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Lilly volvió al salón de clases, seguida de cerca por Monse, Sonia y Mimí. La última iba siguiendo el andar de su amiga, al tiempo que una mueca tirante se formaba en su boca.

No podía creer lo que la castaña había estado a punto de hacer. La última vez que miss perfecta de hielo hizo su aparición, Lilly juró que nunca más volvería a portarse tan bajo como en esos momentos. A pesar de esas palabras ella había estado dispuesta a revivirla, solo para que dejaran de molestar a su nueva amiga.

Una parte de ella sintió envidia de Sonia. Aunque después recordó la mirada de preocupación que Lilly le dedicó, cuando vio como la había dejado Erika. Con ese recuerdo, un pensamiento hizo sentir a Mimí como una desgraciada. 

A pesar de todo lo que le había hecho, su amiga todavía cuidaba de ella.

—Este... Adelántense. Tengo que ir a lavarme las manos, o voy a manchar mi cuaderno.

Tras una rápida mirada a los parches de sangre, suciedad y árnica que portaba, la chica se alejó de todos a paso rápido, con dirección a los baños.

Sonia iba a seguirla, pero Monse la detuvo.

—Déjala. Se ve que necesita estar sola un rato.

Con un breve asentimiento, la muchacha y sus amigos pasaron al salón de clases. Solo Mimí se quedó fuera, viendo como su ex mejor amiga se iba.

—Ven. Hay que terminar de curarte esos golpes, sino...

—¿Mimí? ¿Qué...?

Luis se acercó casi corriendo a donde estaban las dos. El chico no perdió tiempo y comenzó a revisar la cara de su novia, al tiempo que tensaba la mandíbula y decía.

—¿Quién te lo hizo? ¿Fue Mon...?

—¡No! —, se apresuró a decir la chica. — Erika creyó que necesitaba un ligero cambio de actitud...

—¿Cambio de actitud? ¡Esa mujer está loca! Mira como te dejo... Esto no se va a quedar así. De mi cuenta corre que...

—¡No! ¡No puedes hacerlo! —, mientras Mimí hablaba con su novio, Ignacio, Antonio y Sonia se acercaron a donde estaba Monse. Querían asegurarse de que no la hicieran enojar. — Lilly se metió a defenderme. Si la amenazas, va a ir a decirle al director lo que pasó con ellas, y ahora sí, seguro la expulsan.

Ante la mención de la castaña, el muchacho chasqueo los labios con inusitada fuerza y resoplo.

—Me lleva, y justo ahora que ya le estaba agarrando odio, va y se comporta como santa Lilliana... Está bien, no diré nada.

Mimí le sonrió a su novio y le pasó una mano por los cabellos, alboreándoselos.

—Oigan... Disculpen —, desde su lugar, la vocecita de Sonia desconcertó a los presentes. — ¿En verdad no van a acusar a Erika de lo que le hizo? Porque si necesitan ayuda, nosotros podemos decir que la vimos burlándose de Mimí.

Luis se llevó la mano a la barbilla meditando las palabras de la chica, sin embargo, Mimí bajo la mirada y negó, diciendo.

—No. Ya veré que le invento a mi mamá, pero lo mejor es que no digan nada sobre lo que pasó, y mucho menos vayan a decir que Lilly estuvo involucrada... Esto no puede salir de aquí, ¿Entendieron?

El grupito ya iba a asentir, pero Antonio arrugó la frente y dijo.

—¿Por qué? Ella ni siquiera actuó. No creo que le hagan nada si revelamos que...

—Olvídalo. Ella tiene razón —. La voz de Ignacio interrumpió a su amigo. — Si no quieren que Lilliana se vea metida en el asunto, mejor no comenten nada.

Con esas palabras, el chico asintió a Mimí y Luis, y entró al salón seguido por sus amigos.

—¿Crees que les diga? —, la muchacha suspiró y se encogió de hombros.

—Seguro, pero supongo que es mejor que estén enterados. De todos modos, eso era algo que Lilliana sabía que podría salir a la luz.

—Sí. Lo sabíamos todos.


—¿Ignacio?... Espérate tantito, caminas como desesperado.

Desde atrás, tanto Monse como Sonia y Antonio lo iban siguiendo. El muchacho había recogido sus cosas del salón, y ahora se dirigía a la sala de cómputo completamente en silencio.

Desde que habló con Mimí y su novio se había estado comportando de esa forma, y aunque la mayor parte de las veces se limitaba a estar callado en un rincón, en ese momento los tres estaban demasiado interesados en lo que había pasado con su amiga, como para dejar que este se saliera con la suya y no dijera nada del tema.

—Ignacio... Con un demonio, ¡Ignacio! —, el grito de Monse hizo que la mayor parte de los presentes en el pasillo la voltearan a ver. No le importó. Solo tenía ojos para su amigo. — ¿Qué? ¿Ya te vas a dignar a decirnos lo que paso con Lilly, o tengo que sacártelo a la fuerza?

La muchacha golpeó su palma con el puño. Atrás había quedado la Monse sonriente y despreocupada; en esos momentos se veía como una abusadora profesional, lista para hacer valer su autoridad ante los débiles.

A pesar de las muecas amenazadoras que hacía la chica, el mencionado alzó las pupilas y retomó su camino sin dirigirle la palabra a ninguno de ellos.

Cuando llegaron al salón de cómputo, ya los estaban esperando Lorenzo, Eduardo, Graciela e Iván. El último era un buen amigo de los hermanos y, aunque no tenía la misma reputación que ellos, algunos chicos le temían debido a su hermano. Un tipo alto, fornido y con un par de perforaciones que estaba a punto de salir de la prepa.

—¿Y luego? ¿Por qué vienen todos así? Parece como si estuvieran compitiendo en un maratón.

—Ahórrate la broma, Lalo. No estamos de humor...

—Ah, perdone usted señorito Antonio. No quería molestarlo con mi enorme y fea bocota.

—¿Y Lilly? ¿No vino con ustedes?

Monse lanzó un par que gruñidos y Sonia bajó la mirada. En ese punto, ya nadie podía callar a Antonio. Se plantó frente a los hermanos y dijo, alzando la voz con cada palabra.

—¿Lilly? Sabes que, eso es justo lo que me gustaría saber, ¿Por qué rayos nadie está con Lilly? Pero él señor aquí presente no se ha dignado a decirnos que es lo que pasa con ella —, señalo a Ignacio. — Así que si preguntas por ella, lo mejor es que sea a él, ya que es el único que entiende qué demonios está pasando...

—¡Cálmate, Toño!... Qué onda, ¿Ahora que le hicieron para que este así?

La pregunta de Graciela fue contestada por Sonia.

—Hubo un problema con Lilly... Parece que Erika lastimo a su amiga Mimí, además ella me empujó mientras estaba hablando con Laurita, y... La verdad es que no me dolió el golpe, pero...

—Sonia, corta el rollo —, dijo Monse.

—Perdón... Bueno, el chiste es que Lilly se metió a defendernos y Erika la amenazó. Le digo que si algo le pasaba, toda la culpa caería en ella y sería sacada de la escuela. Lilly le dijo que no importaba, y supongo que algo iba a hacer pero en ese momento la interrumpieron Toño e Ignacio.

—Un momento, ¿Lilliana de 2do A se iba a pelear con Erika? —, la pregunta de Iván desconcertó a varios. El chico torció la boca y agregó. — ¿Qué? ¿No saben la de cosas que se dice de esa niña? Es algo así como una leyenda urbana.

—Ah, no. La verdad es que no creo que sepan... —, Graciela volteó a ver a Ignacio. El chico asintió, a lo que la muchacha se cruzó de brazos y dijo. — Creo que necesitan saber unas cuantas cosas sobre Lilly.


En la secundaria ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora