Capítulo 13: Un amor imposible

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Sus manos temblaban pese a que estaban apoyadas sobre la sábana que cubría sus piernas. Aún no podía creerse que alguien hubiera utilizado su propia habilidad en su contra, pero sabía exactamente quién lo había hecho. Una técnica como aquella requería mucho chakra, demasiado control y sólo una persona tenía tanta habilidad como para llevarla a cabo a parte de él, su profesor... Jiraiya.

Minato elevó su mano derecha hasta el lateral del cuello y la subía hasta cubrirse aquel sello tras su oreja. Era increíble que ni siquiera se hubiera percatado cuándo se lo habían puesto. Ahora todo parecía tener más sentido... tanto... como para que ese escalofrío recorriera su columna. La culpabilidad volvió a él y es que... podía ser él, podía ser el culpable de todos aquellos acontecimientos. Debía alejarse de todos y sobre todo... de Madara. No quería hacerle daño.

Las lágrimas salieron una vez más de sus ojos. Ya nada parecía tener sentido en su vida. Estaba en aquella competición luchando por una reputación perdida y que seguramente... jamás recuperarían. Todos los clanes habían mejorado, tenían esos cruces sanguíneos que les daban dones pero ellos... ellos se habían quedado estancados. Jamás tendrían un don, no podrían ser como el clan Kaguya con la deformidad de sus huesos, también estaba el clan Hyuuga y los Uchiha, famosos por sus ojos, el clan Inuzuka por su olfato o los Aburame con su pacto con los insectos... pero ellos no tenían absolutamente nada que destacase. Era un clan que caería lentamente en el olvido.

El chirrido de la puerta al abrirse le hizo girarse hacia aquella sombra que entraba en la habitación del hospital. Pensó que quizá sería Madara preocupado o incluso enfadado por su comportamiento, pero no, aquel cabello rojizo era fácilmente identificable. Kushina se acercó hasta la camilla donde estaba y con lágrimas en sus ojos, le pidió con dulzura si podía quedarse allí con él un rato. Ante aquello, Minato no tuvo más remedio que aceptar. Habían sido amigos desde hacía años y ahora ese matrimonio que él consideraba un error, era demasiado real. No podía decirle que no a Kushina, sabía lo frágil que era su corazón y lo encaprichada que siempre estuvo por él. Además... no podía estar ya con la persona a quién amó, así que no le importaba en absoluto aquel sacrificio, era uno de tantos más de los que ya había hecho en su vida.

Con suavidad, Minato se movió dejándole un sitio a su lado. Kushina se tumbó pegando su espalda contra el cálido pecho de Minato, dejándose abrazar por su fuerte brazo. Era todo el consuelo que necesitaba. Había perdido a su hermano pero allí estaba su futuro esposo junto a ella, acurrucándola, intentando llevarse su dolor en aquel abrazo.

- Gracias, Minato – expresó Kushina.

- Sólo es un abrazo – le dijo Minato sin más.

- No me refería a eso – Minato la miró confuso, no estaba seguro de a qué se refería la chica – sino a tu sacrificio. Sé que no me quieres, no al menos como a tu mujer.

- Kushina...

- Ya lo sé. Siempre hemos sido muy amigos y... es difícil verme como algo más.

- No es eso... yo... yo me enamoré de alguien hace meses.

- Pero... ¿Entonces por qué vas a casarte conmigo?

- Porque era un amor prohibido, un compañero Ninja, un hombre... - le aclaró Minato – lo siento pero... no se nos permite casarnos con hombres, sólo... disfrutar de vez en cuando con ellos.

- La herencia – susurró Kushina.

- Sí, la herencia – la abrazó con mayor fuerza Minato.

- Y sí... yo te diera la herencia que necesitas – le dijo Kushina – y si te dejase ir con ese Ninja.

- Eres una buena chica – le dijo Minato sonriendo – una gran mujer y cualquier Ninja estaría encantado de tenerte a su lado. Me siento afortunado de ser yo.

El susurro (Naruto, Madara-Minato)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora