo y saluda a Eliza con un gesto de su mano antes de partir.
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Los días pasan y la visita de Tom a diario trae gran felicidad a los habitantes de la casona, especialmente a Elisa y a Anthony, el cual profundiza su amistad con el joven vaquero.
Elisa en cambio fortalece otro tipo de vínculo con el ranchero, el cual finalmente le termina confesando su amor. La muchacha tiembla de alegría al darse cuenta de sus propios sentimientos, también se da cuenta que este es su amor verdadero, fundado en la mutua correspondencia.

Y así la vida continúa en la sencilla casona de los Andry mientras Anthony cierra una etapa de su vida. Pronto comenzará otra donde deberá volver a insertarse en sociedad, retomar su apellido con todo lo que ello implica, comenzando en el casamiento de Archie y Annie, el cual está punto de celebrarse. También Anthony trae consigo una sorpresa que revolucionará al mundo del espectáculo y dejará a todos maravillados.

El Retorno De AnthonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora