Capítulo 11: Un respiro

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¡Se estaba enamorando! No podía creerse aún que en aquella competición en la que pensaba buscar al asesino de su hermano, lo que encontrara precisamente fuera un sentimiento completamente opuesto, el amor. Estaba allí, compitiendo contra todos esos ninjas por venganza, por odio, porque deseaba justicia para su hermano y, en cambio... había encontrado un sentimiento muy diferente, había encontrado la dulzura, la inocencia, las ganas de proteger a alguien.

Esa noche, observó a Minato dormir plácidamente al otro lado de la hoguera que él había encendido. Se estaba alejando, lo notaba. La distancia entre ambos parecía aumentar pese a que ambos se morían por disminuirla. Era ese matrimonio concertado lo que tan alejado mantenía a Minato. Madara no sabía cómo luchar contra aquello.

La caminata del día siguiente fue lenta y silenciosa. La tensión entre ambos se notaba a la legua de distancia. Aquellos sentimientos correspondidos el uno por el otro estaban siendo reprimidos de la peor de las formas. Llegaron tarde al campamento donde algunos participantes ya esperaban pacientemente. Otros aún no habían llegado.

Minato caminó delante indicando a su caballo que le siguiera, pero entonces se detuvo de golpe sorprendiendo a Madara. El Uchiha se detuvo también a su lado un segundo para verle cabizbajo, seguramente pensando cómo iba a explicarle todo a Kushina. El moreno miró un momento hacia el cuerpo del difunto Uzumaki encima del caballo de Minato.

- No des explicaciones – le dijo Madara.

- Pero...

- No tienes por qué explicarte, ni siquiera sabes si fuiste tú el responsable.

- Es su hermana, tiene derecho a saberlo.

- Haz lo que quieras, aunque si aún deseas ese matrimonio para salvar a tu clan de la desesperación en la que viven... es mejor que mantengas el silencio o podrían romper el trato contigo.

- ¿Por qué me ayudas? Tú querías que no me casase.

- Sigo pensando igual, Minato.

- Pero no puedo enamorarme de ti, nuestros clanes no nos permitirían estar juntos. Está mal visto que dos hombres estén juntos – dijo Minato aunque luego sonrió – es irónico, está bien visto que tengan sexo, lo consideran una forma de confianza mutua entre guerreros, pero, en cambio... no permiten que luego estén juntos.

- Es por las herencias – dijo Madara – un revolcón de vez en cuando está bien, pero no quieren la pérdida de las descendencias. Tu clan quiere que tengas hijos y yo no podría dártelos, mi padre también querrá hijos que dirijan mi clan y tú no me los puedes dar. Ése es el motivo, Minato.

- Entonces no hay más remedio, Madara... tendré que casarme con Kushina. Nunca podríamos estar juntos.

Minato volvió a caminar alejándose del Uchiha, sin embargo... a Madara le asaltó una gran duda, una que no podía esperar para solventarla.

- Minato – le llamó obligándole a detener el paso y girarse – si hubieras podido elegir... ¿Te habrías casado conmigo?

- Es posible – sonrió con cierta tristeza Minato – no lo sé y supongo que ya no podremos saberlo. Es un imposible, Madara. Jamás nos lo habrían permitido, ni tu clan ni el mío.

- Aun así... me alegra saberlo – sonrió Madara – descansa.

Ambos se quedaron unos segundos paralizados, inmersos en la mirada del otro dándose cuenta de que aquello era un adiós para sus sentimientos. Minato fue el primero en agachar la cabeza cabizbajo, gesto que rompió en mil pedazos el corazón del moreno al verle tan deprimido, con una vida llena de expectativas y sin salida alguna. Quería lanzarse a consolarle, quería abrazarle, pero cuando inició el primer paso para ir hacia él, Kushina apareció sonriente lanzándose al cuello de Minato contenta de verle volver con vida al menos hasta la mitad del camino.

El susurro (Naruto, Madara-Minato)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora