25.

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—¡Lilly!¡Eh! Por aquí...

La castaña arrugó la frente, pero no se negó cuando Monse la llamó para que se acercara. No se sentía muy lista como para ponerse a hablar de sus cosas, y si iba con ellos, era probable que le preguntaran por lo que había ocurrido con... Ya no quería recordar eso. Era muy doloroso.

—Oye, si buscabas tú mochila, Sonia ya la fue a dejar al salón junto con tus otras cosas —, su amiga le sonrió con ganas. A pesar de lo que había pasado, parecía ser que ella no deseaba atormentarla con sus preguntas, así que bajo la guardia y asintió, devolviéndole la sonrisa. —Por cierto, ¿Tú mamá no se enojo con nosotros?

—No, ¿Por qué tendría que hacerlo? Entraron a ayudarme y yo...

—No digas más. Hicimos lo que cualquier personas que conociera a Erika habría hecho. Ya era hora de que a esa tipa le pararan los caballos; sobre todo después del problema con... Con la otra chica.

Lilliana sabía a quién se refería, pero no estaba molesta con sus amigos por eso. Suponía que en cualquier momento se enterarían del asunto de su pasado, y en esos instantes y tras todos los problemas que había sufrido, sus nervios descendieron hasta casi dejarla noqueada en el piso, de la fatiga.

—Sí. Debí haber hecho algo antes, pero cuando me aleje de su círculo, la muy tonta de mi creyó que me dejarían en paz y que cada quien andaría por su lado —, la castaña emitió una risa forzada, tallándose la frente con fuerza. — Nada más lejos de la verdad, ¿cierto?

Monse le paso una mano por el hombro y la movió con algo de violencia. Había pasado tanto tiempo conviviendo con ella, que ya hasta sabía cuando estaba dando su apoyo la muchacha, aunque no lo pareciera.

—Vamos. Los demás están esperándonos en el salón de cómputo... Tú lo que necesitas en estos momentos es una buena sección de juego; ya después nos preocuparemos por seguir estudiando.

Ante sus palabras, Lilly dejo salir un par de carcajadas y dijo.

—Bueno, que te diré. Técnicamente, la única que estaba estudiando hace rato era yo...

—Oh, tú cállate y di que yo también lo estaba haciendo. Tal vez así, tanto Toño como Ignacio me dejen de estar fregando.

—Está bien, pero solo porque eres tú.

Con un ligero apretón en su brazo, Monse atrajo a su amiga hacia el salón señalado. Incluso antes de que las dos pudieran entrar, se escuchaban algunas pláticas y una que otra risa.

Lilly no tardo en reconocer una de las voces que salía del salón.

—Un momento... Esa es, ¿Mimí?

Monse asintió y le señaló la puerta con un pulgar.

—Cuando te llamo tú mamá, Grace se ofreció a llevarla a la enfermería para que le checaran sus heridas. Parece que también se la trajo...

Sorprendida por que su amiga hubiera aceptado acercarse al salón, Lilly cruzó la entrada y comprobó que, efectivamente, su amiga estaba hablando con Graciela, Eduardo e Ignacio, a la par que reía por unos cuantos comentarios.

—¿Mimí?

La mencionada saltó casi de inmediato, viendo a su amiga con el ceño fruncido en una mueca de fingido sufrimiento.

—Lilliana. Ya te he dicho que no me espantes... Como te gusta estar asustando a la gente.

La castaña arrugó la frente, sorprendida. Claro que después de un rato recordó el carácter de su amiga y su mueca se transformo en una sonrisa torcida.

—Ya cállate y mejor dime, ¿Cómo te fue con eso? —, la chica señaló la clavícula de su amiga, donde por fin se había coloreado de morado el área lastimada.

Mimí encogió los hombros, sin darle mucha importancia al asunto.

—La doc dice que voy a estar bien. Solo fue un golpe.

—Eso dices tú, pero creo que lo mejor es que le digas a tú mamá en cuanto te vea, para que te lleve al hospital. No me gusta cómo se te ve ese labio —, Lilly le tocó la orilla de este, para probar sus palabras.

Mimí se quejó, pero se apartó de ella.

—Eso mismo digo yo, pero ya sabes lo necia que es tú amiga. Le encanta hacerse la valiente, sobre todo cuando menos tiene que serlo.

Desde la entrada, con los brazos cruzados sobre su pecho y el cuerpo recargado en la pared, Luis saludo a todos con un rápido ademan, al tiempo que le hacía una seña a su novia para que lo siguiera.

Mimí comprendió el gesto, y con una rápida serie de despedidas, se apresuro para irse. Antes de abandonar el salón, volteó a ver a su amiga.

—Nos vemos mañana.

Lilly asintió y le dedico una amplia sonrisa a la muchacha.

—Te habló en la tarde, para ver como estas.

—Exagerada.

Sin más, la chica hizo un ademan de despedida y se fue, dejando a Lilly en compañía de los demás. El silencio no tardo en cubrir todo el lugar, pero como siempre, este no duro demasiado.

Sonia se acercó a su amiga y la abrazó con fuerza, diciendo.

—No te agradecí cuando me ayudaste con Erika. Gracias, Lilly.

La castaña le sonrió con ganas al tiempo que le correspondía al abrazo. Antes de que alguien dijera o hiciera algo, la muchacha los miro fijó y comenzó a hablar.

—Ya sé que les debo una explicación sobre lo que paso conmigo cuando estaban en primero, y no...

Antes de que pudiera decir algo más, Ignacio la detuvo con un irritado comentario.

—Ah, relájate. Lo que no fue en nuestro año...

Los demás secundaron sus palabras con varios gestos de aprobación. La castaña no podía creer que dejaran pasar todo tan rápido, pero la mayor parte se limitó a dejarla en paz y no preguntarle nada por el resto del día.

No obstante, la persona a quien más quería explicarle su comportamiento, era la que no se había acercado a ella en todo ese tiempo. Antonio solo la miraba desde su asiento, sin apartar sus ojos de ella.

En la secundaria ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora