Capitulo 22

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En ese preciso momento mi cordura volvió - ¡Que estás haciendo Thomas!-me reclamo una vocecita en mi mente - ¡Esta ebria!- me recordó.

-Pero no puedo parar ahora- le conteste en mi mente.

-¡Hazlo!... Después de todo no lo recordara mañana- otra voz entro a la escena. Parecía como en los dibujos animados, tenia al Thomas bueno de un lado y al Thomas malo del otro lado... —

La hice cambiar de posiciones, ahora ella estaba recostada y me miraba expectante, esperando con ansias mi actuar. No la hice esperar y ataque sus labios, los cuales estaban ahora con el doble de grosor y un intenso color rojo. Abrió sus piernas permitiéndome acomodarme entre ellas, con una de sus manos despeinaba mi cabello mientras que con la otra acariciaba mi mejilla, bajaba por mi cuello y volvía a subir a mi mejilla.

Baje con mis besos por su barbilla, recorriendo su mejilla llegando a su oído —______ — le susurre mientras jugaba con el lóbulo de su oreja —_______  no podemos hacer esto...— le susurre nuevamente y le di una suave mordida.

—Shh...— me callo sin siquiera abrir los ojos —Tu sigue... si podemos— me tomo de la barbilla para que retomara el camino a su boca.

Decidí hacerla sufrir un poco, así que me dirige a una de las zonas más sensibles, su cuello. La besaba con parsimonia, cosa que la hacía desesperar, comencé con besos húmedos, que conforme pasaban los segundos se hacían mayores, daba delicadas mordidas, ya que no quería dejarle marca alguna, y cada vez que hincaba mis dientes sobre su piel, soltaba pequeños gemidos, a causa del placer que le proporcionaba. Baje entre la loma de sus pechos hasta que llegue a la parte baja de su abdomen. Comencé a jugar con el borde de su ropa interior, logrando que sus gemidos aumentaran, además de arrugar la sabana con sus manos. Encorvó su espalda y volvía subir tomándola por la espalda apegándola aun más a mi cuerpo.

—Lo siento pero no podemos...— era increíble la fuerza de voluntad en mi a estas alturas, no era mayor que mi excitación, pero no podía hacerlo. Seria abusar de ella.

Abrió sus ojos y me miraba sin entender —Estas ebria...— le dije mirándola —Y... y yo... tengo no... novia...— ¡dios! Pero cuanto me costaba decirle eso. Su mirada se volvió inexpresiva, no me decía absolutamente nada y era algo ¡realmente molesto! Ya que no sabía si estaba molesta, o si no le afectaba en lo absoluto.

—Discúlpame...— le dije mientras delicadamente sacaba mis manos dejándola recostada en la cama, bese por última vez esos preciosos labios y salí de la habitación. -¡Eres un idiota!- una voz en mi interior me grito.

Narra _______

Me desperté por el estúpido timbre del teléfono. – ¿Que nadie puede contestar?-pregunte molesta en mi interior.

Sin salir de las sabanas estire mi brazo para responder el teléfono.

— ¿Si?— conteste.

—Smith... te recuerdo que tienes Detención... y ya tienes media hora de retraso— era el director.

— Hay no...— dije con fastidio.

—Tienes veinte minutos para llegar al colegio, si no tendrás doble castigo— me dijo y seguido colgó el teléfono.

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